Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
El odio como ideología política
Lo acontecido el 21 de mayo en Mestalla, vino a poner de manifiesto el problema existente en España con el racismo y otros delitos de odio a pesar de los malabares constantes que realizan las Instituciones y Organismos por taparlos.
La gota que hizo rebosar el vaso en Mestalla nada tiene que ver con la totalidad de la afición valencianista, pero si representaba a ese tanto por ciento de la sociedad que hace una semana compró en las elecciones municipales y autonómicas el discurso del odio, el radicalismo, la vulneración de derechos, y el señalamiento y el escarnio público del otro que ciertos partidos políticos proponen en sus programas, discursos y publicidad electoral.
Que España tiene un problema con el racismo y otros delitos de odio ya sean estos por el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad intelectual o física o la orientación sexual ya no lo duda hoy nadie, siendo el fútbol el espejo y el cajón desastre de nuestra sociedad.
Este problema es directamente proporcional al problema que España tiene desde los años 90 con el creciente movimiento de extrema derecha, pero sobre todo, con el movimiento neonazi refugiado principalmente dentro del movimiento ultra por mucho que lo han intentado ocultar.
Cuando estos individuos y los grupos a los que pertenecen son señalados y expuestos públicamente, se ponen muy dignos y reclaman derechos, pero cuando hostigan, amenazan y dan palizas en algunos casos hasta la muerte, intentan de todas formas posibles, eludir su responsabilidad de forma cobarde y ruin.
Son cobardes que se esconden entre la multitud. Son cobardes que atacan en grupo porque nunca son capaces de ir solos, ya que pierden la fuerza y la protección del grupo. Y son cobardes porque suelen recurrir al victimismo como ha sido el caso reciente de Yomus. No podemos obviar que la vuelta de Yomus a Mestalla fue celebrada por el líder de España 2000 en 2021 https://twitter.com/damasco1812/status/1661657064123383810 .
El lenguaje es la herramienta principal para crear odio, y las redes, los medios de comunicación y los campos de fútbol su vehículo perfecto. La prostitución del lenguaje ha ayudado a crear una realidad paralela que influye directamente en las actitudes que llevan a cabo los individuos, donde un partido de fútbol se ve como “una batalla” y donde los medios hablan con términos belicistas continuamente.
La violencia en cualquiera de sus formas en nombre de cualquier causa por muy loable que esta sea, es una amenaza para los valores democráticos, la estabilidad social y la paz. Donde el discurso empleado busca obtener beneficios sin importar si este estigmatiza o deshumaniza a otras personas que no reúnen los estándares occidentales que los grupos arios consideran como únicas.
Toda ciudad y/o comunidad tiene su parte proporcional de radicales, y hay que poner los medios necesarios para evitar que estos tengan voz en la sociedad y hagan crecer el rebaño, ya que el discurso de odio que estos emplean viola los derechos humanos de las personas a las que van dirigidos.
Quien a continuación suscribe estas palabras ha tenido la oportunidad en los últimos meses de estar presente en diversas actividades académicas y mesas de trabajo y diálogo como la realizada por Lucena Acoge sobre delitos de odio e islamofobia , la llevada a cabo en Barcelona por el IEMEd donde se presentaron los resultados del Proyecto MAGIC sobre islamofobia de género en los medios de comunicación españoles y belgas, o más recientemente en la Mesa Provincial por el Diálogo Intercultural en la Diputación de Granada. Además de colaborar en diversos talleres en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba sobre discurso de odio en redes sociales, fake news, vulneración de derechos fundamentales y partidos políticos, con el Laboratorio de Inmigración, interculturalidad e inclusión social de la Universidad de Cádiz en Radio Uca-Incluye, donde hablamos sobre redes y delitos de odio (islamofobia) o de llevar a cabo junto con mi compañera Inés Bolaños el Informe Europeo sobre Islamofobia por segundo año consecutivo. Por lo que tenemos un contacto y conocimiento directo de la problemática que sobrevuela España.
Los datos hablan
En la anterior tribuna hacíamos referencia a que un 25% de la juventud en España se declara abiertamente racista y/o xenófoba. Aquí tiene que ver mucho el discurso de odio y los datos falsos o inexactos que la ultraderecha lleva lanzando desde hace años a través de fake news vía redes sociales. En muchos casos cruzando el límite de la legalidad y amparándose falsamente en la libertad de expresión, pero con la protección de un sector de la Justicia.
Pero estos datos van mucho más allá.
Si hablamos de crímenes de odio, podemos recurrir al trabajo realizado por Miquel Ramos y David Bou https://crimenesdeodio.info/es/ que recoge los crímenes de odio con resultado de muerte cometidos en el España entre 1990 y 2020, y que será actualizado próximamente tal como nos trasladó Miquel hace unos días.
Si seguimos con datos, debemos acercarnos al boletín que cada dos meses lanza OBERAXE sobre discurso de odio en redes que nos decía por un lado, en el boletín de enero-febrero de este año que se mantenía la hostilidad hacia las personas originaras del norte de África (43%), o que el discurso islamófobo (23%) aumentaba en 13 puntos porcentuales respecto a los datos del boletín anterior que fue de un 10%, mientras que en el de marzo-abril las personas originarias del norte de África son el grupo que más discurso racista y xenófobo recibe (34%) y el discurso islamófobo (26%) sigue prevaleciendo y ha aumentado tres puntos porcentuales en este periodo coincidiendo con la celebración del Ramadán.
Otros datos de importancia y a la espera de que salga el informe del Ministerio del Interior 2022, el de 2021 nos decía que durante 2021 hubo 1802 delitos e incidentes de odio, que eran 401 delitos e incidentes más que en 2020 https://www.interior.gob.es/opencms/es/servicios-al-ciudadano/delitos-de-odio/estadisticas/ .
A esto hay que sumarle la barra libre que hay en el fútbol para insultar a futbolistas y árbitros. Muchos se creen que por pagar una entrada tienen derecho a insultar libremente y no es así. La entrada te da derecho a disfrutar del espectáculo, no a esconderte dentro de la multitud y soltar tus más sucios pensamientos contra el primero o la primera que pase.
Vinicius ha sido el último y su caso ha explotado porque es futbolista conocido y el caso ha trascendido de nuestras fronteras. Pero antes que a Vinicius ya les pasó a Wilfred, Etoo, Kameni o Williams. Pero cada día en nuestra sociedad asistimos a actos denigrantes contra personas por su color de piel, su creencia religiosa, su orientación sexual o su sexo. Ni siquiera los asesinatos de Lucrecia Pérez, Jimmy, Younes Bilal o Aitor Zabaleta fueron un punto de inflexión.
Vivimos en una sociedad tan grande que nadie debería sobrar, siendo el vivo ejemplo de lo que es la diversidad cultural en su máximo exponente, donde han convivido, conviven y convivirán personas tan diferentes, pero al mismo tiempo tan iguales con respeto, tolerancia y empatía hacia los demás. Donde el espacio público es tan inmenso que nunca nadie debería sentirse excluido, pero eso por desgracia no siempre es así. En todo caso, si sobra alguien en nuestra sociedad, son los radicales, los extremistas y los fanáticos que embarran todo lo que tocan.
La educación y la pedagogía deben ser el camino para luchar contra afirmaciones arbitrarias que alimenten el discurso del odio y justifiquen la exclusión, donde prevalezca la formación antiprejuicios y sobre discursos de odio, ya que el conocimiento del otro es fundamental para evitar choques, prejuicios y la creación de bulos. Ya que conocer estas narrativas, es parte de la solución.
Para combatir este odio solo existe una fórmula, creer firmemente en la creación de sinergias con colectivos, Organismos e Instituciones, fortalecer el diálogo con ganas de construir una sociedad tolerante con “el otro”, fomentar actividades que ayuden a una convivencia más sana entre iguales, y por supuesto, incrementar la pedagogía tanto en el ámbito académico como en el social.
Por último, y no por ello menos importante, potenciar una diversidad amplia a todos los niveles, para que a la hora de tomar decisiones se tengan en cuenta las diferentes sensibilidades que componen la sociedad, donde contribuyamos a romper estereotipos, clichés y prejuicios. Donde se impulsen la creación de equipos diversos, transversales e inclusivos, y donde se promuevan acciones y medidas de sensibilización y se apueste firmemente por divulgar el valor de la diversidad.
Mientras unos tienen la piel negra, otros tienen el corazón. Tener la piel negra no es ningún problema, tener el corazón si lo es, porque solo albergas odio y rencor.
Sobre este blog
Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
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