La Grande Roue de París (96 m) fué construida para la Exposición Universal de 1900. Los restos de su desguace se convirtieron en un mercadillo de objetos antiguos y las cabinas eran tan grandes, que fueron utilizadas como casas tras la devastación de la Primera Guerra Mundial.
El mundo desde entonces está lleno de norias que se convierten en atractivo de las ciudades que se atreven a situarlas estratégicamente y romper sus sky line. Cuando en el año 2000 llegó la Rueda del Milenio a Londres superó en altura a la Cosmo Clock 21 ( 112,5 metros ) de Yokohama. “The London Eye” (135 m) fué y es sobre el Támesis uno de los iconos de la ciudad. Luego llegó la Estrella de Nachang ( China ) y la Singapore Flyer (165 m), para finalmente ser la High Roller de Las Vegas ( 167,6 metros ) la más de lo más.
Estoy en esa edad en la que mis hijos no se montan en otra rueda que no sea la de la vida y aún no se me cae la baba, ni he perdido la dignidad de mujer dura ( sí, lo sé, es una etiqueta que llevo colgada), con unos nietos que no tengo. Tal vez por eso me atrevo a decir que no puedo soportar la manía navideña de cualquier equipo que llega a Capitulares de permitir que Córdoba sea un parque de atracciones infantil, fragmentado, incómodo y cutre. Un quiero y no puedo.
Si vas al Paseo de la Victoria te topas allí con unos cuantos cacharritos deslavazados; si vas al Vial, el horror es máximo, con unos muñecotes y un mar de plástico blanco al salir del AVE. ¿Que pinta ese mini parque de atracciones en el paseo más espléndido de la ciudad ?; y ahora llega el horror de la mini feria del bulevar del Gran Capitán. Cuatro absurdas atracciones que colapsan física, visual y hasta auditivamente una zona estrecha entre edificios. Y con la noria de este año me temo lo peor.
Las norias del mundo deben ser y estar en el sitio adecuado y a la altura de la ciudad. Un día soñé que era la alcaldesa de Córdoba - elegida a dedo, eso si - y ¿ saben lo que ordené ?. La recuperación del río a costa de alguna poda que nos iba a permitír seguir viendo el otrora gran río de Góngora; y la instalación de una noria grandiosa en la otra orilla para exhibir una de las ciudades más bellas del mundo. Si, fue un sueño… y yo acababa de volver de Londres.
Si queremos que nuestros niños disfruten de atracciones, hagamos un parque en un sitio adecuado, o ¿ porqué no? ! Una feria de navidad en el recinto ferial!; Y si queremos una noria, que sea admirable, que no moleste, ni agobie y que desde ella veamos el Castillo de Almodóvar, la imponente sierra, la Mezquita y los meandros del río.
Esta ciudad se conforma, como siempre, con muy poco. Y no me hagan que abra mas la boca. Ser cuatro veces patrimonio de la humanidad debiera imprimir otro carácter a este ir y venir de parches y cacharritos navideños absurdos, sin estética e incómodos para todos.
Camino del AVE el domingo me topé con unos coches de choque en mitad del vial. En el centro de la pista un señor y su hijo que no atinaba mientras los inmisericordes lo golpeaban a diestro y siniestro y pensé: “Lo mismo es para que aprendamos”. Y es que la vida es como esos coches. O te andas listo, o te machacan.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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