Los desahucios llaman a la puerta del nuevo Ayuntamiento
A María Ángeles Sánchez y a sus dos hijas las echarán dentro de un mes de su casa por impago del alquiler
María Ángeles Sánchez tiene 26 años. Una hija de seis. Otra de dos. Y una fecha de desahucio. Dentro de justo un mes, el 16 de julio, las tres terminarán en la calle por orden de un juez. Su culpa: preferir destinar los 400 euros que cuesta el alquiler de su piso de tres habitaciones a alimentos para sus niñas y ella misma. “Si pago la mensualidad no puedo comer. Es así de sencillo. Y prefiero comprar comida. Pero tampoco quiero que nos dejen en la calle”, dice la mujer en el salón de su casa, en la avenida de Virgen de los Dolores, en Córdoba.
La historia de María Ángeles es un ejemplo más del duro panorama al que se enfrenta el nuevo Ayuntamiento, recién constituido. Un gobierno local formado por PSOE e IU, que ha entrado en el Salón de Plenos con la bandera de luchar para que situaciones así no se repitan. Un nuevo ejecutivo que afirma querer centrarse en las personas y evitar que la gente se quede sin casa. Sobre todo, cuando hay casas sin gente.
“De media, en esta ciudad, hay dos desahucios diarios. Uno por deudas hipotecarias con los bancos, otro por impagos de alquiler a particulares. Es lo que tenemos”, reconoce Rafael Blázquez, concejal de Ganemos y una de las caras más visibles de la Plataforma Stop Desahucios. Blázquez conoce el caso de María Ángeles y hace escasos días volvió a entrevistarse con ella por la situación que vive. La cuenta atrás para el desahucio de la mujer y sus hijas se ha puesto en marcha justo cuando este edil se ha puesto a trabajar con su también compañero en la misma plataforma, Rafael del Castillo (IU), concejal responsable del área Social del Ayuntamiento, para constituir una oficina de vivienda que gestione e interceda en dramas así.
En paro desde hacía ocho meses, María Ángeles estaba a punto de pedir la ayuda de los 426 euros cuando en mayo consiguió un contrato para cubrir una baja en una empresa de limpieza y asistencia, gracias entre otras cosas a que la mujer tiene el título de Auxiliar en Enfermería. Pero se vio en las mismas. No podía hacer frente al alquiler. Ganó 330 euros en 20 días de trabajo por horas. Ahora ha vuelto a ser contratada para otra sustitución similar. “No espero ganar más”, augura mirando a su hermana, que la escucha en silencio, sentada y con los brazos cruzados.
La sala de estar se compone de poco más que un sofá, un mueble para la tele con fotos de las niñas y dos camas junto al balcón. “Dormimos aquí porque las habitaciones están llenas de humedad y las tres tenemos asma”, dice María Ángeles. En sus rodillas descansa un montón de papeles que ha ido guardando escrupulosamente como testimonio de estos años y que enseña y explica al detalle. Son instancias, peticiones, alegaciones y demandas que ha ido presentando una y otra vez desde 2012 para conseguir un piso de protección oficial, un alquiler social, una ayuda de cualquier tipo. Ni Vimcorsa ni la Junta ni Urbanismo ni Asuntos Sociales ni nadie le ha dado una solución.
“Es un hecho que el Ayuntamiento no tiene un parque suficiente de viviendas para atender la demanda de las personas que las necesitan”, reconoce Del Castillo. “Pero no podemos ponernos de perfil ante este problema como se ha hecho hasta ahora por el anterior gobierno local. Tenemos que hacerle frente y lograr una mayor colaboración con las instituciones, como la Junta y, sobre todo, sentarnos a negociar con los bancos para que permitan que su stock de viviendas vacías pueda ser usado por personas que lo necesitan, a cambio de un alquiler social u otras medios”, prosigue el concejal responsable de Asuntos Sociales, que reconoce la dificultad del trabajo que le espera. “Historias como esta nos demuestran lo importante que es poner en marcha la oficina de la vivienda”, concluye.
El tiempo corre en contra de María Ángeles y de sus hijas. Si nadie lo evita, una comisión judicial se presentará a las nueve y media de la mañana del 16 de julio en la puerta de su casa. Si nadie lo evita, se quedarán en la calle. Si nadie lo evita. “Pero mis hijas y yo no vamos a dormir sin un techo. Eso lo tengo claro. Y tampoco voy a pasar por todo esto en silencio. Ya no voy a estar más callada. Todo esto hay que contarlo”, termina María Ángeles antes de despedirse en el que todavía es su portal.
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