Dos velitas y un destino
Queremos unir la medicina de Dios y la de los hombres
El 13 de junio de 2002, el arcángel San Rafael fue solemnemente nombrado Colegiado de Honor del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Córdoba. En un ceremonioso acto que contó con la presencia de personalidades sanitarias, políticas, sociales y también cofrades, el colectivo médico premió al santo custodio de Córdoba por sus “actuaciones en pro de la salud” de los vecinos y su decisivo “apoyo en epidemias de fiebre amarilla, cólera y tifus”.
El gremio científico le impuso al arcángel la medalla de oro por sus innumerables prestaciones terapéuticas que se remontan a “la noche de los tiempos”. No en vano Rafael significa etimológicamente medicina de Dios. Y así lo subrayó el por entonces presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos, cuya junta directiva, por cierto, ingresó ese mismo día en la Hermandad del Arcángel San Rafael Custodio de Córdoba.
“¿Por qué el médico tiene que acogerse solo a lo científico y rehuir lo esotérico”?, se preguntó filosóficamente el señor presidente del gremio galeno cordobés, según recoge la prensa de aquella luminosa jornada. De lo que se trata, explicó el responsable sanitario, es de “unir la medicina de Dios y la de los hombres en beneficio de la salud de los cordobeses”. Y pelillos a la mar.
Con ese bendito bagaje, el señor presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Córdoba, don Jesús Aguirre para más señas, se convirtió años después en el consejero de Salud de Andalucía, custodio (él sí) de la sanidad pública de 8,6 millones de seres humanos. Y fue bajo su dirección cuando la Junta dio la orden de entregar la gestión de los cribados del cáncer de mama a la compañía japonesa NTT Data.
Quiere decirse que con una mano el señor Aguirre le puso una velita al arcángel San Rafael y con la otra se la encendió a la sanidad privada. Con las consecuencias que todos ustedes conocen.
0