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Sobre este blog

Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

Domingo de panes y peces

Panes y peces

Eduardo Moyano

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En la antigua liturgia cristiana, el cuarto domingo de Cuaresma correspondía al evangelio del milagro de los panes y los peces. Hoy es otro el que toca, que ni siquiera recuerdo. Pero en la villa de Puente Genil, donde nací, se continúa con la tradición de llamarle a ese domingo el de los panes y los peces, y así se celebra este 10 de marzo en las corporaciones bíblicas pontanas.

Este milagro es uno de los pocos pasajes narrados por los cuatro evangelios, y en él se cuenta cómo Jesús dio de comer a la gran multitud que le seguía en sus predicaciones, multiplicando para ello los escasos cinco panes y dos peces que pudieron reunir sus apóstoles.

Siempre me ha llamado la atención el mensaje universal que encierra ese milagro, más allá de las creencias de cada uno. Siendo niño, se lo escuché por primera vez a mi padre, buen lector de la Biblia y al que le gustaba contar a sus hijos distintos pasajes de las sagradas escrituras, buscando alguna explicación que trascendiera el ámbito religioso.

Han pasado más de sesenta años, y aún recuerdo sus palabras. “El verdadero mensaje del milagro de los panes y los peces, es que un pequeño gesto puede tener un efecto multiplicador en quien lo recibe”. Desde entonces, he valorado la importancia de los pequeños detalles: una caricia, una visita, una llamada telefónica, un email, un mensaje de whatsapp, un café…

Son pequeños gestos que alegran la vida de las personas a las que van destinados: tu pareja con motivo de su cumpleaños o por ninguna razón especial, sólo por el deseo de decirle que la quieres; una madre o abuela en una residencia geriátrica; un familiar enfermo ingresado en un hospital; un amigo que está pasando un mal momento por haberse quedado sin trabajo o por haber roto una relación sentimental; una hija o hijo de los que te has distanciado por alguna desavenencia, pero a los que quieres con locura y sin condiciones; un antiguo profesor al que deseas reconocerle su magisterio y la importancia que tuvo en tu carrera profesional; una palabra de felicitación a alguien que ha recibido una noticia afortunada…

Esos gestos son una muestra de amor desinteresado, la ocasión de mostrarle a la otra persona que no la has olvidado, sino que forma parte de tu vida. Son gestos que alegran a los que los reciben, pero que también llenan de satisfacción a los que los dan.

En el milagro de los panes y los peces se concentra la satisfacción del deber cumplido, de no dejar que el olvido y la indiferencia imponga su ley sobre nuestras vidas, siempre necesitadas de ayuda, cercanía y afecto. 

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Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

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