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Andaluces Levantaos

Sergio-Manuel Tejerina-Campanero

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Norma Groenlandiers: No vamos a caer en tópicos. Simplemente Andaluces Levantaos

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Calculé que debía de tener unos seis o siete años más, aunque quizás fuesen doce. En aquellos tiempos yo todavía estudiaba en la Universidad, y mi mundo era tan joven que la mayoría de las cosas no tenían aún nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Aquella fue una larga noche y también hablamos de música.  Curioso engaño la Juventud, que  en su infinita vanidad te convence de que todo aquello que no conoces, simplemente, no existe.

Fue muy de madrugada. Tras muchos tragos; tras muchas horas; tras muchas risas; tras muchas referencias a los Stones Roses,  a My Bloody Valantine, o a los Pixies. Tras... bueno, ya saben.  Ella oía y yo hablaba, y hablaba, sin parar.  Ella conocía, yo no, el largo camino que separa oír de escuchar.   Ya en silencio, tumbados en su cama, sacó un cigarrillo arrugado de su bolso, se acercó a su minicadena y puso un nuevo disco. No dijo nada.

Confieso que había oído antes a Triana, pero nunca los había escuchado.  Aquella noche, Abre la puerta mató algo dentro de mí.  Creo que a la Certeza. Esa fría mañana de noviembre cuando regresaba a casa, noté que estaban renovando los carteles de la semana anterior en el Isabel la Católica; y me apené, pues rápidamente entendí que nuestro incesante Universo seguía su curso,  y dejaba atrás mi confortable mundo de certezas, y que esos carteles eran solo el primero de una serie  infinita de cambios aún más profundos que estaban por llegar. Cambiaba el Universo, y yo lo hacía con él.

Cuentan que fue a través de Rota y Morón. Que la censura del Régimen no  pudo llegar a la música que los soldados americanos y sus familias trajeron consigo. Y  que como tantas otras veces en la historia,  ahí esperaba Andalucía, dispuesta a permearse con lo mejor de aquella nueva cultura visitante. El rock.

Como saben, las columnas de nuestra celebrada Mezquita proceden de otros templos de religiones anteislámicas,  existe un dicho árabe que dice que los pueblos nómadas necesitan de los forasteros para las cuestiones de albañilería. Andalucía es un templo, un templo construido piedra a piedra durante miles de años por nómadas que vamos y venimos. Un templo viviente de inacabables y hermosas raíces.

Hace unos días volví a verla. Sigue fumando Chester.  Un cruce de miradas y un leve gesto con la cabeza. Nada más. Creo que sí, eran doce.

Cuaderno de bitácora desde el iglú. Décimo primera semana rodeados de hielo. El tiempo pasa y nuestros objetivos se van cumpliendo. El poblado cada vez crece más y gentes diversas vienen a visitarnos de vez en cuando. El proyecto de pastoreo trashumante de nuestros pingüinos adoptados desde el ártico hasta Groenlandia está llegando a su fin. Si las previsiones van bien estarán aquí para el día de Andalucía. Que bueno será tener a nuestros pingüinos Intangible, Dinámico, Kowalsky y Groenlandier entre nosotros durante unas semanas escuchando música en nuestra particular silent party en medio de la nada.

Nunca he sido de efemérides, ni de días reivindicativos, pero este año en la distancia me acuerdo de Rocío Jurado cantando el himno y me emociono. Recuerdo el patio del colegio de tierra amarilla y todos los alumnos viendo como izaban la bandera mientras sonaba el de Blas Infante por las trompetas de megafonía.

Empapados por la nostalgia y merendando comida liofilizada hemos empezado a charlar y nos vinieron a la memoria tantos especiales de Canal Sur hablando de lo castizo de ser andaluz, de mucha copla, de mucho flamenco y de poco andaluz de nuestro tiempo. Nos sentamos después de terminar nuestro arroz con leche de sobre, a buscar canciones de grupos andaluces que nos gustan, que nos han marcado. La deriva hacia Triana, Veneno, Alameda, Smash, etc era inevitable, pero le dimos una vuelta de tuerca (quizás por el exceso de azúcar)  y salimos del modo Canal Sur y entramos en modo “andaluces que la están liando”.

Grupos con los que hemos crecido, que han cogido testigo de aquellos maestros, que han adaptado métricas anglofilas a nuestro acento. Al final nos ha quedado una colección de 40 canciones de aquí, porque no solo de “se llama copla” vive el andaluz.

PD: Para ser sincero en los días de Andalucía de lo que más me acuerdo es de conciertos con camisas de cuadros vociferando el himno de los que cantan a los pueblos y no a las patrias.

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