La ola
Hace ya 18 años que estoy pegando teclazos frente a la pantalla de un ordenador para contar cosas. En el año 2000 recuerdo que el entonces llamado Día de la Mujer Trabajadora (muchos siguen haciéndolo) era una cosa extraña y bastante minoritaria. La mayoría de los hombres, confundidos, regalaban rosas a sus esposas, madres o hijas. Incluso muchas mujeres las recibían con el alivio de saber que al menos ese día eran importantes.
Entonces, las manifestaciones por el 8 de marzo eran una anécdota en una semana donde algunas instituciones intentaban visibilizar acciones y donde lo más que hacíamos era publicar esas noticias en un “breve con foto”: la mínima expresión del periódico. Este jueves, me acordaba de aquellas mujeres que apenas si tenían manos para aguantar tantas pancartas como diseñaban, en unas protestas a las que casi siempre iban las mismas pero que sabían que tenían razón.
Este jueves, jamás había visto una cosa igual. Las paredes de la plaza de la Corredera retumbaban. “Aquí hay ya más gente que en la Noche Blanca del Flamento”, me decía, alucinando, Toni Blanco, fotógrafo. La calle Espartería (Rodríguez Marín según el callejero) seguía escupiendo una riada de gente cuando la organización daba la manifestación por concluida y por el Arco Alto de la plaza ya se marchaba una primera oleada.
La plaza de la Corredera es quizás el mayor espacio diáfano de la ciudad. Sus más de 6.300 metros cuadrados son difíciles de desbordar de una manera tan impresionante como lo hizo la histórica manifestación feminista del 8 de marzo. Sus olas, conformadas por personas, rompían una y otra vez por sus cuatro paredes. Apretadas, miles de mujeres y hombres culminaban lo que había sido una jornada emocionante.
Al día siguiente, tomando café con un grupo de compañeros de la profesión, coincidíamos en una cosa: puede ser la gran manifestación acompañada de una huelga más pacífica en la que jamás habíamos trabajado. “En los piquetes hay hombres y se lía en el Corte Inglés”, reflexionábamos. Y sí, es verdad. Y eso era precisamente lo que algunos estaban esperando para que esta ola se rompiera y no triunfara.
El éxito de la manifestación feminista de este jueves ha cogido con el paso cambiado a mucha gente. Casi todos hombres e incluso alguna mujer. En Córdoba, por mucho que algunos buscasen todo lo que pasó fue bueno, fue democrático, fue pacífico, fue digno y fue necesario. Ya saben: la próxima revolución será feminista o no será. ¡Cómo habrá sido su éxito si hasta los ministros del PP se definían este mismo viernes como “feministas”!
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