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Parece que Dios nos ha perdonado, volvemos al paraíso

Foto por Greg Rakozy en Unsplash

Javier Jiménez

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Según cuenta el antiguo testamento, el libre albedrío de Adán y Eva molestó a Dios que para castigarnos, nos expulsó del paraíso y nos dijo “tendrás que vestirte e ir a trabajar todos los días para ganarte la vida”.

Parece que nos está levantando el castigo.

El coronavirus ha hecho que la gente pueda trabajar en pelotas desde su casa y, gracias a la automatización, robotización e inteligencia artificial, las máquinas están tomando el relevo en la mayoría de los trabajos que el ser humano viene haciendo.

Se estima que el 50%~80% de los trabajos que actualmente existen están bajo grave amenaza de muerte en los próximos 5-10 años porque una máquina hará el trabajo y, siento decir que seguramente mejor.

( Sí, también se van a crear nuevos trabajos pero ya os digo yo que crear es mucho más lento que destruir )

Y la pregunta es, ¿esto es malo en sí mismo? A corto plazo la va a liar parda pero en el fondo, es un gran avance para la humanidad. Tan grande que nos va a costar su digestión.

Los científicos han hecho su trabajo creando ingenios que trabajen mejor que nosotros ( ya no tenemos que esclavizar a personas! ) Ahora, la pelota está en el tejado de los políticos y economistas. Hasta ahora nuestros ingresos y clase social, provenían de nuestro trabajo, hasta nuestros apellidos provienen en muchos casos de nuestros trabajos! si no hay trabajo, ¿de dónde salen mis ingresos y mi reconocimiento social?

Este es el problema a resolver ahora, y va a hacer forzosamente que el futuro sea muy diferente a lo que ha sido el pasado.

Se van a necesitar mentes muy creativas y con pocos vínculos al “es que así funcionan las cosas”, y personas muy tenaces que sean capaces de sobreponerse aluvión de críticas cada vez que se quiera cambiar una “costumbre”.

Mi apuesta personal es que vamos hacia un futuro donde;

la juventud tendrá que dar un paso al frente y liderar el cambio, las jornadas laborales se irán flexibilizando y reduciendo, tendremos cada vez más tiempo “libre” y lo usaremos para inventar el nuevo futuro. Los estados serán cada vez más globales y multilaterales. Necesitaremos políticos y políticas de una calidad excepcional que prioricen el bienestar de las personas. Se practicará el capitalismo de estado como nunca antes y se venerará la figura del “dictador benévolo”. Los gobiernos van a tener un papel determinante y tendrán que suavizar el golpe inicial con medidas sociales sin precedentes. Se recortarán libertades y el control sobre las personas será exhaustivo. Los bancos centrales van a tener que emitir dinero a cascoporro (ya lo están haciendo) para financiar a los estados en esta transición. Los bancos tal y como los conocemos terminarán de colapsar porque los estados no podrán seguir permitiéndose sus quiebras y, medidas de subsidio universal como el ingreso mínimo vital tendrán cada vez más y más sentido.

Nuestra generación va a ser testigo de lo que probablemente sea la evolución más rápida y radical en la historia del ser humano. Agarraros a la silla.

Volvemos al paraíso, si bien el camino no va a ser fácil, y seguramente nos costará buena parte de nuestro libre albedrío.

La ventana de Overton.

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