Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
El 'fococidio'
Hace 12 años, a alguien de Parques y Jardines se le ocurrió la maravillosa idea de colocar dos ciervos bajo el triunfo del Puente de San Rafael. Durante años, a uno de los ciervos le estuvieron robando la cornamenta casi cada fin de semana después de que se la repusieran. Entiendo que era una especie de venganza por ese técnico metido a decorador en sus ratos libres que pensó que comprar unos ciervos en un catálogo de esculturas, que quedaban bien debajo de San Rafael, mucho mejor que un toro, un cerdo ibérico, un caballo (ya que detrás están las Caballerizas) o que nada. Entonces, no se pidió permiso ni a la Gerencia de Urbanismo, ni a la Comisión Provincial de Patrimonio ni a nadie. ¿Para qué?
12 años después, allí siguen los ciervos. La brillante idea de alguien se ha consolidado en el paisaje urbano ante la dejadez de las administraciones. Pero lo peor es que 12 años después, todo sigue funcionando exactamente igual que entonces.
El 10 de octubre, uno de los focos de los arcos de La Corredera diseñados por Juan Cuenca (uno de los miembros del conocidísimo a nivel internacional Equipo 57 pero ignoradísimo en Córdoba) se desprendió. Cerca había una niña y un camarero. En 2018 ya se había desprendido otro. El Ayuntamiento, hace tres años, decidió retirar tres focos que veía regulares. Pero a nadie se le ocurrió que lo mismo había que revisar los anclajes de todos, que habían pasado 17 años desde que se instalaron y que desde entonces habían tenido un nulo mantenimiento. Se tuvo que caer o medio desprender otro para que otro lumbreras decidiera llevárselos todos. Del tirón. Sin preguntar a nadie. Sin dar parte en la Gerencia de Urbanismo ni, por supuesto, en Cultura.
La Corredera es un Bien de Interés Cultural. A los cordobeses se nos llena la boca de orgullo y satisfacción cuando decimos que somos la ciudad con más declaraciones Patrimonio Mundial por la Unesco de Europa. Aparte de que no es verdad, siempre se cuenta mal: la Mezquita y el casco histórico son la misma declaración (no dos, como siempre cuentan los políticos), y el flamenco y la dieta mediterránea nos toca como la Lotería de Navidad, de manera muy repartida. Pero parece que no nos tomamos en serio eso de que el futuro de Córdoba también es su pasado.
La Corredera, insisto, es un lugar único: una plaza castellana en mitad de un casco antiguo de trazos islámicos. En 2001 concluyó una muy criticada restauración de Juan Cuenca, que le devolvió dignidad a una plaza muy maltratada en las décadas anteriores (ahí están las fotos de un mercado en el medio). Y como le gusta hacer, plantó su huella, que es también la del Equipo 57. Arregló con un cubo la entrada al subterráneo, instaló unas farolas que luego han sido emuladas (copiadas) en otros puntos de la ciudad y por otros ayuntamientos, y colocó unos faroles contemporáneos en cada uno de los arcos, que proyectaban una luz amarilla y muy singular.
Entonces, la reforma fue muy criticada. Como ocurrió después con el Puente Romano (pero esa es otra historia). Nuestro añorado Manuel Harazem ya vaticinaba lo que pasaría con todas estas reformas, y es lo que acabamos de ver: se aprovecharía que el Pisuerga pasaba por Valladolid para, ala, de un tirón, retirar los focos. En su lugar, y en una intervención que se merece un premio por la Unesco, se han colocado los mismos focos que usted, amado lector, acaba de instalar en su parcela, en el llano donde aparca el coche.
Pero este fococidio no deja de ser un síntoma de algo mucho más grave: el poco respeto al patrimonio de esta ciudad, especialmente al contemporáneo. En arqueología hemos visto cómo se han arrasado los arrabales islámicos durante los años de la fiebre inmobiliaria: qué más da, nos decían, hay muchos. Se llevaron por delante cimientos de antiguas mezquitas califales, barrios enteros de una ciudad que asombró en el siglo X. Se destrozó Cercadilla porque tenía que llegar el AVE y hasta han aparecido vigas de la Mezquita en casas de subastas británicas. Hace tres cuartos de hora, una celosía de Rafael de la Hoz que tamizaba la luz de la Mezquita fue cortada en diez pedazos.
Todo se ha hecho con el visto bueno de las administraciones. Así que, ilusos de nosotros, ¿cómo íbamos a esperar que la propia administración no se haya saltado todos los procedimientos del mundo en La Corredera? Eso sí, valiente vecino del casco histórico que decida instalar placas fotovoltaicas en el tejado, que sobre él caerá todo el peso de la ley. Supongo.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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