Disfuncionalidades. Así no
Hay muchas cosas que no cumplen su función. Están ahí sin más fingiendo que van a hacerlo pero no. Pueden tener alguna otra utilidad pero desde luego no para lo que supuestamente afirman sus etiquetas que hacen. Pequeñas mentiras que sumadas son una gran estafa.
Hablo de esas cosas que, a modo de detalle, al menos podrían desempeñar mínimamente su cometido. Véase los jerséis con agujeros tan de moda en estos días…. Creo que, según la RAE (y el sentido común), a esa prenda de vestir de punto, cerrada y con mangas le falta (¿Tefal? Ay no, que asocio ideas a lo loco) algo de tela por en medio, así como para que cubra el maldito cuerpo. Abrigan la hostia vaya.
Y sin dejar este tema: los abrigos que no abrigan. Esto los hombres no podréis entenderlo porque alguien un día decidió que sólo abrigarían y serían calentitos los de tío y ale, adelante con la propuesta. No es que seamos frioleras, súper cuquis, coquetas y retarders (cualidades que, por supuesto, se pueden reunir incluso en pack completo, pero que no vienen de serie con el útero) es que de verdad que ¡nuestros abrigos no abrigan! Por inexplicables motivos, o bien carecen de relleno o lo van perdiendo a medida que pasan los minutos. Y sin embargo, abultan lo mismo. Magia negra.
Las toallas que no secan o, en otra modalidad, que lo único que hacen es dejar bolitas de colores por la piel bien jodidas de retirar una vez consigue uno estar seco. Gracias a Decathlon, capaz de conseguir con sus anuncios que ciudadanos de la Campiña Cordobesa se hagan con una tabla de Paddle Surf para disfrutarla jamás o que las casas del mundo se inunden de aparatos para hacer abdominales y romper lumbares, hoy no hay quien no tenga una toalla de fibra sintética en su armario. Otro FAIL.
No bromeo, creo que sería mejor ir al gimnasio con unas hojas de papel de periódico. Secan incluso más que las servilletas de bar que no absorben nada. He aquí otro objeto disfuncional… ¿Alguien ha sido capaz de limpiar una caña derramada gastando menos de dos servilleteros? ¿Cómo de rentables son esas “servilletas” para los negocios hosteleros? ¿A qué estamos jugando? Bayetas, esas sí que lo petan.
¿Y qué me decís de la fruta de garrafón? Maldita sea, está por todas partes y todos somos reincidentes en caer en el error de volver a comprarla. Los melocotones del Día, Caprabo, Metadona y hasta del Dani (no puedo ser más fan del nombre de esta cadena de supermercados) ¡son de madera!
Otra que me alucina son las gamuzas que vienen con grasa incorporada para ensuciar las lentes (yo creo que existen). ¿Hola? No, no queremos verlo todo como si fuese un sueño de ‘Salvados por la campana’. Bastante es no ver un pijo como para que traten de hacernos pensar que hay niebla.
Y luego hay inventadas hechas con mala fe. La que me pone de más mala hostia es la del tipo o tipa que un día pensó lo genial que sería empaquetar las lonchas de pavo hechas un jigo para que fuese imposible para el usuario sacarlas de una en una y, por supuesto, enteras. Gracias. En serio, gracias por nada.
O las supuestas raciones para dos de comida de sobre. Ya lo llamen pasta, rissotto o salteados, porque lo llaman comida y no lo es (¡no lo es!), está claro que dos personas no pueden alimentarse de esa mísera ración. Si no las han probado no lo hagan, yo es que, como ya me han dicho en varias ocasiones, me alimento como un divorciado de película de serie B.
¡Buf! Y en esta misma línea un compañero acaba de recordarme otra: al que se le ocurrió poner siete salchichas en los paquetes. ¿De verdad creen que es una cantidad usual? No hay más preguntas señoría.
Pues eso, cosas. Cosas disfuncionales.
http://www.youtube.com/watch?v=fUYaosyR4bE
0