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¡No hay que comer de todo!

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Vanesa Cortés

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“Jartica” estoy de escuchar tan sobrevalorada premisa: “Hay que comer de todo”. “Jartica”Proveniente de cuñaos sabelotodo o sujetos que para justificar su pésima alimentación te atacan con el sobrevalorado argumento que dice así: “De algo hay que morirse”. Y evidentemente sí, morirnos nos vamos a morir todos, pero oiga, yo prefiero morir de vieja a ser una enferma joven toda la vida.

No hay que comer de todo, y mucho menos con moderación. No nos montemos la película de que si comemos un menú de comida rápida cargadito de grasas trans y azúcares y después nos vamos a hacer deporte compensamos lo ingerido.  Estos menús están llenos a espuertas de  “sabrosísimos ingredientes” que hacen daño a tu organismo, y ese daño no lo compensa nada.  Como decía Aristóteles, “en el término medio está la virtud”, pero en este caso la filosofía aristotélica no nos sirve y tampoco sus aforismos, ya que en su época no existía la comida procesada.

“Hay que comer de todo con moderación” se ha convertido en una norma fuertemente arraigada en nuestro día a día para introducir alimentos que distan mucho de ser comida de verdad. Me refiero a toda la comida procesada cuya única elaboración en casa es abrir una lata y calentar, echar agua caliente a un vasito, añadir leche a cereales procesados ricos en azúcar, freír en abundante aceite caliente, sacar de un paquetito que contiene más paquetitos, calentar en el microondas, beber de todo menos agua, etc. Este tipo de alimentación se ha ido introduciendo paulatinamente en nuestras vidas a través del marketing y de nuestra creciente falta de tiempo y ganas. Señores, la industria nos domina, nosotros lo permitimos y nuestro organismo enferma.

Cuando cocinamos procesamos los alimentos, eso es cierto, pero nuestro punto de partida es un alimento fresco que preparamos (pelamos, troceamos, rallamos, limpiamos, etc.,) y cocinamos de una forma tradicional produciendo mejoras en su digestibilidad y en su sabor. Sin embargo, la comida procesada o industrializada ha sido transformada y complementada con azúcares, aditivos, conservantes, colorantes, grasas no recomendables y lo más importante, no nos alimenta. Este simple error al comer hace que muchas personas tengan sobrepeso y no estén sanas.

Comer y nutrirse parecen la misma actividad, pero difieren mucho en su objetivo final. Podemos comernos un dulce de bollería industrial, pero... ¿eso nos alimenta? NO y… ¿nos nutre? pues... NO. Ni nos alimenta ni nos nutre, todo lo contrario, le estamos dando a nuestro organismo grasas trans, azúcar, harinas refinadas, conservantes y colorantes  y a la misma vez creamos un progresivo crecimiento del hambre hedónica, aumentando la necesidad de comida palatable. Entre los ingredientes que se les añaden a los alimentos industrializados se encuentran sustancias que no forman parte de ninguna estructura de nuestro organismo, por ejemplo las grasas trans relacionadas directamente con problemas cardiovasculares, aumento de peso y riesgo de diabetes y que la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda reducir de la alimentación hasta su completa eliminación. Y digo yo que la OMS tendrá algo que opinar al respecto, algo sabe del tema.

Por lo tanto, no hay que comer de todo. Y ante la pregunta: ¿entonces qué como? La respuesta es comida de verdad, así de simple y sencillo.

“Comer es una necesidad, pero comer inteligentemente es un arte”. La Rochefoucauld.

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