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Política HBO

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Redacción Cordópolis

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La política (o ya no sé si la vida) parece haberse convertido en una serie de ficción. Los protagonistas (los políticos) se han visto todas las series, que además son de ficción, y las toman como una especie de manual 2.0 a El Príncipe de Maquiavelo (que nadie se ha leído y por eso tiene tan mala fama). Los protagonistas (los políticos) se creen esos juegos de estrategia que han sido diseñados por guionistas, muy buenos por cierto. Esos guionistas han logrado que cada noche nos metamos en vena un capítulo más de una serie que, insisto, es ficción.

Llevo 20 años cubriendo información política y, oh, spóiler, nunca pasan las cosas que hemos visto en Borgen, Baron Noir, El Ala Oeste de la Casa Blanca o House of Cards. Algunas se le parecen. A otras se le ponía un poco de adjetivos en una crónica y le podía dar un aire. Pero todas (creo que como real solo podría salvar a The Wire) están a años luz de lo que de verdad le pasa a un político.

En España, a cualquier político se le llena la boca diciendo que la verdadera escuela está en los ayuntamientos pequeños. Es verdad, pero muchos de los que lo dicen no han sido concejales, alcaldes o han tenido que levantar el reparo de un interventor ante la presión vecinal. Y los que lo han sido o no lo han entendido o les ha gustado muy poco... escuchar al vecino.

Ahora priman esos políticos que se creen protagonistas de esas series, que trazan sesudas estrategias, que priorizan el relato sobre todas las cosas, y que piensan que si sacan un conejo de una chistera al día siguiente tendrán mayoría absoluta. O dan un golpe genial. O cometen un homicidio político, que será muy aplaudido por los que luego tienen que votar.

De lo que quizás no se dan cuenta es que se han convertido en una fábrica de abstencionistas. O de desafectos. O de ultras. La política empieza a entenderse como los equipos de fútbol, como un Barça-Madrid, en el que los indecisos (¿los árbitros?) reciben un carro de insultos en cada partido.

Lo que ha pasado estas semanas en Madrid abochorna a cualquiera. En verano, el Gobierno renunció a seguir liderando la lucha contra el virus por el enorme desgaste al que le sometieron las comunidades autónomas durante el mando único y el estado de alarma. Algún gurú de La Moncloa pensó que era mejor dejar que esos presidentes se cocieran en salsa que salvar miles de vidas y librar al país del coronavirus. En la Comunidad de Madrid han pensado ahora que lo mejor para sus intereses (ganar las próximas elecciones, seguir en el poder, y a la gente que le den) es freír al Gobierno de España y obligarle a decretar otra vez el estado de alarma, para acusarle de todos los males.

De verdad, la política está deviniendo en una serie horrible. Hay una en la HBO. Se llama Vota a Juan. En esa al menos te ríes. En la vida real dan ganas de llorar.

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