Juan Velasco es periodista y promotor cultural. Desde hace un tiempo coordina el área de Cultura de Cordópolis. Antes de eso, ha sido durante una década colaborador de la Agencia EFE en Córdoba y en Guadalajara y también ha estampado su firma en prensa especializada como Enlace Funk o Vicious Magazine. Como disc jockey, bajo el alias Juani Cash, dirige desde 2015 la promotora Jukebox Jam! y ha sido dj residente y programador en Sonora Beach (Estepona) y Gran Baba (Cádiz). También ha impulsado en Córdoba el Festival de teatro InstanTeatro (2018) y ha trabajado en la programación y la producción del Festival RíoMundi en 2018 y 2019.
El síndrome del Soul

En un local cerrado, sucio y decadente a la vista de cualquiera en la calle Alfonso XIII estuvo durante casi 20 años uno de los templos más dinámicos de la contracultura de esta ciudad. Fue algo más que un bar. Era un club social sin carnet. Un espacio al que todo el mundo estaba invitado, aunque era evidente que se buscara allí crear una identidad comunitaria propia que, vista en perspectiva, quizá sí que era algo excluyente.
Era el Soul. Y, aunque era un sitio público, fue el proyecto vital y personal de una pareja. Lola y Perry hicieron de aquel local su casa: sonaba la música que ellos querían que sonase; cambiaban cada verano la decoración a su gusto; y seleccionaban personalmente a un equipo que, en la mayoría de los casos, era una extensión de la personalidad del propio bar.
Aquel fue un proyecto único que murió cuando sus impulsores así lo decidieron. Fue un faro que se apagó cuando el farero quiso retirarse.
Cuando se anunció el cierre, se formó un vacío en el pecho de muchas personas. Y las redes sociales de hace una década -Facebook, principalmente- se llenaron de lamentos, reclamando que alguien tomara el testigo. Alguien escuchó aquella plegaria y reabrió el local a las pocas semanas manteniendo incluso el nombre original.
Lo que ocurrió no sorprenderá a nadie: la antigua clientela descubrió que aquel nuevo Soul no era el viejo Soul y dejó de ir. Así que el nuevo Soul fracasó. Como también fracasaron los posteriores intentos de reactivar el local, que lleva clausurado más de un lustro con un cartel en la puerta que pone “Cerrado por reforma”.
Pienso mucho en el Soul cuando paso por delante de los cines de verano de Córdoba. Desde que murió Martín Cañuelo y se activó el movimiento ciudadano que reclamaba que se mantuvieran abiertos a toda costa, vi claro que estos espacios tan queridos iban a provocar el mismo síndrome que provocó el Soul entre sus usuarios. Mi teoría era -y es- que el movimiento ciudadano que reclamaba su apertura iba a darle la espalda al nuevo empresario/gestor en cuanto comprobara que los cines de verano ya no eran los cines de Martín Cañuelo.
El síndrome del Soul es, a la vez, una negación de la realidad del pasado y una reacción contra la posibilidad de que exista un futuro que no nos pertenezca. Y creo que es lo que está ocurriendo con los cines de verano.
Dos detalles al respecto: las últimas temporadas de los cines de verano de Esplendor Cinemas ya eran pura economía de subsistencia. Un enorme porcentaje de la programación estaba copada por películas familiares y comerciales que eran las únicas que hacían viable la apertura. Sin embargo, el año pasado, en el año 0 de la nueva aventura empresarial, las críticas le llovieron al nuevo gestor de los cines por hacer prácticamente lo mismo.
Ahora, ocurre otro tanto con la programación fuera de temporada. No hubo quejas públicas cuando Martín Cañuelo puso el Cine Fuenseca dos años seguidos a disposición de una conocida marca de cerveza para que montara un evento musical y gastronómico durante el mes de mayo en Córdoba. Al nuevo gestor de los cines, sin embargo, le han montado un piquete vecinal y ciudadano horas después de anunciar su propuesta estrella para el Cine Delicias esta primavera. Adivinen: un evento musical y gastronómico.
Personalmente, no tengo vacuna contra el síndrome del Soul. Si alguien me preguntara, le diría que conviene dejar morir en paz los proyectos. Que no conviene elevar a los altares aquellas iniciativas que llevan personas a las que admiramos, ni intentar tumbarlas cuando el promotor no cumple con nuestras expectativas y deseos. El resultado de esta combinación desemboca en la recreación de cientos de pasados y la incapacidad de poder disfrutar de ningún futuro.
Más allá de la nostalgia de un tiempo extinguido, a lo que nos enfrentamos, si no nos vacunamos contra este síndrome, es a que, en los sitios que un día fueron importantes para nosotros, se cuelgue durante años un cartel de “Cerrado por reforma”.
Y por experiencia sé que eso suele ser el paso previo a la llegada de una gran cadena o un fondo de inversión.
Sobre este blog
Juan Velasco es periodista y promotor cultural. Desde hace un tiempo coordina el área de Cultura de Cordópolis. Antes de eso, ha sido durante una década colaborador de la Agencia EFE en Córdoba y en Guadalajara y también ha estampado su firma en prensa especializada como Enlace Funk o Vicious Magazine. Como disc jockey, bajo el alias Juani Cash, dirige desde 2015 la promotora Jukebox Jam! y ha sido dj residente y programador en Sonora Beach (Estepona) y Gran Baba (Cádiz). También ha impulsado en Córdoba el Festival de teatro InstanTeatro (2018) y ha trabajado en la programación y la producción del Festival RíoMundi en 2018 y 2019.
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