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A chuparla

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Ángel Ramírez

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Dicen que decía Borges que todo lo que ocurre tiene la costumbre de ocurrir en el presente. El otro día estuve en la presentación de unas jornadas de arte contemporáneo en la que el salón de actos estaba lleno, había bastantes carritos de bebés y niños llorando, y en la que no recuerdo que nadie pronunciara la palabra contemporáneo ni, creo, arte. Ocurrió en El Carpio en la presentación de Scarpia XII. Si necesitamos adjetivar el arte como contemporáneo es que algo pasa, no decimos ingeniería contemporánea, ni ciencia contemporánea, porque lo que hacemos es contemporáneo sí o sí, a no ser que hagamos el esfuerzo expreso de ser extemporáneos, y entonces quizás habría que adjetivarlo. Como ejercicio está muy bien, pero si alguien no es contemporáneo de sí mismo todo el tiempo quizás debería pensárselo.

Creo que esa cosa, el arte contemporáneo, está encontrando su sitio. Gentes como Miguel Ángel Moreno Carretero, alma mater de Scarpia, han encontrado el tono con el que dirigirse a la gente. Vamos a aprender, a hacer cosas, a intervenir en nuestro mundo con libertad y lo llamamos como quieras. Con esta llamada estábamos allí gente muy distinta que creíamos que los demás nos podían enseñar algo, curiosos y algo festivos. Así llevan doce ediciones tejiendo una red con experiencias y territorios que no suelen salir en los dominicales, y enriqueciendo la visión del mundo de muchos y muchas que recordarán los veranos de su infancia por aquella gente curiosa que venía al pueblo y nos mostraban que las cosas podían ser de otra manera.

Uno de ellos ha sido este año Santiago Cirugeda, un arquitecto sevillano rarísimo. Gente comprometida con lo público hay bastantes, que tengan además solvencia técnica y conocimiento, algo menos, y con esa determinación y capacidad de convicción, poquísimos. Nos contó sus recetas urbanas, un proyecto de arquitectura social que combina las negociaciones políticas con ejercicios de alegalidad urbana con el que ponen los espacios públicos en desuso a generar bienes públicos. Así han hecho una escuela de circo, centros de arte o viviendas alegales, cooperando con multitud de iniciativas colaborativas por todo el país, con una estrategia de hechos consumados. Lo cuenta con mucha gracia mientras llama mamones a la mitad de la clase política y manda a chuparla a la otra mitad.

Y pensaba yo en lo educados que somos los cordobeses, demasiado. Aquí le mandamos una carta al concejal pidiéndole una reunión, tres meses después le llamamos por teléfono, y si por fin nos recibe, nos suelen dar media verónica con cualquier argumento presuntamente técnico y nos quedamos tan panchos. Quizás nos iría mejor si todos los cordobeses y cordobesas antes de salir por las mañanas dedicáramos unos minutos a repetir frente al espejo “a chuparla”, hasta que salgamos a la calle convencidos y con un poquito más de mala uva.

En la foto: Miguel Moreno Carretero, Javier Burón y Santiago Cirugeda en Scarpia XIII (Fotografía: Colaborativa)

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