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Un pasito 'palante', María, un pasito 'patrás'

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Enrique Merino

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Cuando empecé este blog, a finales de 2018, me marqué como reto el intentar transmitir los “pocos” conocimientos que tuviera en el mundo empresarial, pero sobretodo, la experiencia mía y de los que me rodean. Soy un autentico convencido de que la experiencia es la mejor de las escuelas. Te podrán contar todas las teorías de construcción de un puente, pero hasta que no estas con el casco en la obra, no te vas a dar cuenta de donde has de fijar mas la atencion, de aspectos que sobre el papel eran geniales pero luego no pueden realizarse, etc. Es decir, la experiencia de enfrentarte a la realidad, al fracaso o al éxito, es la mejor de las enseñanzas. Y eso es lo que yo quería, y sigo queriendo.

Pero es que esto es muy difícil de contar, porque hay tantas posibles situaciones que nos pueden ocurrir en el mundo empresarial (amen de las múltiples empresas), que lo que para uno es útil, para otro puede no tener la mas mínima importancia.

Pero lo que si tengo claro es que hay ciertas vivencias, situaciones y aspectos, que se repiten en todos los casos, dando igual que tipo de empresa eres, que servicio das, o en que ciudad o pueblo estes. Recordando, por supuesto, que estamos hablando de empresarios/autónomos de lo que hace tiempo denominamos minimicropymes, y que al final somos el tejido empresarial mayoritario de España (y al que menos caso nos hacen, que también hay que decirlo).

Uno de esos aspectos que se repite, y creo sinceramente que está posiblemente en el “top three”, es el arrojo o el miedo (según te ocurra) en las decisiones. Si normalmente en nuestro día a día, estamos constantemente tomando decisiones, en el mundo empresarial es mayor aun el número de veces en las que hemos de asumir el “decidir”.

Y ante esto, siempre va a haber dos posibles resultados: acertar o equivocarnos. Pero es que es necesario, no podemos eludirlo. Puede parecer de perogrullo, pero ¿te has parado a analizarlo?.

Hay personas que nunca toman decisiones. Les da igual qué pedir de la carta en el restaurante, les da igual que plan hacer una tarde de sábado, no les importa que película ver, les da igual ir a un sitio que a otro, y así hasta un largo etc. En el mundo de la empresa, pasa igual, con la salvedad de que en este caso aquellos que no tomen sus decisiones se verán totalmente abocados a no depender de si mismos y eso a la larga no es bueno, pues entonces tu empresa y tu futuro a corto y medio plazo no dependerá de ti. Las decisiones podrán ser acertadas o no, pero han de ser nuestras. Hace tiempo que me di cuenta que no había cosa peor que arrepentirme por una decisión (o falta de ella) tomada por otro, y ese “si es que tenia que haber hecho lo que yo decía” me estuvo martilleando durante varios días. Desde entonces, las decisiones las tomo yo, si acierto o fracaso será cosa mía. Así he aprendido a valorar los tiempos en decidir, he aprendido a reconocer indicadores que me ayuden a decidir, he aprendido por supuesto a que no he de ser tan veloz y a que hay que ver siempre los asuntos desde diferentes perspectivas. El dicho ese de “el bosque no te deja ver los árboles” lo he llevado al extremo de “me salgo del bosque, me cojo un dron, sobrevuelo el bosque y lo miro con detalle hasta que encuentro el árbol que buscaba”.

Por supuesto, me sigo equivocando y hay momentos que me precipito, pero por lo menos ya no son tantos como hasta ahora.

Hemos de afrontar las situaciones que nuestras empresas nos generan. Y estas situaciones pueden ser relaciones con clientes, con proveedores, con colaboradores, con proyectos que no salen, con otros que son un éxito (ser capaz de templar la euforia también es importante) y ante todos ellas (y muchas más) hemos de asumir que tenemos que tomar decisiones, no podemos vacilar ni esperar que alguien las tome por nosotros.

Y lo mas importante, las decisiones han de ser afrontadas con valor y “sacando pecho”, y lo dicho: si nos equivocamos también habrá que asumirlo, será seguramente una experiencia enriquecedora que nos ayudará de cara a futuro.

¿Por qué he titulado esta entrada así? ¿Que tiene que ver la canción que lanzara a Ricky Martin con el mundo empresarial? Pues verás, yo la uso muchas veces a modo de ejemplo cuando hablo con mi equipo. Las decisiones hay que asumirlas y afrontarlas, buscando siempre la mas acertada, pero lo que no podemos es dudar. No podemos estar ahora si o ahora no, quizás si o quizás no, se lo mando o no se lo mando, lo llamo o no lo llamo. Ahí es cuando digo “venga, un pasito palante Maria, 1, 2, 3, un pasito patras!”. No podemos estar como en la canción, que sobre el sitio, bailamos pero no nos movemos ni avanzamos. Hay que avanzar y echar el paso hacia delante, y ya veremos a ver si acertamos o nos equivocamos, pero las dudas no son buenas consejeras y sobretodo, no llevan a ningún lado.

Asi que amigo, ten fe en ti, asume que debes tomar decisiones, y no me hagas lo mismo que la canción. Esos si, te regalo una reflexión que acuñe en 2020: “la vida son DECISIONES y DECEPCIONES”. Suerte.

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