Por fin, todos iguales

Los trenes están teniendo bastantes incidencias con el aire acondicionado
Lea el entrecomillado que le traemos hoy al análisis morfo-ilógico. ¿Qué ve? Yo se lo digo: el pan nuestro de cada día. Un tren que tiene que evacuar al interventor en la estación de Córdoba por una lipotimia. ¿Le ha sentado mal la hamburguesa con mostaza? No, señora. El aire acondicionado del Alvia ha dicho hasta luego Lucas. Como viene siendo habitual. Y oiga: estamos a mediados de julio. Quiere decirse que las chicharras cantan la Traviata desde las nueve de la mañana. Y son las seis de la tarde en el horno de Europa.
Pero el titular no dice toda la verdad. No es cierto que los trenes estén teniendo incidencias con el aire acondicionado. Están teniendo incidencias con absolutamente todo. Las catenarias, el cable robado, el ancho de vía, la liberalización del servicio y la hostia en verso. Que un interventor tenga que ser evacuado al hospital a su paso por Córdoba es lo menos que se despacha en incidencias ferroviarias a día de hoy.
¿Se acuerdan cuando el AVE era un reloj suizo? En un país donde solo empezaban en hora las corridas de toros, el tren de alta velocidad fue una revolución galáctica que nos catapultó al futuro. Eso sí: a precio de oro. De manera que la mitad de España empezó a llegar puntual y el resto tres horas más tarde. O sea: un país a dos velocidades. Los del AVE y los de Socibus.
Ahora todo se ha desvanecido como un azucarillo. Pagas a precio de AVE y llegas a la hora del Socibus. Por fin, la igualdad de todos los españoles. La quimera de los constitucionalistas. Ni financiación autonómica singular ni leche picón. Que no hay bien que por mal no venga. No me digan que no.
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