Córdoba, sin palcos en Semana Santa
Yo no lo sabía. Me lo contó Rafael Zafra, presidente de la Agrupación de Hermandades en la Transición, en la Gloria. Y lo he buscado en la hemeroteca. La Semana Santa de Córdoba tuvo carrera oficial pero no palcos entre 1977 y 1996. 19 años. En 1996 era alcalde Rafael Merino, del PP, y la izquierda protestó. Pero en 1999, cuando Rosa Aguilar se convirtió en alcaldesa por IU los palcos siguieron en la carrera oficial. Y así hasta hoy.
Hoy acaba la Semana Santa de Córdoba, con la novedad del traslado de la carrera oficial al entorno de la Mezquita Catedral. Pero el paso de las cofradías por el principal monumento de la ciudad solo lo han visto los que han pagado un palco. Los que no se han tenido que conformar con buscar otros lugares. ¿La excusa? La seguridad. ¿El resultado? Calles inaccesibles para los cordobeses, los turistas, los cofrades y hasta los penitentes. ¿Se ha privatizado la calle? Sí, sin duda. ¿Había otra fórmula? Probablemente.
En 1977 se eliminaron los palcos de la carrera oficial y se retiraron las mantillas de las procesiones. La Agrupación de Cofradías de entonces consideró que la Semana Santa era del pueblo y que cualquier vecino podía ver la procesión donde le diera la gana sin tener que tirar del bolsillo. De las mujeres, se prefería que salieran de nazarenas a de mantilla, en una supuesta tradición importada de Sevilla. En 1977 al Ayuntamiento le pareció bien la retirada de los palcos y, para compensar, aumentó la subvención pública que recibía la Agrupación por organizar la Semana Santa.
En el año 2017, la Semana Santa se ha dividido entre los que pueden pagar y los que no. Por seguridad, los que no pueden pagar no han podido quedarse ni en el Puente Romano. Solo acceder (no sin dificultad) al interior del Patio de los Naranjos. Probablemente sin palcos, las 5.000 personas que dicen que caben en la carrera oficial habrían sido 20.000. ¿Habría sido seguro? Quizás. Quizás el mismo control de quien tenía ticket o quien no había pagado se podía haber establecido una vez que se considerase lleno el espacio.
Entiendo, y respeto, el traslado a la Mezquita Catedral. Es más, estoy de acuerdo con que es una promoción turística impresionante, en un monumento que lo es todo, que es Mezquita y Catedral, que tiene dos luces, horizontal y vertical, y en la que se ven nazarenos bajo arcos omeyas. Un tesoro. Pero esa promoción es solo para quien la paga. Y en eso, ya no estoy de acuerdo. ¿Se imaginan una carrera oficial sin palcos como hace 20 años? Duró dos décadas y la Semana Santa no solo sobrevivió, sino que se popularizó.
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