
Higaditos de pollo
No hay que descartar ninguna hipótesis
Todo lo que puedo decir sobre el apagón sin precedentes de la Península ibérica es que me jodió el arroz con higaditos que tenía preparado sobre la encimera. Las 12.30 del mediodía es una hora pésima para el apocalipsis. Te deja sin capacidad de respuesta ni kit de supervivencia ni hostia en verso. El caso es que tuve que improvisar una ensalada de canónigos con tomate negro, atún claro y aguacate. Y sinceramente no es lo mismo. Donde se pongan unos higaditos de pollo al ajillo que se quite la alimentación macrobiótica y el sursum corda.
Eso es lo que pasa por entregar nuestra vida a la vitrocerámica. Con un pañito se limpia en un santiamén, está claro, pero en caso de ciberataque global se nos cae todo el tinglado y nos quedamos con las patas colgando de momento. Al parecer, los chinos vendieron ayer más infernillos de gas y linternas frontales que en todo el año del dragón y del tigre juntos. Los chinos son los únicos que están preparados para un colapso electromagnético cósmico y quizás por esa razón el señor Trump está que se sube por las paredes.
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