A Fiódor le encantaría
Cuando en los años setenta las autoridades franquistas cerraban la revista Por favor, la plantilla confeccionaba otra con la cabecera Muchas gracias.
Muchas gracias.
Es jueves.
No es domingo.
¿Alguna vez les he hablado de mi síndrome depresivo de los miércoles por la tarde?
No, es coña...
Pero como ven, la cosa no mejora. Admiro a los colegas que se pueden sentar a escribir una columna semanal sin problema. Ya no digo los que lo hacen diariamente... A mí me cuesta. Anoche, entre sentimientos de culpa varios y los efectos de acostarme tarde, fantaseaba con la idea de publicar Lorem ipsum. La columna definitiva. Perfecto texto creado por un programa de maquetación que rellena con latinajos imposibles y ramalazos de esperanto líneas y líneas, páginas y páginas. Sueño con reinventar este género periodístico, escribir la gran novela americana así, una tetralogía repujada en cuero. Un arma arrojadiza.
Se lo he comentado a mi pareja con un ojo cerrado y el otro llorando de felicidad.
Me ha dicho que no lo haga y me ha recomendado que plagie algo de Dostoievski.
Y por eso estoy escribiendo esto.
A Fiódor le encantaría.
Otro día les contaré otra cosa. Tal vez abordemos juntos la nueva poética nipona.
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