El nuevo mayo cordobés

Córdoba es una ciudad de extremos. Como en los anuncios de los coches, pasa de cero a cien en un parpadear de ojos. Muchos de sus vecinos denuncian su letargo con la manida frase de que aquí nunca pasa nada. Hasta que pasa, claro.

El mes de agosto ha sido duro en la ciudad. Lo peor de un verano sin cines de ídem ha sido un calor infame agotador. Al menos antes había algún plan nocturno más allá de salir a la calle a tomar el ¿fresco?: un cine de verano en pleno casco histórico con su ambigú. Este año, ni eso. Acabó el Festival de la Guitarra y la ciudad se sumió en la apatía cultural más absoluta.

Pero ha llegado septiembre, se aproxima octubre, noviembre y hasta diciembre, con, quizás, demasiadas opciones. Cosmopoética, festival de piano, conciertos privados, conciertos públicos, teatro, recreaciones históricas, jornadas técnicas de Intercaza y hasta actividades de arte contemporáneo en la provincia componen, olvidándome de muchas cosas, un crisol cultural al que uno ya no sabe ni a qué acudir. Y lo mejor de todo: la gran mayoría de las actividades están llenas, con entradas agotadas desde hace semanas, lo que indica que sí, que hay demanda y que el otoño cordobés parece que es el nuevo mayo.

En estas fechas hay quien se queja, y con razón, de que no lleguemos a tal rueda de prensa, a cual manifestación, a este concierto, a aquella actuación, a otra interpretación. Insisto: tienen razón. Pero en tiempos donde en el sector de la comunicación aún nos estamos recuperando no hay medio que pueda cubrir, de la forma que se merece, tanto evento. Aunque se intenta. Por eso desde aquí pido disculpas anticipadas. Estamos trabajando en ello.

Hace una década, el Ayuntamiento optó por sacar cosas de la primavera cordobesa. Cosmopoética, por ejemplo, era un festival de poesía que se celebraba en el mes de abril. El objetivo era buscar un otoño cultural potente. Y es algo que con Flora a la vuelta de la esquina se está consiguiendo. Y eso que Eutopía ya no es lo que era.

A nadie puede sorprenderle que tras mayo son octubre y noviembre los grandes meses del turismo cordobés. Después, claro está, llega la Navidad y los villancicos nos confunden. Pero antes de primavera también están enero y febrero, dos meses que como finales de julio y agosto se presentan apáticos.

Córdoba, que es una ciudad media, tiene que ir acomodando citas en su calendario, pero mirando también a su clima. Y quizás esta entrada de otoño comience a parecerse un poco a la primavera, y no estaría de más ir pensando en otras fechas. Por aquello de que siempre pase algo.