MÁS A FONDO… “SOY COMPLETAMENTE FELIZ”
Aunque todavía esté gratamente poseído por el espíritu del pasado 22 de marzo, Día Mundial de la Felicidad, reconozco que una afirmación como esta, con la que está cayendo y aunque aparezca entrecomillada, puede resultar demasiado directa y contundente.
Tanto es así que durante un momento, cierto que muy breve, he pensado en cortarme un poco e iniciar esta aventura con una propuesta menos comprometida y que, en ningún caso, sonase como prepotente y desafiante ante nada y ante nadie.
Lo que ocurre es que a mí siempre me ha gustado ir al grano, huyendo de utilizar estrategias interesadas para expresar lo que pienso, pues creo que confiar en la verdad emocional como vehículo de comunicación me ayuda a sentirme realmente libre, a pesar de todos los pesares.
Pero además es que a mí no me basta con sentirme libre, necesito ser feliz para disfrutar plenamente de mi libertad…
Esta certeza alegra y da sentido a mi vida, alejándola sin contemplaciones de un materialismo estresante, egoísta y sin alma.
Por este motivo, con una mezcla equilibrada de orgullo y humildad, la pregono sin pudor a los cuatro vientos para que motive a quienes puedan oírla con toda la razón que encierra y además quieran escucharla con toda la emoción que atesora.
“Soy completamente feliz”, ahora lo sé, porque he querido y he podido aprender tres grandes ideas que concuerdan serenamente con mis pensamientos pero, sobre todo, comulgan apasionadamente con mis sentimientos.
La primera, que la felicidad es un derecho moral irrenunciable que debemos disfrutar todos los seres humanos por el simple y maravilloso hecho de serlo, ya que nos conecta con la verdadera igualdad, a través de la imprescindible justicia social.
La segunda, que la felicidad no está en el objetivo que cumplir, ni en la meta que alcanzar, ni siquiera en el destino al que llegar… la felicidad habita en el proyecto que desarrollar, en la carrera que disputar o en el mismísimo camino que recorrer.
Ser completamente feliz no es llegar, es viajar y, al mismo tiempo, es la apasionada y apasionante aventura de vivir el viaje en primera persona…
Y finalmente, la tercera de mis grandes ideas aprendidas, quizás la que cierra un círculo virtuoso donde el cielo con el que sueño convive en armonía con el suelo que piso, es que la verdadera felicidad se encuentra en la pasión y la alegría de vivir la bendita normalidad.
Porque la normalidad no es monótona, plana, estática, previsible, inamovible… no es la perfección ordinaria y aburrida… La normalidad es cambiante, abrupta, dinámica, imprevisible, movible… es, en definitiva, la extraordinaria y divertida imperfección.
Por tanto, “soy completamente feliz” porque es mi derecho más sagrado a disfrutar de un viaje que he decidido emprender, con todas sus consecuencias, por la extraordinaria normalidad de mi vida de cada día.
Un viaje no siempre fácil pero que me merece la pena realizar, porque se construye a sí mismo a partir de mi propia experiencia vital de alegrías y penas, de triunfos y fracasos, de ayudas y traiciones, de amistades y enemistades… aderezándolo con los aprendizajes que más me interesan y ayudan por su clara genialidad y sencilla utilidad.
Un viaje inevitable y sin retorno, que quiero compartir cada semana con quienes seáis o queráis sentiros aventureros de esa “bendita normalidad” que significa ser feliz.
Para disfrutarlo con todos sus matices, sólo os pido que, al igual que yo, confiéis en una brújula un tanto especial y puede que desconcertante que, como la de “El Capitán Jack Sparrow”, solamente señala hacia los lugares que ansían nuestros corazones, desnudos de miedos infundados e insensatos.
Y, también como yo, soltéis las pesadas amarras que nos anclan a la insatisfacción y la desdicha por lo que no hemos sido, no somos, ni necesitamos ser para sentirnos completamente felices…
¡Esto va de emociones!… ¡¡Feliz viaje!!
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