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Lo normal...

Isabel Galindo

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¡Hola a todo el mundo! Antes de nada, me gustaría agradecer a Cordópolis este hueco que me ha dejado para poder llegar a todos vosotros a través de la pantalla.

En este blog encontraréis mucha psicología. Concretamente relacionada con niños y adolescentes. Se me ocurren muchas cosas que contaros que creo que os pueden interesar.

Decidí que quería ser psicóloga cuando tenía, más o menos, 14 años, en plena adolescencia, cuando nadie se entiende, y posiblemente eso fue lo que me llamó la atención. Me parecía increíble que alguien pudiera tener respuestas a todas mis preguntas ( ya estudiando la carrera y posteriormente en mi experiencia profesional me he dado cuenta de que, obviamente, esto no es así). Y decidí que quería ser psicóloga infantil cuando supe que es la etapa más importante de la vida de una persona, la que va a marcarlo todo. Me gusta la plasticidad mental de los niños, su inocencia y ausencia de prejuicios, y todo lo que se puede aprender de ellos.

Es tan tópica como cierta la frase: “Los niños son como esponjas, lo absorben todo”. Son capaces de percibir e interiorizar cada cosa de su entorno: las muestras de cariño, nuevos aprendizajes y lecciones, e incluso cualquier palabrota que se haya podido decir en un momento de descuido. Sorprenden haciendo un comentario días después sobre algo que ocurrió, a lo que tú mismo no le habías dado mucha importancia. Por ello es tan decisivo que se les preste toda la atención posible, porque ellos serán los adultos de mañana.

El principal instrumento con el que se mide si a un niño le ocurre algo suelen ser los cambios en el comportamiento que perciben los padres.

Muchas veces, cuando acuden a consulta, ante cualquier pregunta acerca de sus hijos, la contestación es “lo normal”: “-¿Suspende su hijo?” “-Lo normal”. “-¿Habláis mucho?” “-Lo normal para su edad, ¿no?”.

En realidad, uno de los conceptos más difíciles de definir en psicología es, precisamente, la normalidad. ¿Qué es normal y qué no? ¿ Con qué o con quién nos tenemos que medir para que nuestro comportamiento sea considerado normal?. No creo que exista una respuesta exacta, o yo por lo menos no la he encontrado. La primera persona con la que nos tenemos que medir es con nosotros mismos. Pongamos un ejemplo: está establecido que a los adolescentes les gusta salir todos los fines de semana. Si tu hijo no sale todos los fines de semana porque también le gusta estar en casa, no quiere decir que eso es “ raro”. Lo que se saldría de la normalidad sería que de repente quisiese estar fuera a todas horas o se encerrase en su cuarto como un hikikomori ( esa enfermedad que ha surgido en Japón y que se está extendiendo por los hogares de medio mundo, donde se da el aislamiento social extremo).

Obviamente también hay que tener en cuenta la sociedad, el contexto en el que vive y lo que es perjudicial para él, pero muchas veces nos olvidamos de que cada persona es diferente, y establecemos los cánones fijándonos en vidas que no son las nuestras.

Pues con este blog espero poder ir ofreciendo mi punto de vista sobre diferentes temas que puedan ayudaros. Sentiros libres de comentar cualquier pensamiento o duda que se os pase por la cabeza.

¿Por qué ser normales si podemos ser extraordinarios? Nos leemos pronto.

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