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Empleado del mes

Elena Lázaro

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Jose (así escrito, sin tilde y en versión llana, que no es lo mismo que José ni Pepe) subió el miércoles un peldaño más en su ascenso hacia el Olimpo de los“empleados del mes”. Y sin despeinarse.

La gesta no fue fácil. A esa hora ingrávida de las cuatro de la tarde cuando un socorrista que se precie dormita acoplado en su silla mientras por el rabillo del ojo cuida de que los clientes floten sin hacer demasiado ruido. A esa hora osó dirigirse a él y sacarlo de su sueño una villana con cara de pocos amigos.

- Perdone ( en realidad lo tuteó, pero Jose que ya empieza a sentirse José lo recuerda así) tengo un problema. He olvidado las chanclas ¿puedo pasar?

Jose no daba crédito a semejante planteamiento. Se levantó, estiró su camiseta para que la sujeta pudiera leer correctamente la palabra SOCORRISTA impresa a sangre, por el color, sobre sus pectorales duramente trabajados en la sala de tonificación del gimnasio, y respondió:

- NO SEÑORA

(primer disparo sobre una cuarentona que aspira a parecer veintañera cuando se pone el bañador y no asume que sus tetas se han dejado llevar por la ley de la gravedad) SON LAS NORMAS (segundo cañonazo para quien apoltronada en su vida burguesa deja la rebeldía para detalles como el que nos ocupa)

Entonces la temeraria sacó lo que la desgraciada creía su mejor sonrisa y Jose valoró como un patético intento de seducción gingival y al que sólo cabía responder con un contundente NO SEÑORA,SON LAS NORMAS. De lo contrario, la lamentable aspirante a nadadora hubiera podido sentir la tentación de rebelarse contra el orden establecido y enseñar el culo en el vestuario, tumbarse en lugar de permanecer sentada en la sauna, relajarse en exceso en el jacuzzi, pasear en la cinta de correr o, lo peor de todo, beber en la fuente en lugar de comprar en la máquina expendedora una bebida energizante.

Esa noche Jose durmió a pierna suelta, como un verdadero guerrero tras la batalla. Fue justo después de sacar al perro, bajar la basura, recoger los platos de la cena y recibir el beso de buenas noches de su madre. La misma que espera que su hijo deje de ser tan perfecto y se rebele contra un mundo que ha convertido a los veintañeros en conformistas que muestran sus encías al sonreír ante quienes les explotan.

Pero claro, ésas son ideas propias de una cuarentona que fue madre prematura porque decidió saltarse el orden establecido y saltar a la piscina sin chanclas ¿o fue sin bragas?

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