Testosterona
Tenemos el susto en el cuerpo
Previsiblemente ninguno de los bravos muchachos que se molieron a palos en la Plaza del Moreal el pasado domingo habrá leído a Hermann Hesse. Tampoco es probable que se conmuevan con el delirio intimista de Keith Jarrett ni habrán sentido el latigazo mortal de los versos de Luis Cernuda. En su estrecho universo, no habrá sitio para los niños mutilados de Gaza y ni siquiera sabrán colocar en el mapa a la torturada ciudad de Járkov.
A estos machotes de fú les trae sin cuidado el cambio climático y la deforestación del Amazonas. El disparatado precio de la vivienda es un problema que siempre le compete a otros y nunca han dedicado una sola neurona a nada que no sea su puto culo. Al fin y al cabo, estos angelitos del señor han venido al mundo para soplar cerveza y reventar papeleras.
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