Cada vez más se empieza a escuchar y a hablar de la salud financiera, de nuestra mala salud financiera que no nos deja vivir.
Desde que nacemos, empezamos a tener la “costumbre” de ir al médico a realizar ciertas pruebas médicas para “ver” qué tal estamos, para verificar qué todo funciona “bien” en nuestro organismo.
Este hábito de ir al médico con cierta frecuencia lo seguimos teniendo a todas las edades, y más aún cuando empezamos a tener algún que otro “achaque”.
Sin embargo, pocos son los que se preocupan de acudir al “médico financiero” para verificar qué su salud financiera se encuentra en perfecto estado.
¿Cuándo fue la última vez que “chequeaste” tu situación financiera?
Si cuidamos nuestra salud mental y física con una buena alimentación, con ejercicio físico y buenos hábitos, ¿por qué no cuidar también nuestra salud financiera?
Alcanzar una óptima salud financiera nos va a ayudar a vivir mejor, a mejorar nuestra salud física y mental.
Empecemos por ir definiendo lo que entenderíamos por tener una “buena salud financiera”.
Se podría definir como el estado financiero de una persona o unidad familiar, en el que se mantienen un equilibrio óptimo entre los ingresos y los gastos.
Los gastos nunca serían superiores a lo que se ingresa, el endeudamiento financiero debería ser nulo y se debería contar con un cierto “colchón financiero” que nos permitiese dormir bien.
¿Qué sería tener una no buena “salud financiera”?
La situación que reflejaría una “mala salud financiera” sería el exceso de endeudamiento con cantidad de préstamos que no nos permitiesen poder ahorrar ni dormir. Otro síntoma sería el “no llegar a final de mes”, los gastos que vamos teniendo durante el mes son superiores a los ingresos del mes.
Hoy vivimos en una coyuntura económica muy complicada. Nuestra “salud financiera” está empeorando con la inflación y la subida de los tipos de interés que están provocando que cada vez nos quede menos dinero. Existe el peligro de que empeoremos nuestra situación financiera y también la “tentación” de aceptar ese préstamo de “campaña” que nos “concede” nuestro banco para seguir empeorando nuestra “salud financiera”.
No te olvides de que el préstamo lo tienes que ir pagando todos los meses.
Si tuvieras un dolor en la rodilla, ¿te golpearías con un martillo para erradicar el dolor?
Es el momento de empezar a cuidar de tu salud financiera, dedícate unos minutos.
Empieza por adquirir buenos hábitos.
Dedica tiempo a la lectura sobre Educación Financiera que te ayuden a adquirir ciertos conocimientos financieros.
Pon en práctica ejercicios en los que desarrolles tu presupuesto y control de gastos personales para que te ayuden a vivir mejor.
Visita el gimnasio de un asesor independiente que te acompañe en los primeros ejercicios de mejora de “salud financiera”.
Evita los préstamos y el endeudamiento a través de tarjetas de crédito.
Como todo en esta vida, es cuestión de proponérselo y empezar.
Cuida tu salud financiera, tu cuerpo te lo agradecerá.
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