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Volver a ver

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Juan Velasco

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Decía Quentin Tarantino que hay dos tipos de amantes del cine. Están los que les gustan las películas y los que les gustan las películas que les gustan. Esos que vuelven una y otra vez a aquello que aman.

Yo soy de los segundos.

Eso explica que en el último año y medio, haya vuelto a ver, de nuevo y por este orden, Breaking Bad (por segunda vez); The Shield (por segunda vez); Los Soprano (por quinta vez); y The Wire (por cuarta vez).

Mientras volvía allí donde fui feliz con otros ojos, me llovían las recomendaciones de series y películas incluidas en las diversas plataformas. La última, esa Gambito de Dama, que me emplazan a ver con tanta insistencia como antes lo hicieron con El Colapso. Y yo me resisto.

Me resisto porque, por ejemplo, ver El Colapso ha sido una pérdida de tiempo promocionada desde todas las redes sociales de las que dispongo. Y pienso en que antes yo tenía que acudir a un quiosco todos los meses para comprar prensa especializada y que tipos a los que no conocía de nada me dijeran en qué o en qué no merecía la pena invertir mi tiempo y atención.

Hoy, eso mismo me llega sin necesidad de ir a buscarlo. Y me doy cuenta de que no lo soporto. Incluso cuando yo mismo lo hago. Cada vez que alguien recomienda una peli, un libro o un disco, lo suele hacer acompañado de la perífrasis “Tienes que”. Como si, desde ese momento, hubiera que posponer todo para centrarse en su recomendación.

Es una forma de hablar, claro. Pero es lo que se me pasa por la cabeza cuando me dicen lo que “tengo que” ver, leer o escuchar, mientras yo lucho para reprimir mi inercia natural a decir: “No gracias”; En cambio sonrío y digo que lo pondré en cola.

Pero es mentira en el 99% de los casos.

Quizá por ello me empeño en volver una y otra vez a lo que ya sé que me hace inmensamente feliz. Volver a ver. Mirar de nuevo con otros ojos. Reflexionar sobre una obra y ver en ella como crece a medida que uno lo hace.

Volver a ver películas, o series, o leer libros, es un interesantísimo barómetro de crecimiento personal. Es un ejercicio saludable de reflexión sobre quiénes éramos la primera vez y quiénes somos ahora, la tercera, la cuarta o la quinta vez. ¿Se puede volver a ver con ojos frescos? Yo creo que sí. No habrá factor sorpresa, pero habrá una familiaridad, una sensación de compañía y una confianza. También habrá vacío.

Creo que nunca me siento tan vacío como cada vez que acabo Los Soprano y The Wire.

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