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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Incendio forestal en la Sierra de Córdoba

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España se quema. 2022 puede pasar a la historia como el año del verano sin fin, de las olas de calor interminables y de los incendios salvajes. A mitad de julio, ya se han quemado casi 200.000 hectáreas en todo el país. En Córdoba, de momento, son unas 120 hectáreas las calcinadas, muy poco en comparación con lo que está ocurriendo en prácticamente cada rincón del país.

Esta semana, no obstante, ha habido un gran susto. Al mediodía del miércoles, una columna de humo muy espesa alertó a miles de personas. El 112 recibió más de 200 llamadas, la centralita del Infoca se colapsó y la de los bomberos no paró en toda la tarde. El fuego se localizó en la carretera del Asuán, cerca del mirador. En pocos minutos, un enorme dispositivo del Infoca ya había perimetrado las llamas, que ardían pero que no crecían. 3,5 hectáreas se han quemado, muy poco para el tremendo daño que podía haber provocado el incendio en una zona de altísimo valor ecológico y sentimental.

Pero, ¿por qué se controló tan pronto el incendio y en el resto de España, donde el calor no es tan extremo como aquí, todo arde de forma salvaje? Afortunadamente, la Sierra de Córdoba se asoma a una ciudad de 330.000 habitantes. Y en su corazón hay un grupo de voluntarios organizados, el equipo de pronto auxilio de las Siete Fincas.

Cualquier experto en incendios forestales sabe perfectamente que los primeros minutos son vitales. Si en 15 minutos no se ha perimetrado el incendio es probable que con un poco de viento, humedad inferior al 30% y una temperatura superior a 30 ºC el fuego se descontrole. Y eso es precisamente lo que está pasando en la España vaciada: parajes en los que cada vez vive menos gente, que depende entre poco y nada de la sierra, y que cada día están más abandonados. Además de una cuestión de recursos, claro está.

Andalucía tiene la habilidad de haberse dotado del mejor servicio de extinción de incendios de Europa, el Infoca. El resto de comunidades españolas poco a poco empiezan a dotarse de servicios similares, aunque con muchos problemas, que también se notan ya en Andalucía. Pero aún hoy Andalucía no está tan vaciada como el resto de España.

Con pueblos cada vez más vacíos el 112 de la zona no recibirá 200 llamadas en cuanto alguien vea una columna de humo. La reacción ante el primer indicio de incendio va a ser mucho más tardía y, por tanto, menos efectiva. Con pueblos sin gente hay sierras dejadas completamente. Las fincas o se han dejado para cacerías (con vallas cinegéticas que encima dificultan el trabajo) o directamente se han abandonado. Sin ganado, el pasto crece y las zarzas incluso se levantan por encima de los árboles. Eso es gasolina en cuanto salta una chispa.

En Córdoba, por ejemplo, la zona en la que se produjo el susto del miércoles el pasto tiene proporciones bíblicas. El sábado anterior subí precisamente por esa carretera en bici. Aunque las cunetas estaban desbrozadas (solo en la parte que es competencia de la Diputación, en la municipal, como en la zona de Los Morales, el pasto seco se mete dentro de la carretera), el bosque tenía una vegetación tan intensa que daba miedo. Y no, yo llevo años sin ver ovejas pastando por la zona.

Aquí, desgraciadamente, apenas quedan pastores. Tenemos a nuestro Felipe Molina, nuestro gran transhumante, y poco más. Pero es que lo de Felipe es una heroicidad. No solo es que se sacrifique a pasar jornadas interminables fuera de casa con su ganado, sino que como negocio lo de salir al campo a buscar la comida, y no llevar la comida a sus animales, es algo que no se sostiene.

Porque es aquí donde está el gran problema: si el campo se está vaciando es porque ya no se puede vivir de él. Y ya sabemos lo que ocurre cuando algo se abandona.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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