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Sara Pinzi: “Si las mujeres no entramos a diseñar el mundo de mañana, estará hecho a medida del hombre”
Cuenta Sara Pinzi (Abbadia San Salvatore, Italia, 1978) que, de pequeña, solía escuchar en casa a su madre decir que algunos objetos domésticos no eran verdaderamente útiles: “Se nota que esto no lo ha hecho una mujer”. Aquella frase se le quedó grabada y, con el referente de una tía que se dedicó a la ciencia, Pinzi decidió estudiar Ingeniería para poder diseñar un mundo útil también para las mujeres.
Una beca Erasmus le cambió la vida y la trajo hace años a echar raíces a Córdoba, donde desde el pasado verano es vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social de la Universidad. Como doctora en Ingeniería y Tecnología, y profesora titular de Química Física y Termodinámica Aplicada, en el área de Máquinas y Motores Térmicos, la masculinización de su ámbito de estudio ha sido una constante en su trayectoria que ahora quiere revertir. Y, desde el vicerrectorado de Igualdad trata de avanzar en la presencia de las mujeres en las aulas, en la investigación, en la docencia y en las cátedras.
Sobre todo ello, sobre las herramientas de las que dispone la UCO para conseguir ese objetivo y alrededor del 25 de noviembre, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Sara Pinzi habla con Cordópolis en esta charla acerca del “pequeño laboratorio” que la Universidad debe ser, como avanzadilla de la sociedad en igualdad y contra los roles de poder y control que hay detrás de la violencia machista.
PREGUNTA. ¿Qué le llevó a querer trabajar en la Universidad?
RESPUESTA. Lo que me llevó a querer trabajar en la Universidad y a estudiar en la Universidad fue que siempre me ha gustado el mundo de la investigación. En eso, en mi casa no tenía referentes. Como referente femenina tenía a mi tía, la hermana de mi madre. Mis padres no habían estudiado y mi tía fue la primera que salió del pueblo, de la familia minera de mi madre, y fue a estudiar a la Universidad de Siena, a estudiar Biología. Después se fue con una beca doctoral a la Universidad de Davis, en California. Yo tenía13 años y pasé un verano allí con ella en Estados Unidos. Y me encantaba. Para mí era mi ídolo, completamente. Me llevaba al laboratorio, me llevaba a ver todas las cosas. Entonces, allí pensé que también podría dedicarme a la investigación.
La Universidad tiene que ser avanzadilla social en igualdad
P. No sé si entonces decidió dedicarse a la Ingeniería y dentro de ella a una especialización tan concreta como la termodinámica, las máquinas y los motores...
R. No, yo di muchas vueltas. Estudié Ingeniería de Agrónomos. Además, al principio, cuando vine a España, me gustó el ambiente de la Universidad de Córdoba, la Facultad de Agrónomos y, sobre todo, el mundo de la cooperación al desarrollo que me fascinó, la solidaridad. Y ahí es cuando yo decidí que me quería dedicar a la cooperación internacional y pedí un proyecto fin de grado europeo en Honduras y me fui allí. Estuve seis meses y después estuve viviendo en Bolivia dos años, trabajando en temas de cooperación al desarrollo. Y me gustaba, me gustaba mucho la posibilidad de ayudar a las personas, de poder tener un impacto ,y además, como el idioma ya no era un problema, para mí fue muy bonito. Fueron unos años preciosos, aprendí mucho, cómo se puede aprender de otras nacionalidades, de otros sitios, la independencia… fue muy bonito. Después, estuve en Bolivia, en La Paz y en San Ignacio de Velasco, en unos pueblos con misiones jesuitas con un proyecto de la Agencia Española de Cooperación. Me quedé embarazada de mi primer niño y decidí volver a Europa y tenerlo ya aquí.
P. Y esa especialización por la que preguntaba de termodinámica, máquinas y motores, ¿cómo surge?
R. Eso surgió porque, después de volver a Italia y cuando mi niño tenía dos meses me vine con mi pareja aquí a Córdoba. Y aquí opté a una plaza de un proyecto de investigación sobre biocombustible. Yo había trabajado ya en algo de biocombustibles y entonces empecé a trabajar con la profesora María del Pilar Dorado en temas de máquinas y motores térmicos, y producción y ensayo de biocombustibles.
P. ¿Cómo lo traducimos para el común de los mortales? ¿Qué es eso?
R. Los biocombustibles son combustibles que se obtienen a partir de plantas. Entonces, claro, como yo venía de una formación más agronómica, estaba la posibilidad de producir un combustible que se puede mezclar fácilmente con el gasóleo, a partir de semillas de oleaginosas o aceite residual.
P. Imagino que era un área de conocimiento bastante masculinizada cuando estudió y no sé si también ahora en la docencia e investigación.
R. En mi área, afortunadamente, como mi directora de tesis era una mujer y en mi grupo de investigación hay unas cuantas mujeres que admiro muchísimo, yo me siento afortunada. No hay la misma situación en toda la Escuela Politécnica Superior, donde estoy, donde sí que las mujeres somos minoría, tanto como profesoras como las estudiantes, hay pocas estudiantes.
La violencia se basa en relaciones de poder y control, y el feminismo propone una forma de trabajar completamente diferente
P. Desde aquel momento en que estudió hasta ahora, en las dos últimas décadas, ¿qué sigue igual y qué avances ha habido en la presencia femenina en las aulas?
R. En ingeniería, lastimosamente no ha habido muchos cambios. No ha aumentado mucho la presencia femenina en ingeniería en proporción. Pero sí, a lo mejor, la visibilización social y la influencia de que sí ha habido ingenieras pioneras que han empezado a tener puestos de responsabilidad en las empresas. Lo que sí creo que hay que hacer es despertar vocaciones, intentar hacer algo para despertar esas vocaciones, porque todavía los números no mejoran, no mejoran. En la ingeniería, en línea general, en todo lo que son las STEM -en inglés, las siglas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas-, las alumnas son el 25%. Y en algunas carreras solo el 10%, como puede ser ingeniería informática. Entre docentes ha ido aumentando un poquito más la presencia, sobre todo en la fase doctoral. Pero lo que ocurre es que, cuando se llega a niveles más elevados, sobre todo a la cátedra, sigue habiendo bastante diferencia entre hombres catedráticos y mujeres catedráticas.
P. Precisamente, con el cambio de nuevo rector y su equipo, usted ha tomado las riendas de las políticas de Igualdad en la Universidad de Córdoba. ¿Por dónde había que empezar a actuar? ¿Cuál es el plan de acción?
R. Bueno, aquí en la Universidad ya se habían hecho bastantes avances porque mi predecesora, Rosario Mérida, había creado el vicerrectorado de Vida Universitaria y Política Inclusiva, y está montada desde hace años la Unidad de Igualdad. También hay una tradición desde 1991 de una serie de cátedras, había un aula y la Cátedra Leonor de Guzmán, que llevaban desde los años 90, a partir de un grupo de profesoras sobre todo de Ciencias de la Educación pero al que se han ido incorporando bastantes profesoras, que han hecho un trabajo excepcional, sobre todo en la investigación de género.
Entonces, es verdad que en la Universidad de Córdoba hay una gran trayectoria, hay una gran experiencia. Lo que sí creo es que, cuando yo me he incorporado, había la necesidad de que la perspectiva de género y la igualdad alcanzara áreas en las que todavía es muy difícil entrar, como puede ser la ingeniería, como pueden ser carreras un poco más masculinizadas.
Además, algo que veníamos pidiendo es la transversalización real en la institución de la perspectiva de género. ¿Qué queremos decir? Queremos decir que el tema de igualdad no tiene que entenderse como algo sectorial, sino algo transversal, tanto en cada centro como en cada servicio. Cada centro de la Universidad tiene que tener presentes acciones de igualdad en todo su quehacer cotidiano, como en las acciones de los servicios. Y esto yo creo que todavía falta, faltaba a pesar del esfuerzo, porque es difícil. Es difícil porque hace falta un cambio de mentalidad y hace falta que también el equipo que está trabajando contigo, se lo crea. Y en el caso de este nuevo equipo, yo me siento muy arropada. Creo que cuando planteo cuestiones de igualdad, siempre tengo escucha y disposición a adoptar nuevas medidas. Cosas que a lo mejor no podemos hacer desde este vicerrectorado pero que se pueden implantar desde otros vicerrectorados.
P. La he escuchado defender una Universidad feminista. ¿Cómo la definiría?
R. Es verdad, quiero una Universidad feminista. Exactamente, una universidad que promueve valores de feminismo, en el sentido también de paridad, de oportunidad y garantizar la paridad de acceso a los resultados en todos los ámbitos. Queremos que la perspectiva, los estudios feministas, se visualicen, puedan ver la luz y se defienda lo que venimos trabajando. También algo importante del feminismo en la Universidad es el cambio de enfoque, cómo funciona, cómo son las relaciones de poder…Estamos hablando, por ejemplo, de violencia (por el 25N, Día contra la Violencia de Género) y la violencia se basa en relaciones de poder y de control. Yo creo que desde el feminismo se propone una forma de trabajar completamente diferente, más horizontal, más colaborativa, más abierta, más transparente… Entonces, en esto también, yo creo que una universidad tiene que ser el ejemplo, el pequeño laboratorio donde podemos instaurar dinámicas también de ese tipo.
P. Existe un Plan de Igualdad de la UCO que citaba. ¿En qué consiste? Y, sobre todo, ¿cómo se aplica?
R. Existe el II Plan de Igualdad que está vigente hasta final de este año, hemos pedido una prórroga hasta diciembre de 2023. Y el Plan de Igualdad es prácticamente la hoja de ruta que organiza todas las políticas de igualdad de la universidad. Tiene varios ejes que se basan en docencia, investigación, transferencia, gestión, visibilización de las mujeres, paridad… Y hay acciones e indicadores y también los actores, las personas y los servicios involucrados. Es como una centralita de un coche, la que va organizando todas las acciones en tema de igualdad en la Universidad.
Cuando se piensa en una persona que estudia ingeniería, se piensa siempre en un hombre
P. ¿Cómo es esa aplicación? ¿Se lleva a cabo? ¿Flaquea en algún ámbito?
R. Mira, el problema de los planes de igualdad es la evaluación y la monitorización. De hecho, ahora estamos trabajando en la evaluación y monitorización del II Plan de Igualdad, porque no teníamos información al respecto, por eso nos hemos dado más tiempo, porque necesitábamos ver hasta qué punto se han cumplido los objetivos determinados.
Otro problema también que hay es la cuantificación de los indicadores. Hay indicadores que, yo acostumbrada a la ingeniería, para mí son muy cualitativos, entonces es un poco más complicado ver si se han cumplido o no se han cumplido. Lo que sí es cierto es que el II Plan de Igualdad en nuestro estudio, todavía tenemos que validarlo, se ha cumplido en una buena proporción, según los indicadores fijados. El objetivo que tenemos nosotros para el III Plan de Igualdad es que sean indicadores más fácilmente cuantificables.
P. ¿Cuándo se realizará ese tercer plan?
R. Nos hemos dado tiempo hasta diciembre de 2023, porque además queremos que venga de un proceso participativo, como fue el primer Plan de Igualdad, que se hizo a partir de todos los centros, con muchos grupos… Pero sabemos que cualquier proceso participativo lleva su tiempo.
P. Mencionaba antes que aún hay carreras muy masculinizadas. ¿Qué obstáculos hay que salvar para que determinadas carreras no sean de chicos o de chicas?
R. Yo creo que, primero, hay una serie de limitaciones, de problemas, que hay que resolver. Primero está el tema de los estereotipos, ahí hay que trabajar en este ámbito. Todavía es muy difícil romper estereotipos. Cuando se piensa en una persona que estudia ingeniería, se piensa siempre en un hombre. Esto, pasaba cuando yo era más joven por ejemplo, con los médicos, estaba el juego este de un médico que te opera…ahora no, en la Medicina eso se ha ido cambiando. Sin embargo, en ingeniería todavía son unos sectores muy difíciles de erradicar este estereotipo.
Después está el tema de tener referentes, de visibilizar a referentes mujeres, que se está haciendo mucho. Y después está también el tema de la corresponsabilidad y conciliación. En los ámbitos de trabajo, ahí hay que trabajar también de la mano de las empresas, con verdadero enfoque de género.en estos sectores. No podemos limitarnos a pedir que haya más mujeres. Tenemos que hacer que estos ambientes permitan conciliar la vida familiar. En muchos casos son trabajos donde hay que viajar mucho, se exige un elevado ritmo de trabajo, y hace que eso sea una carrera menos atractiva para las mujeres.
Y otra cosa, que estuvimos hablando con la Real Academia de Ingeniería, es el tema de la implicación social de las ingenierías. Es decir, toda la ingeniería, por ejemplo, biomédica, todo a lo que le pones el término 'bio' o algo social, se ve que se apuntan más chicas. ¿Por qué? Porque les interesa ver el impacto social de lo que están haciendo. Y muchas veces, estas carreras tienen muchísimo impacto social pero no se enseña. Parece que son todo números, abstracciones, competitividad, etcétera y no es esto. Todo lo que se hace, todo lo que tú estás diseñando, sirve para la sociedad. Y si las mujeres no trabajamos y no entramos a diseñar el mundo de mañana, el mundo de mañana estará hecho a medida del hombre. Por eso es tan importante que entren las mujeres.
En los próximos diez o quince años habrá un 'boom', las empresas tecnológicas, informáticas, buscan personal en todo lo que es tecnología de la información o las carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Si allí participa solo un 25% de mujeres, la brecha de género va aumentado. Por ejemplo, en todo el tema de la informática, las plataformas digitales, la inteligencia artificial. Nosotras estamos utilizando unos programas hechos por hombres, es decir, somos consumidoras de un producto hecho por hombres a medida de hombres. Por eso es importante, pero tenemos que hacer que estos trabajos estén a medida de la mujer. Y eso no es tan fácil.
P. ¿Cómo se incentiva la promoción de la mujer en el ámbito investigador y docente?
R. En el ámbito investigador sí creo que se ha hecho mucho avance, mucho esfuerzo. Se han hecho cosas maravillosas. Yo he estado trabajando también con la Unidad de Divulgación Científica y con el vicerrectorado de Investigación para la visibilización de la mujer en la investigación. Y creo que ha habido mucho avance. Se ve en el número de estudiantes que se inscriben en el doctorado, que hay muchas mujeres y muchas mujeres que quieren hacer carrera investigadora y carrera académica. Eso es cierto.
Lo que pasa es que sigue habiendo una brecha. Hay una brecha salarial y pueden decir: ¿Cómo que hay una brecha salarial, si una mujer cobra lo mismo, es una carrera pública? Pues la brecha salarial es que en la carrera académica hay una parte del sueldo fija y otra parte que son complementos de producción. Esos complementos van en base a la producción investigadora, a la transferencia con empresas, a liderazgos de grupos de investigación… En eso se ha visto en un estudio publicado el año pasado que hay bastante diferencia entre hombres y mujeres, alrededor de un 29%, en lo que son los complementos de investigación y transferencia. Y la edad donde hay mayor diferencia, donde realmente se ve esa diferencia, es en la franja de edad de 29 a 40 años. Ya después de los 40 hay menos diferencia. Ahí nos hace pensar que hay un problema de corresponsabilidad, donde hay que trabajar en la conciliación, en la coeducación también.
Algunas carreras solo tienen un 10% de presencia femenina. Hay que despertar vocaciones
P. Precisamente, la Universidad tiene un Plan Concilia. ¿Qué claves tiene?
R. El Plan Concilia fue algo muy bonito, ha sido un gran hallazgo. Es el primer documento, que se ha hecho con el acuerdo de todos los representantes sindicales, de todos los agentes de la Universidad, en un acuerdo para la conciliación entre la vida familiar y la vida académica. Hay muchas medidas sobre regulación, permisos, flexibilidad horaria en la docencia o flexibilidad en el Personal de Administración y Servicios (PAS) para la conciliación familiar.
Es un paso muy importante para las mujeres, pero no solo para las mujeres sino para toda la comunidad universitaria, porque todo el mundo puede pedir las medidas del Plan Concilia. Hablamos de corresponsabilidad. Tanto hombres como mujeres tienen que tener las mismas responsabilidades en las tareas y deberes familiares.
P. Aludía antes a la Universidad como un pequeño laboratorio. ¿Cree que la Universidad debe ser avanzadilla social en ámbitos como la igualdad?
R. Sí, yo creo que tiene que ser avanzadilla social en el ámbito de la igualdad y también de cómo se habla de igualdad. Creo que tiene que ser un espacio de diálogo. Entre tanta crispación, la Universidad tiene que ser un sitio abierto donde se pueda hablar. Y se puede hablar desde el punto de vista de la Universidad: desde la investigación, desde la transferencia, desde la docencia…siempre con un contacto con la sociedad, con el tercer sector, con todo el mundo. Nosotros tenemos nuestro papel y otras asociaciones tienen el suyo. Yo creo que la Universidad tiene que ser, en un mundo muy complicado donde no se consigue llegar a un consenso, el sitio donde hay que dejar un poquito de hablar con el estómago y ponerse a razonar y encontrar puntos en común y dialogar.
P. Estamos en vísperas del Día Internacional contra la Violencia de Género -la entrevista se hizo este pasado jueves-, y creo que usted huye de la igualdad que solo se recuerda el 8M o el 25N en las instituciones, sino que debe ser algo de los 365 días del año. ¿Cómo se impulsa eso?
R. Sí, eso se impulsa haciendo acciones a lo largo de todo el año. Primero, intentar crear redes, crear una comunidad de personas que crean en la igualdad. Y esto se hace involucrando a todos los actores, a todas las personas. Estamos creando una red, se llama Red de Apoyo a la Equidad, con todos los representantes de todos los centros para que puedan trabajar de forma capilar en los centros. Creo que es importante para que haya acciones, para que haya diálogo entre la Unidad de Igualdad y el vicerrectorado con todos los centros y servicios.
Después, que en todas las acciones que se realizan en la Universidad, se hable de igualdad. Que se hable de igualdad desde una mayor atención en el lenguaje, desde cuidar de la paridad en las comisiones y todos los órganos de gestión, desde dar a conocer el enfoque de género en la investigación... El enfoque de género en la investigación a nivel internacional, por ejemplo un compañero que está aquí y viene de Birmingham en Inglaterra, dice 'Tú no puedes pedir un proyecto de investigación de motores térmicos sin enfoque de género’, de igualdad. Porque es importante, porque tú tienes que cuidar que los resultados de tu investigación vayan a ser útiles para todo el mundo, no solo para la mitad de la población.
Es importante también que la gente vea que, si estamos en una sociedad igualitaria, todo el mundo ganamos. Ganamos porque en los grupos de investigación tenemos más oportunidad de financiación, todo el mundo vamos a tener más tiempo para nuestra vida privada para conciliar, y también en los ambientes masculinizados o feminizados, podemos tener más diversidad. Hay personas que piensan de otra forma, tienen otro punto de vista y también aporta riqueza. De hecho, se ha visto que en la empresa, desde que se aplican medidas de discriminación positiva, ha aumentado la productividad de la empresa. La presencia de mujeres, cuando se impulsa desde una óptica de ese tipo, mejora la productividad, baja la edad media de la empresa y hace que los resultados sean mejores, porque aportamos otro punto de vista.
P. ¿Qué poder de acción real de transformación tiene la Universidad en la sociedad?
R. Yo creo que mucho. Tiene mucha posibilidad, porque está formando. En la Universidad de Córdoba hay unos 17.000 estudiantes, son muchas personas. Eso desde la formación y también -hoy estaba en Ciencias de la Educación-, del efecto multiplicador de esa formación. Porque, por ejemplo, los maestros y maestras que salen de Ciencias de la Educación, a su vez formarán a otras personas.
Tiene también un efecto transformador desde la investigación y, sobre todo, desde la transferencia. Y después, desde la divulgación. Nosotros tenemos que estar en contacto con la sociedad, tenemos que hablar con la gente, en la calle, hablar con asociaciones, estar presentes en el territorio, estar de la mano de las asociaciones.
A mí me gusta, desde que he entrado al Rectorado, ver que hay un montón de gente por aquí, de congresos, de encuentros. Y creo que eso es importante. La Universidad tiene que devolver a la sociedad lo que la sociedad le ha dado. Es que a nosotros nos ha dado mucho, nos ha dado mucha gente y muchos recursos, confianza…Y eso tenemos que devolverlo. Entonces también en ese trabajo de divulgación, de transferencia, creo que podemos hacer algo más.
Queremos que la Universidad se considere un espacio de tolerancia cero hacia el acoso
P. Acabamos de pasar el 25N. La Universidad ¿cómo se ocupa de la violencia de género? ¿Qué acciones concretas tiene?
R. La Universidad, a través de la Unidad de Igualdad, tiene un protocolo para la prevención del acoso sexual o por razón de sexo. En el protocolo hay una comisión que está presidida por la directora de Igualdad, Silvia Medina, y hay personal especializado, desde Derecho a Psicología y además se invita a personal especializado dependiendo del caso. De una forma totalmente anónima y con total discreción, la Comisión de Acoso es el punto de referencia de cualquier persona que quiere denunciar una situación de acoso. Se hace una entrevista tanto con la persona que denuncia como con la contraparte, y de allí la comisión decide qué medida tomar.
Desde que yo he llegado a este puesto me he reunido con la subdelegada de Igualdad, con la representante en Córdoba del Instituto Andaluz de la Mujer, y con las fuerzas de seguridad. Entonces, cuando hay casos que pueden dar pie a una derivación, se derivan. Y cuando son casos de acoso que podemos resolver en el ámbito laboral, hay una resolución de la comisión y se resuelve.
P. ¿Y se detectan casos? ¿Se utiliza este mecanismo?
R. Sí, en 2021 hemos tenido ya tres casos. Y, justamente, en la campaña de este año por el 25N, la ubicación de los Puntos Violeta es justamente para esto: para que todos los centros de la Universidad haya un Punto Violeta, que es un punto informativo para que todo estudiante, personal docente o investigador (PDI) o personal administrativo o de servicios (PAS) que esté en una situación de acoso o que conozca y esté al corriente de una situación de acoso, pueda a través de un código QR, con el móvil, tener toda la información sobre nuestro protocolo de acoso, la dirección de la Unidad de Igualdad y la forma de poder actuar.
Hemos hecho una campaña informativa a través de esos Puntos Violeta en todos los centros, para informar de todo eso. Muchos centros nos lo han agradecido porque, sí es verdad que ese protocolo existía, pero era necesaria esta acción transversal y capilar hacia los centros. Porque a veces te ven que estás en el Rectorado, que estás muy lejos… Hay que hablar con los centros, hablar con los consejos de estudiantes, con el estudiantado, con el personal de administración y servicios (PAS) de los centros que ven lo que está pasando y estar en contacto con ellos.
Por eso, también, lo que contaba del tema de la Red de Apoyo a la Equidad, porque la idea es tener un representante del PAS, del PDI (Personal docente e investigador), de los estudiantes, en cada centro, como punto de referencia, también para casos de acoso o violencia de género.
Después, también por el 25N, hemos hecho una campaña centrada en un tema que creíamos podía ser de interés, sobre todo centrada en el estudiantado, que es quizás el colectivo más desprotegido y que más recurre a la Unidad de Igualdad en estos casos. Una campaña sobre el ciberacoso machista,el ciberacoso de género. Hemos visto que hay datos demoledores, que dicen que más del 40% de la juventud en España entre 16 y 29 años ha tenido un caso de ciberacoso; que las chicas reciben constantemente ciberacoso. Pero ¿qué pasa? Al ser con nuevas tecnologías, es difícil definirlo. O sea, es más difícil que una persona pueda reconocer, identificar, que está siendo acosada.
Lo que hemos hecho a través de la Unidad de Igualdad ha sido un vídeo trabajando con un grupo de investigación de la Universidad que trabaja en este ámbito, con indicaciones, clasificando los distintos tipos de acoso, con ejemplos, y divulgando estos casos para decirles que, si ocurre esto, por ejemplo la ‘sextorsión’- cuando compartes imágenes privadas con tu pareja y en caso de ruptura esa persona comparte esa imagen-, eso es algo que se da en muchos casos. Y eso es un caso de acoso, que tiene su consecuencia, hasta penales.
También en el vídeo han intervenido oficiales tanto de la Guardia Civil como de la Policía Local como Policía Nacional, hablando también de cómo identificar estos casos. O, por ejemplo, también casos de acoso, de mensajes constantes, todo lo que limita la libertad de nuestras estudiantes. Lo que queremos es que la Universidad se considere un espacio seguro, donde hay tolerancia cero hacia el acoso. ¿Por qué? Porque luego todos los casos más flagrantes que aparecen en los periódicos de violencia física, empiezan con estos pequeños casos de acoso. Entonces, si ya lo limitamos y damos recursos y soluciones para que las personas puedan defenderse, creo que es importante.
P. Creo que en su momento se hizo un diagnóstico sobre creencias y percepción de la violencia de género entre el personal docente, administrativo y alumnado de la Universidad. ¿Con qué resultado?
R. Ese diagnóstico se hizo en 2010, es poco actual. Se trabajó desde la Unidad de Igualdad y un grupo de investigación de la Facultad de Ciencias de la Educación. Y ahora estamos trabajando en otro diagnóstico, no sobre la percepción, sino sobre la situación de igualdad de género en la Universidad. Porque también de eso tenemos el problema de no tener datos: datos desagregados por sexos sino también datos más cualitativos sobre cómo ha entrado la percepción de género. Es algo que la comunidad universitaria iba pidiendo.
Y además es el paso previo para poder realizar el III Plan de Igualdad. Estamos casi terminando la evaluación del anterior, empezaremos el diagnóstico y, terminándolo, el nuevo Plan de Igualdad.
Hay datos demoledores sobre el ciberacoso machista entre la juventud
P. Entre el estudiantado, no sé si la alerta sobre la violencia de género ¿ha cambiado?, ¿se ha reducido en los últimos años? ¿Se palpa el negacionismo?
R. Pues… (Hace un silencio). Hay mucha heterogeneidad, creo. Es como si hubiese dos velocidades. Hay parte del estudiantado donde se ve que se ha trabajado mucho esto, donde hay mucha apertura mental y que están empujando también cambios. Y también hay mucha reacción. Pero creo que, cuando hay reacción, es porque realmente se ha hecho algo bueno.
Esta reacción, yo creo que en muchos casos va desde la familia al estudiantado y entonces parece la sensación de volver a atrás. Pero yo creo que no hay que tener miedo de las reacciones. Si hay una reacción, significa que podemos seguir. Lo que es importante es seguir desde puntos en común, desde la unidad.
La Universidad tiene que ser un espacio donde la defensa de los derechos humanos, de la igualdad, los valores como la inclusión, tienen que estar claramente defendidos y tener un acuerdo común sobre eso. En eso no podemos vacilar, no podemos tener ninguna duda, ninguna grieta, porque si no todo lo que es la reacción afectará a las generaciones que vienen. Y nosotros tenemos una responsabilidad con ellos.
P. Pero imagino que si existe esa realidad, esa reacción, en ese diagnóstico y ese trabajo que tiene la Universidad por delante, se tendrá en cuenta…
R. Sí, sin duda, hay que tenerlo en cuenta y hay que trabajar. Y a lo mejor también, por qué no, hacer una autorreflexión, una autocrítica y encontrar también otras formas de comunicar con las nuevas generaciones.
P. Su vicerrectorado también incluye otras políticas sociales y quería preguntar acerca del reglamento para el cambio de nombre de personas transexuales. ¿Está en aplicación? ¿Cómo se lleva a cabo?
R. El reglamento tiene ya varios años, está muy bien hecho y funciona bien. Este año creo que ya ha habido un caso y funciona de forma bastante ágil. Yo creo que ha sido un paso adelante muy bueno por parte de la antigua gestión. Y, por nuestra parte, en ese sentido, lo que queremos es darlo a conocer, que toda la comunidad universitaria sepa que existe. Pero, en principio, lo hemos estado analizando y creemos que funciona bien.
P. ¿Cómo se articula cuando hay un caso?
R. Es un mecanismo para que el estudiante que está en un proceso de cambio, y de tener nueva documentación desde un punto de vista legal, tenga toda su documentación dentro de la Universidad como es la matrícula, la tarjeta universitaria, toda la parte informática…ya con un nuevo nombre.
Eso se hace demostrando que ya ha empezado el proceso de cambio. Y eso permite que la persona que está entrando en la Universidad ya esté con el nombre con el que se identifica.
P. Para terminar, con la vista puesta en el futuro inmediato, ¿cuáles son las claves en las políticas sociales de las que se ocupa en la Universidad?
R. Primero, de la inclusión desde la diversidad. Creemos que es muy importante que sea una Universidad inclusiva y accesible. Después queremos que sea una universidad también solidaria y que haga también de la cooperación al desarrollo y la educación para el desarrollo, los derechos humanos, algo muy importante. Y, sobre todo, también la igualdad, que creo que es algo muy, muy importante.
Sigue habiendo brecha salarial en la carrera académica. Hay que trabajar en la conciliación
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