Camino al paraíso
En el nombre del padre, del hijo, del Espíritu Santo...
Plas, plas, plas
Amén. El señor sea siempre con vosotros
plas, plas, plas
Primera lectura
Plas, plas, plas
Salmo responsorial
Plas, plas, plas
Pueden sentarse
Plas,plas,plas
Estamos reunidos para despedir a nuestro hermano
Plas,plas,plas
El cuerpo de Cristo
Plas,plas,plas
La bendición del Padre,Hijo y...
Plas,plas,plas
Creo que no llego a tiempo.
Qué calor he pasado en misa. Y ese cura, lo que charla.
No llego, seguro que no.
La pobre mujer, verse ahora sola. Bueno, tiene a los hijos, pero, claro, no es lo mismo. Quizás la llame una de estas tarde para invitarla a venir.
No llego, no llego.
La chica estaba destrozada. Menuda carita tenía. A los mayores los he visto mejor, pero con todo lo que ha hablado el dichoso cura se han venido abajo. Que digo yo que por mucho que se empeñe el párroco no hay cómo tomarse esto como una buena noticia. Que estará mejor que nosotras el difunto; que allí arriba se vive estupendamente y para siempre; que la muerte es la puerta, el principio y no el final. Si es que es imposible resistirse a creer. El Paraíso debe ser una bicoca, pero desde que murió mi Juan yo lo tengo claro: lunes, miércoles y viernes, gimnasia en la piscina; martes y jueves, cartas con las del centro de día; sábados, al bingo, y domingo, misa, que hay que ganarse el Cielo.
Antonia aligera el paso para llegar al autobús. Sube y enseña la tarjeta de pensionista. Es sábado y va casi vacío. Encuentra asiento junto a la ventana. Está asfixiada. Saca el abanico del bolso y comienza a agitarlo ruidosamente contra su pecho.
Plas,plas,plas.
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