Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
El sitio del sexo
Maquillaje y sexo siempre hicieron buenas migas, pero quizás nunca hayan estado tan unidos como en las colecciones de Isamaya. Su fundadora, Isamaya Ffrench, maquilladora de celebridades y asesora creativa de firmas internacionales (YSL, Tom Ford, Byredo, Burberry Beauty y Christian Louboutin), hace pivotar su firma sobre una de las fuerzas que mueven el mundo y que debe alegrar las vidas: el sexo; es decir, sexo deseado, consentido, seguro, satisfactorio, generador de plenitudes.
Las colecciones de HYPERLINK “https://isamaya.com/”Isamaya, que pronto estrenará tienda online para España, cuentan con productos arriesgados en su concepto y otros más universales. Si el envase de lujo para el pintalabios con forma de pene no es lo nuestro, se puede adquirir solamente el lipstick o quedar seducidxs por la colección del rutilante caballo salvaje o la de estética BDSM titulada ‘Industrial’.
De Isamaya me atrae que lleve lo sexual al centro de la conversación, que sus colecciones tengan los productos justos como fórmula de sostenibilidad ambiental y consumo responsable más su política de responsabilidad social corporativa, ya que apoya a personas desplazadas, a organizaciones que promueven la salud sexual y reproductiva y, por último, la conservación de los caballos salvajes americanos.
Al encontrar en una marca de maquillaje este relato artístico en torno al sexo, me he preguntado por el deficiente modo en que, salvo excepciones, gestionamos el tratamiento del universo de lo sexual en las personas y las sociedades. En horario de máxima audiencia nuestro país ve programas de televisión en los que la tensión sexual y ser fiel o infiel a la pareja es la clave del concurso, mientras sigue siendo complicado en muchas familias hablar de sexo o del acceso a la pornografía con lxs hijxs. Y hay más: en ámbitos profesionales como los de la educación o la salud que surja una cuestión relativa al sexo es una patata caliente de la que, casi siempre, es mejor deshacerse rápido y con las mínimas complicaciones posibles, ya que existe el temor a que no se interprete bien lo hablado, lo recomendado, lo indicado, etc.
¿Y dónde están lxs sexólogxs? ¿Por qué en el diseño de las políticas sanitarias y educativas públicas no se cuenta más con la disciplina de la sexología? Se trata de una asistencia profesional que brilla por su ausencia, por lo general, en el abordaje de cuestiones importantes, entre ellas el bienestar sexual de personas que padecen patologías o tratamientos que afectan a la sexualidad; será que se considera, en fin, algo suplementario, no esencial, y que, en consecuencia, debe abonarse o acaba pagándose en consultas privadas.
El sexo puede estar en todas partes, pero hay que darle su sitio.
Como hay que recoger las rosas sin importar que envejezca el rosal y los clásicos siguen siendo sabios sobre el arte de amar, no puedo recomendar más que ser fieles seguidorxs de Venus.
Por cierto, Isamaya también podría diseñar algún envase de homenaje al sexo femenino. Queda dicho.
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
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