Escudos de belleza

¿De qué sirve la mejor vestimenta si el rostro delata un malestar psicológico de caballo? y ¿para qué la pericia al maquillarse si el entrecejo se lleva fruncido un día sí y el otro también? ¿Qué falta, qué se necesita en esas circunstancias? Pues escudos de belleza, algo invisible que puede definirse como una armadura emocional bien trabajada que embellece y mejora el atractivo de todos y todas.

Un aproximación low cost a esta faceta de la belleza interior es posible a través de libros de autoayuda de autores como la pionera Lillian Glass y el más conocido en nuestro país Bernardo Stamateas. Leyendo sus títulos, Gente Tóxica, Emociones Tóxicas, Heridas Emocionales, la verdad es que se ponen los pelos como escarpias y dan ganas de buscar un traje militar contra la guerra química o un rincón de la galaxia a salvo del otro lado de la fuerza y sus Darth Vader.

Es reciente mi interés -aunque sea escaso- por este tipo de literatura. Pero nunca de está de más dejar atrás los prejuicios y aprender algo que puede ser útil para nuestras vidas y nuestro bienestar. Los libros de Stamateas se leen con facilidad y presentan un tono optimista muy de agradecer. Son prácticos y dan las claves sobre cómo actuar y qué hacer para liberarse de esas relaciones y/o emociones tóxicas que tan mala cara ponen al más pintado.

Mientras hacemos o no hacemos las tareas de limpieza de cualquier clase de toxicidad emocional propia o ajena -no olvidemos que la gente tóxica también sufre lo suyo- valgan unos divertimentos consumistas de buen rollo de la mano de Tous, un anillo con sonrisa, y un vestido con dibujos de gemas de & Other Stories, e incluso unas protectoras joyas de Aristocrazy creadas para Juego de Tronos.

Así que, por los dioses antiguos y por los dioses nuevos -como dicen en la serie de culto de HBO-, seamos por favor buenos aliados de la felicidad de uno/a mismo/a y del otro/a.

Nota: Las menciones a los establecimientos y marcas no llevan aparejada ninguna contraprestación.