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Con el 'chucuchú' del Metrotrén

Alfonso Alba

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Antes, hace no mucho más de media década, uno paseaba por Córdoba y pensaba: “¡Hay que aquí nunca se hace nada! ¡Todas las ciudades tienen su Palacio de Congresos, su tranvía, y su todo! ¡Y aquí nada!”

Hay veces que uno pasea por Córdoba y piensa: “¡Menos mal que no hicimos ese proyecto! ¡O el otro! ¡Qué barbaridad!”. Dicen que rectificar es de sabios. Pero rectificar en la medicina y en la planificación de una ciudad muchas veces es imposible y en algunos casos, fatal.

El urbanismo, sus proyectos y las infraestructuras de transporte cambian la vida de la gente. El Plan Renfe lo hizo. Miraflores lo hizo. La 'municipalización' de Aucorsa tras la restauración de la Democracia lo hizo también. La construcción de parcelas sin control y de naves industriales sin regularización lo han hecho. Como el efecto mariposa, todo lo que hagamos hoy tendrá un efecto mañana. Lo que hoy es un vientecillo mañana será una tempestad. O al revés.

Dejemos la filosofía. Las infraestructuras de transporte cambian la vida de la gente. Al menos, su forma de moverse. Pero tienen que hacer falta y, sobre todo, ser viables. Hace algo más de media década en esta ciudad se planificó la construcción de un tranvía. Ocupó docenas de portadas de periódico, varios plenos y hasta un estudio completo, que hoy está cogiendo polvo en la Gerencia de Urbanismo. En Jaén, o en Parla (Madrid), se hizo el tranvía. Aquí no. Sus ayuntamientos están quebrados. El de Córdoba no.

En el mandato anterior, el equipo de gobierno que gozaba de mayoría absoluta, el PP, planteó el proyecto del Metrotrén. La idea no es mala. Al contrario. Se basa en aprovechar lo que ya está hecho (la vía del tren que parte a la ciudad por la mitad desde Alcolea hasta Villarrubia) y hacer una pequeña obra. Pero no tan pequeña. Quizás, lo malo pasa por que el gasto más importante lo iba a asumir el Ayuntamiento. Y no es un gasto baladí.

A día de hoy, el billete que usted paga cada vez que se sube a un autobús de Aucorsa no es el necesario para cubrir los gastos. El Ayuntamiento tiene que 'arrimar' billetes para cubrir el déficit que genera este servicio público. Pero esas son las cosas que las instituciones públicas tienen que hacer por el bien de sus ciudadanos, siempre que la cosa no se le vaya de las manos y no se asuma como crónico algo que debería ser puntual. Si el billete cuesta tanto es por que el gasóil que consume un autobús es muy caro, su mantenimiento también cuesta mucho dinero y hay que pagar un salario digno a sus conductores y profesionales.

El Metrotrén significa cubrir un déficit adicional. Es decir, ahora que lo que hace falta es una renovación absoluta de los autobuses de Aucorsa el Ayuntamiento tendría que asumir más gasto para poner en marcha este servicio que, también, será deficitario. El Cercanías igual. La única diferencia es que ese déficit quizás, y con suerte para el Ayuntamiento, acabe por pagarlo la Junta de Andalucía. Pero que nadie le engañe: tanto el Ayuntamiento como la Junta, aunque gobernados por diferentes partidos en otras ocasiones, son lo mismo, instituciones públicas, de todos.

Poner en marcha el Metrotrén seguramente no sea un drama como en su día lo habría sido el tranvía. Pero hacerlo sin pararse a pensar en las consecuencias, quizás sí. Y hacerlo, igualmente, sin tener un plan de movilidad consensuado por todos los partidos políticos y colectivos, en los que se incluyan propuestas de infraestructuras con los que todo el mundo esté de acuerdo, pues quizás también.

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