El lado oscuro de la fuerza
El otro día en la oficina andábamos enfrascados en un proyecto con un cliente, en el que teníamos que buscar el “claim” para el lanzamiento de un nuevo producto. Entre risas, propuestas alocadas y diversos planteamientos, surgió una idea de la forma mas sencilla posible, permitiendo que todo el equipo participara en la decisión y propuesta final. Alguien del equipo comentó lo que le había gustado el rato de “brainstorming” y otro, en un alarde de sinceridad, contaba que se marchaba en breve a hacerse un nuevo “tatu” (bueno, cada uno con sus aficiones, yo me iba a llevar a número 1 a cumpleaños). Lo significativo es que ambos contamos lo que íbamos a hacer con total naturalidad, sin miedo a que ningún otro compañero pudiera sentirse herido o que se creara un ambiente enrarecido. Y lo mas importante, sin que el jefe dijera lo mas mínimo (risas mil).
Aproveché la situación para hacerles ver que la empresa y el equipo de trabajo tienen una relación de compromiso, unos días uno da más y en otra ocasión ya le tocará al otro. Que si siempre es el mismo el que da, y no hay reciprocidad, al final la relación se enrarece. Me gustó el debate que se estableció, en el que todos opinaron de experiencias pasadas o de situaciones que personas cercanas a ellas viven en sus trabajos. No diré ni mucho menos que sea Alicia en el país de la maravillas, ni que en BUMM sea todo de color de rosa, pero sí que el ambiente de trabajo es bueno y que entre todos, al menos por ahora, hacemos que ir a trabajar no sea un suplicio.
El poder es difícil de gestionar. Es una frase contundente, pero de una realidad total. Ser jefe de un equipo de trabajo no es fácil y, a pesar de lo que muchos piensan, no todo el mundo sirve para ello. Y si hablamos de liderazgo, pues aumenta más aún. Estaréis cansados de escuchar la diferencia entre el líder y el jefe, que si lo mejor es ser líder, que si el líder blablablabla. Todo eso está muy bien. Pero en ningún lado dan el diploma de líder, y lo que es casi más importante no lo vas aprender.
El liderazgo es una capacidad innata que se mejora con los años. La experiencia te hará aprender a desarrollarla y actuar ante diferentes situaciones.
Hay personas que son lideres natos, pero no lo saben. Otras, las peores, piensan que son lideres y en verdad no son mas que voceros sin sentido que consideran que el despotismo en la jerarquía de la empresa es el camino al éxito. Qué equivocados están.
Hay líderes empresariales que con solo una mirada ya sabe su equipo hacia dónde han de ir. Su sola presencia refuerza anímicamente a todos los componentes y les da energía para sacar adelante los proyectos en los que estén embarcados.
Pero, siempre hay un pero, el poder corrompe y como decía antes, es difícil de gestionar. Un gran líder se puede convertir en un pésimo tirano. Un liderazgo, en horas complicadas y situaciones extremas, puede desencadenar el inicio de un camino sin retorno. Pues igual que el liderazgo se gana, también se pierde, y si esto ocurre, es muy difícil volver a recuperar el respeto que una vez te hizo ser el guía del equipo.
Estas reflexiones las puedes aplicar no solo en el mundo de la empresa, sino también en tu vida personal, de amigos. En cualquier colectivo que de manera conjunta realice un trabajo.
En mi caso, he vivido situaciones de todo tipo. He admirado a personas que han conseguido grandes éxitos, entendiendo por éxito el simple hecho de conseguir que un grupo de amigos volvieran a celebrar encuentros juntos, hasta personas que solo escucharlas contar su pasión por una idea en la que estaban inmersos te envolvían y te atrapaban hasta tener una fe ciega en ellos. Pero también he visto cómo lideres caían, personas que habían conseguido hazañas increíbles y que tenían el respeto y admiración de grandes colectivos, por su soberbia, arrogancia y orgullo, perdieron todo el apoyo de su equipo, volviéndose en contra todo lo conseguido.
El lado oscuro de la fuerza es complicado de gestionar. Escucha siempre a los que te rodean para que te sirva de guía. Oye sus problemas. Hay días buenos y otros malos y lo que para uno no es importante para otros puede ser un mundo. Evita la soberbia, no es buena consejera. No acabaré con un “que la fuerza te acompañe”, que sé que lo esperabais, pero sí con “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, del cariñoso Tío Ben.
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