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Córdoba año 260 d.C.: Ciudad muerta.

Antonio Monterroso

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No es la primera vez que el Casco Histórico de Córdoba pierde su vida fruto de una tragedia. Vamos al final de s. III d.C., cuando la ciudad romana de Córdoba había llegado a su máximo esplendor urbanístico. Teatro, foros, circo, anfiteatro, Divorum de la Calle Claudio Marcelo, acueductos desde la sierra, villas señoriales en el Brillante, alfares romanos cerca de las Ollerías, el puerto y sus barcos de río, el último fluir del mineral y tanto más. Un día, el vientre de Córdoba se retorció.

Estábamos excavando, allá por el 2000, uno de esos maravillosos yacimientos arqueológicos de Córdoba donde siguen croando tan campantes las ranas, dueñas y señoras aún de la otrora maravilla. Fina y culta agudeza de Pilar León para el Artemisión de Éfeso que yo mal adapto a ámbito Judería. Se trata del Patio Romano del Museo Arqueológico. Un lugar, como todo el Museo, simplemente espectacular, en el que nunca se acaba de invertir lo que, desde entonces, y van veinte años, se promete.

Ángel Ventura, entonces al mando de la excavación, llegó por la mañana con el terremoto bajo el brazo. Yo estaba allí al quite “¿Y si este desplome fuera del terremoto de Baelo y Munigua? No se han llevado una piedra”. Allí, entre Santa Victoria y el Museo, en un tajo en la entraña de Córdoba que no se creerán que existe, subsiste quizás el único edificio de Córdoba al que no le falta una piedra. No se las llevaron porque la ciudad no tenía medios. Un terremoto había echado abajo, literalmente, todo el aterrazamiento romano situado entre Santa Victoria y la calle Marqués del Villar. Ni grúas, ni personal posible existía para volver a elevar esos sillares.

Encima de todo ello, escombros y penas, crisis terrible esta primera. De casas, de talleres, de alfares. Escombros de haciendas hasta tapar aquellas romanas piedras. Donde hubo escaleras por tres siglos, quedaron rampas de tierra que ir arreglando por otros dos más. Donde había comunicación, simplemente quedó paso. Donde había monumentalidad, erial. Así lo encontramos en el 2000 porque nadie lo repuso, o pudo reponerlo: intacto.

Aquello del seísmo cordobés del 260 d. C. se nos tomó a pimiento verde intruso: Cuántas veces habremos leído lo del “supuesto terremoto”. A coro: “supuesto terremoto”! Han sido varios los yacimientos cordobeses posteriores los que lo han corroborado, amén de estudios propiamente sismológicos. Después de Córdoba, se ha detectado en Complutum, el Tolmo de Minateda en Hellín y en la misma Cartagena. Una tragedia general por tanto de Poniente a Levante, tal y como fueron las diversas sacudidas.

Córdoba nunca se repuso. O tardó cinco siglos en hacerlo, hasta que llegaron los sirios, unos condenados conquistadores, que en nada fueron tan españoles como andalusíes y, por supuesto, extraordinarios ingenieros de nuevo. Viva la Herencia Cultural Española en América, si no lo escribo reviento. Los andalusíes renacieron su Córdoba, tu Córdoba, como los españoles América, nuestra hermana América, con todos los defectos que tuvieran unos y otros. Eran reinos familiares en continua lucha donde el vulgo es un objeto cuya vida no tiene una mínima consideración, no democracias ni estados del “bienestar”. El mundo ha pasado casi todo su tiempo así, masacrando a su 90%. Esto lo enseñamos en la Facultad desde primero para quién pueda creer que no lo necesita saber. No admite prejuicio ni “re-juicio”. Lo que admite es ignorancia.

La ciudad, hasta ese momento andalusí, había perdido toda su vida urbana, que jamás, por todos los siglos de la Tardo-antigüedad, se restauró. Perdió su motricidad, sus conexiones, su desarrollo, su alma afanosa, su logística, su porte. Casas abandonas y eriales poblaron el centro histórico hasta entrado incluso el s. X. La ciudad se había reducido a un pueblo sin agua corriente.  Sombra de un gran nombre, el agua de Córdoba dejó paso a los pozos negros, y la salud, a la supervivencia. No se extrañen si, un día, se la vuelven a cortar.

Augusto jamás lo habría creído. En marcha el reloj que espera a los nuevos andalusíes.

@AntMonterrosoCh

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