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El mundo hacia atrás

Carlos Puentes

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Puede leerse estos días la buena nueva de que la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba aprobará hoy mismo el cambio de nombre de la Plaza de San Basilio por el de Plaza Jesús de la Pasión, todo, a petición popular, encabezada por el Hermano Mayor de la cofradía del propio titular. Demanda justa y loable que viene a callar las bocas de esa panda de mastuerzos que entienden la toponimia como parte ineludible del patrimonio cultural de un lugar. Una nueva batalla de la discreta y desconocida guerra que el Ayuntamiento de esta ciudad viene ganando desde tiempos de Doñarrosajoaquina para la extinción del callejero tradicional cordobés por el mucho más moerno de toda la epigrafía de mártires, santurrones y morralla folclocristiana con el que poco a poco se van llenando las páginas amarillas.

¡Pero ay de aquél que intuya crítica donde sólo hay sana admiración! Me alegra comprobar como la demanda popular tiene su adecuada respuesta, y si los tiempos y las gentes demandan santos ¿quiénes son los culturetas para imponer su razón? Quiero intuir que entre los cuatro colegas de mi barrio y yo, que semanalmente nos reunimos en el bar de la esquina a celebrar la eucaristía pastafari, podremos conseguir nuestra histórica demanda de cambiar de nombre la Avenida de Cádiz por el de Avenida del Monstruo Espagueti Volador, dios único y verdadero de toda la pastafaridad. No es coña, existimos y reclamamos nuestro sitio. No somos ni más ni menos que nadie y reivindicamos el mismo derecho al fomento de la estupidez que el de todos nuestros vecinos, y nadie, absolutamente nadie, nos lo podrá negar, nos ampara el artículo 16 de la Constitución Española.

Del mismo modo, la meteorología nacional parece estos días querer dirigirse hacia un escenario en retroceso, una vuelta atrás con la que acompañar el paso ligero hacia este neo-medievo que poco a poco se va imponiendo. Si la Península Ibérica acostumbra a ver pasar sus nubes de oeste a este, lo que estos días viene es todo lo contrario. Verán, como ya sabrán, la dinámica atmosférica del Atlántico Norte viene marcada por una cosa llamada Jet Stream, o Corriente en Chorro, que dirige la trayectoria de las grandes masas de aire, y que por cosas del efecto Coriolis, en esta parte del planeta siempre van de oeste a este. Es por eso que casi siempre vemos pasar las nubes en la misma dirección y el señor o la señora del tiempo nos cuenta eso de la lluvia afectando primero a la mitad occidental.

Pero hay ocasiones en que eso no es del todo así. El Jet sufre frecuentes estrechamientos como consecuencia de la distinta diferencia de presión que existen entre las regiones septentrionales, que tienden a facilitar la entrada de vientos de componente norte, como los que nos llevan haciendo tiritar desde hace un par de semanas. Y puede ocurrir que ese estrechamiento se convierta en todo un panzamiento sobre Europa, que posibilite la entrada de vientos procedentes desde Siberia, las recurrentes siberianas que traen el clima del soviet hasta la Península. Lo que ya no es tan corriente es que ese panzamiento sea total, dándose una clara entrada sobre la Península de vientos de componente este, con borrascas mediterráneas que atraviesan nuestro territorio desde levante hasta poniente.

Eso, como todo, tiene un nombre. La cosa en cuestión se llama retrogresión, un palabro meteorológico que ayuda a comprender la dinámica de la cosa, una suerte de paso cambiado, de vuelta atrás meteorológica que nos meterá desde el este lo que el Mediterráneo nos quiera cocinar. Una situación compleja y peligrosa, como muy bien recordaba ayer el magnífico Ángel Rivera en su blog, donde coincidirá haber pasado el punto álgido de temperatura superficial mediterránea, con la perseverancia de la masa de aire polar que viene marcando registros casi históricos en buena parte de la mitad sur peninsular para un mes de noviembre. Una extraña combinación que hoy mismo podría dejar alguna que otra sorpresa por el arco mediterráneo que podría prolongarse durante el próximo fin de semana, y que por nuestra zona nos dejará el paso de poca lluvia desde donde nunca suele venir, desde donde ya pasó, y la sensación de que todo marcha, como viene siendo costumbre, hacia atrás.

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