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La foto de Messi

Víctor Molino

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La mejor fotografía del partido 12.12.12 se hizo a oscuras. La plasmación, recogida por apenas cuatro personas, recoge el simbolismo de toda una trayectoria. Es una instantánea de dimensiones meteóricas por lo que significa para el que, tras mucha lucha, pudo conseguirla.

Quizás ahí resida su importancia. Porque para que el principal protagonista pudiera colocarse en medio junto al mejor jugador del globo terráqueo antes sucedieron acontecimientos demasiado importantes como para obviarlos.

El Estadio El Arcángel vivió el pasado miércoles el hito futbolístico más importante que se recuerda nunca. Sobre el campo, un elenco de jugadores que, trascurridas décadas, aún seguirán jugando en las cabezas de los aficionados.

El fútbol es el deporte más bello que existe. Sin caer en la vulgaridad de calificarlo como de ejercicio mayoritario, el fútbol, por circunstancias de llámense marketing, entretenimiento o como se le quiera decir, consigue sensaciones únicas en el ser humano.

La disputa entre el Córdoba y el Barça, al margen de lo que estaba en juego, situó a Córdoba en lo más alto a lo que ha llegado en los últimos años. Porque se proyectó una imagen del campo que traspasó la barrera de lo mediático para posicionar a la ciudad califal en lo más alto del prestigio futbolero.

Cualquiera de los allí presentes supo en todo momento estar presenciando en primera persona un momento histórico. Algo que fue posible gracias al rigor de un equipo que, en esta competición, ha obtenido un fruto con sabor a majar por el esfuerzo desarrollado.

El conjunto cordobés respaldó con su juego la importancia y el caché que ofreció su público para con el mundo. Los blanquiverdes, superiores (sí) a un todopoderoso Fútbol Club Barcelona en la primera mitad, consiguieron arrebatar el bien más preciado de la cantera blaugrana, su balón.

El público, de su lado, levantó sorprendentemente la atención de un astro.  En el minuto cincuenta y cuatro, Messi miró a la grada. Estaba obligado a contemplar no sólo acústicamente la melodía tan perfecta que salía de las gargantas de más de veinte mil personas.

En los noventa y cuatro minutos que duró el partido, el Córdoba consiguió poner una sonrisa en los rostros de toda una audiencia. Obra y gracia de un hombre. Aunque se quite importancia. Curiosamente, el protagonista de la foto.

Concluída la contienda, con los jugadores barcelonistas abandonando el estadio y los periodistas ultimando la recogida tras las declaraciones en la zona mixta, Messi (de los últimos en salir), escoltado por dos miembros de la seguridad del conjunto catalán, emprendió el camino que unía el foso con la parte norte de un Arcángel ya sin luz.

Pisando de nuevo el césped y siendo reclamado por varios aficionados de los cuerpos de seguridad, con los que no tuvo ningún reparo en pararse, inició a medio sprint una trotada a pasos cortos y rápidos. Detrás de él, un señor enchaquetado, caminando casi solitario dijo:

-Messi, por favor, ¿me puedo hacer una foto contigo?

El jugador frenó un tanto mediatizado por su pareja de huída, el responsable de seguridad personal, que espetó:

-¿Quién eres?

-Messi, por favor, soy el entrenador del Córdoba y me gustaría hacerme una foto contingo.

-Sí, claro, cómo no.

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