We need new lies (Necesitamos mentiras nuevas)
Es curioso (y sorprendente) cómo las élites políticas y económico-financieras de este país continúan saludando y compareciendo estrechando manos, mientras, siempre, sonríen a la cámara. Como los comediantes cuando saludan al final de la función. Diderot definía al comediante como aquel que consigue hacernos creer que lo que vemos es real; pero apostillaba que: “si el comediante creyese que lo que dice y hace es real no sería un comediante, estaría loco y consecuentemente nosotros ya no lo creeríamos”. Nos mienten una y otra vez. Ejercen de torpes herederos de los ingeniosos trickter (embusteros) que engañaban, unas veces de forma solemne, otras de manera graciosa. Los de hoy carecen de gracia y solemnidad. Son simples. Sus mentiras están vacías.
Durante mucho tiempo (siglos) tuvieron a profesores, artistas, oradores, juristas, escritores, periodistas... que cantaban las razones del poder. Justificaban las mentiras. Amparaban el engaño. Le daban al poder la gramática necesaria para entender y aceptar las mentiras. Todavía hay quienes cumplen esa función (y aspiran a cumplirla). Aunque siempre encuentran a quién engañar, lamentablemente (para ellos) son cada vez menos necesarios y útiles. Está desapareciendo la necesidad burguesa de vivir en continua diversión y evasión. La fiesta se acabó.
Nuestras élites deterioran y deslegitiman esta débil democracia con sus viejas mentiras. Han conseguido que las causas justas se devalúen y desaparezcan al transformarlas en causas oportunas (y de oportunidad). Juegan, una y otra vez, con las palabras y sobre todo con los signos. Se han apropiado del concepto de mayoría y... nos hacen olvidar que la verdad no es siempre lo que piensa la mayoría. Erasmo dio en el clavo: “los oídos de los príncipes se horrorizan ante la verdad”. Se conocen a la perfección dónde se encuentran los bazares en los que comprar o alquilar nuevos y viejos disfraces. “olvidan –decía Orwell- todo hecho que no convenga recordar y sacan del olvido, sólo por el tiempo que interese, aquello que les conviene...”. Necesitamos mentiras nuevas. Que nos sorprendan y aligeren esta estúpida sensación de ya visto. Yo necesito una mentira nueva (I need a new lie).
Nota: Ahora que sólo me emociono con lo breve (que no es sinónimo de efímero), tengo un afán descalzo: necesito que me convenzan de que no estoy pisando cristales rotos.
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