Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Rafael Rodríguez: “En la crisis los trabajadores nos volvemos más conservadores”

Rafael Rodríguez, secretario de CCOO en Córdoba | ALEX GALLEGOS

Alfonso Alba

0

Rafael Rodríguez es el cuarto secretario general de CCOO en Córdoba. El próximo fin de semana dará el relevo al quinto. Rodríguez, que tiene su puesto en el hospital Reina Sofía, dejará el liderazgo de uno de los dos grandes sindicatos en la provincia tras 12 años al frente. Dos tercios de su mandato han sido en plena crisis económica, con un goteo de parados que no dejaba de subir (alcanzando cifras récord en la provincia) y con unas movilizaciones que fueron intensas y que luego menguaron.

Rodríguez sigue despachando desde la segunda planta de la sede provincial de CCOO en el Bulevar del Gran Capitán entre una frenética actividad que va desde la asistencia a movilizaciones a reuniones con las instituciones y firma de acuerdos transversales con Diputación y Ayuntamiento. El edificio actual de CCOO es como una metáfora del propio sindicato: un “mastodonte”, en palabras del propio Rodríguez, testigo de un convulso siglo XX pero quizás todavía no totalmente adaptado al siglo XXI.

De eso va a esta entrevista, de cómo ha cambiado el mercado laboral, de cómo no deja de hacerlo y de que los retos a los que se enfrenta el segundo sindicato más antiguo de España van casi más rápido que su adaptación a ellos.

PREGUNTA. 12 años al frente de CCOO que llegan a su fin el próximo fin de semana.

RESPUESTA. Bueno, llevo 12 años en la secretaría general pero otros ocho en la de Organización.

P. 20 en total.

R. No al frente de la organización, pero sí en puestos de responsabilidad. El balance en global tengo que calificarlo de positivo porque el sindicato ha ido creciendo a pesar de las tensiones, de las zancadillas, de las campañas en contra y de los problemas económicos de la organización. El sindicato ha ido creciendo. En los momentos en que menos personas se han estado afiliando hemos estado en una media de 2,5 al día.

No hay ninguna organización que en sus peores momentos afilie a una media de 2,5 personas. Ahora estamos en una media de cuatro al día

P. ¿En Córdoba?

R. En Córdoba, en Córdoba. No hay ninguna organización que en sus peores momentos afilie a una media de 2,5 personas. Ahora estamos en una media de cuatro al día. Eso es muy positivo porque los trabajadores ven la utilidad del sindicato. En cuanto a la representación, cuando empecé en la secretaría general tras estar en Organización, el diferencial que teníamos con UGT estaba por encima de 400 delegados en la provincia de Córdoba. Hemos terminado 2016 con un diferencial de cuatro. Es decir, también el respaldo a las candidaturas de CCOO en las empresas se ha multiplicado, teniendo en cuenta que se han cerrado muchas y que en otras, al reducirse las plantillas, el número de representantes sindicales que se elegían también eran menos. A pesar de esto, CCOO ha ido avanzando sus posiciones. El peso político en la provincia que CCOO ha tenido también se ha reforzado. A las mujeres y hombres de CCOO cuando se sientan en una mesa frente a una organización o frente a una patronal se les escucha y son muy valorados y considerados. Las opiniones que ponemos en lo alto de la mesa se tienen en cuenta, se compartan o no. Todo eso está en el haber de todo este tiempo. Pero eso no es mérito mío, sino de muchas personas. Un secretario general en solitario no hace nada. Son muchas personas que en la negociación colectiva, que en la visita a los centros de trabajo, que en la negociación de los convenios, en los conflictos, en los expedientes de regulación de empleo, en la formación... están trabajando todos los días. Eso da una imagen del conjunto del sindicato que es su escaparate. Las personas que están dando curso de formación, por ejemplo, es lo primero de CCOO que ven muchas personas. O cuando hay un problema en una empresa, a la primera persona que se ve es a la persona o delegado de esa empresa. No a Rafael Rodríguez, que sale en los periódicos. No, no. Eso es un valor que tiene este sindicato que no es cuantificable, pero que es un valor patrimonial impresionante.

Por este despacho han pasado muchas personas desesperadas

P. En estos 12 años ha pasado de todo. Nos hemos encontrado con la peor crisis económica en la provincia en décadas. Recuerdo una rueda de prensa al principio de la crisis, a la que yo asistí, en la que te echabas las manos a la cabeza porque Córdoba iba a superar los 70.000 parados. Hoy todavía no hemos bajado y hemos superado hasta los 90.000. Además, en estos 12 años el trabajo sindical también tiene un resultado agridulce. Las encuestas de opinión suspenden a los sindicatos, como a los políticos, a los periodistas...

R. Bueno, las encuestas de opinión hay que ponerlas en el contexto en el que se hacen. Si se le pregunta a un jubilado, a un estudiante o a personas que están trabajando donde no hay representación sindical se dice una cosa. Sin embargo, si se le pregunta a las personas con trabajo en una empresa con representantes sindicales la opinión es distinta. De hecho, fíjate que en el último proceso de acumulación de elecciones sindicales más importante de los últimos cuatro años, a final de 2016, convocamos para que voten a 77.000 trabajadores en la provincia. Han participado casi un 68% de los trabajadores. Ese es un porcentaje que muchos políticos quisieran para sus elecciones. Y CCOO ha obtenido más del 33% de los votos, del total de votos. Es el sindicato más votado en la provincia.

Los parados están agotando el desempleo y los empleos que se generan son tan precarios que no se genera un nuevo derecho. No hemos salido de la crisis

Ha sido una etapa muy dura. No agridulce, sino agria porque la gente lo pasa muy mal. Por este despacho han pasado muchas personas desesperadas. Se les acababa el desempleo, el subsidio, no había cursos de formación... Es que en los últimos años tampoco ha habido cursos de formación para poder reciclar a esas personas. Bueno, la impotencia que muchas veces eso genera es grande. Pero el sindicato es una organización que tiene que generar esperanza en la gente. Tratamos de mejorar la calidad de vida de las personas. Ahí siempre me he situado en esa perspectiva, porque si no te hundes. Viendo cómo está el panorama, que efectivamente, cuando empezó la crisis creo que en Córdoba estábamos en unas 40.000 personas desempleadas. Hemos llegado a más de 110.000 según la Encuesta de Población Activa (EPA). Además, no solo son las personas que se han quedado paradas, sino la tasa de cobertura al desempleo. Cada vez está siendo menor: los parados están agotando el desempleo y los empleos que se generan son tan precarios que no se genera un nuevo derecho. No hemos salido de la crisis. Hay mucha gente que lo está pasando muy mal. ¿Qué estamos planteando ahora? Está creciendo la economía. Es indudable, un elemento objetivo. El año pasado creció al 3,2% y este año se espera el 2,4 o el 2,7%, pero no está llegando nada a los salarios de los trabajadores, ni los públicos ni los privados. Si queremos que la economía crezca, los salarios tienen que crecer. Nuestra economía no solo se tiene que basar en la exportación, sino también en el consumo interno.

Los trabajadores tienen que recibir parte del pastel

Además, los trabajadores tienen que recibir parte del pastel. Es decir, el trasvase que ha habido de rentas del trabajo a rentas del capital durante estos años ha generado una brecha bestial entre quienes más tienen y quienes menos. Los que más tienen han ganado y los que menos tienen han perdido y mucho. Aquí hay que hacer esfuerzos importantes. No se ha acabado el momento gris de la economía. Eso lo tenemos que abordar en varios planos distintos. Uno el de la negociación colectiva, que nos toca a nosotros y le toca a la patronal. Hay que mejorar la calidad del empleo. Hemos firmado acuerdos con las administraciones, tanto con la Diputación como con el Ayuntamiento de Córdoba, en los que además del desarrollo industrial y económico del tejido productivo de la provincia hay una apuesta por que el empleo que se genere sea estable y de calidad. Si no no va a crecer la economía. Además de cambiar de modelo de producción.

No hay una apuesta decidida ni por la patronal ni por las administraciones para que la industria que ya tenemos consolidada se mantenga y se desarrolle

Apostamos por la industria pero no por la pesada o clásica que podamos pensar, como el cobre, la electromecánica... No, no. Estamos pensando en otro tipo de industria y muy relacionada con los productos que aquí generamos: la agroindustria. Y con la ganadería. No podemos seguir en el tran tran de que el 80% de nuestro aceite lo exportemos a granel y no lo envasemos, manipulemos y comercialicemos aquí. Nuestros jamones, igual... Hay algunas experiencias que creo que hay que valorar. Luego hay otro tipo de industria más relacionada con la investigación y el desarrollo... Tenemos ahí un Rabanales 21 muy desaprovechado. Las administraciones tenían que hacer una apuesta mucho mayor por ese parque y que fuera un revulsivo. Tenemos una sierra y una campiña que todo lo que es biomasa y su aprovechamiento para la producción energética, y que en torno a eso se desarrolle la industria en la provincia. Lo tenemos ahí y no lo aprovechamos. O la biomedicina. Tenemos el Imibic y no lo aprovechamos, o una Universidad muy bien valorada. Sin embargo, dejamos que Pérez Giménez se hunda. Quiero decir, no hay una apuesta decidida ni por la patronal ni por las administraciones para que la industria que ya tenemos consolidada se mantenga y se desarrolle.

La huelga la hacen quienes tienen un puesto de trabajo. Si las personas que tienen un puesto de trabajo lo tienen en precario y lo ven en riesgo de poder perderlo si protestan, lógicamente no participan

P. Al principio de la crisis, cuando más fuerte pegaba, hubo grandes movilizaciones en la ciudad. Creo que las manifestaciones convocadas en las dos huelgas generales fueron de las mayores de la historia contemporánea de la ciudad. Pero poco a poco todo eso se fue apagando. Tanto que la última protesta conjunta que convocasteis con UGT había muy poquita gente. Los últimos Primeros de Mayo se están descafeinando mucho. Quizás hay que hacer algo de autocrítica sindical. ¿O es que el trabajador ve que con esas movilizaciones no se consiguen cosas?

R. Bueno, hay muchos factores. En tiempos de crisis, siempre ha ocurrido así, la primera gorda que recuerdo fue la del 73, los trabajadores nos volvemos más conservadores porque vemos en riesgo lo poquito que tenemos. Pero además, es cierta la evolución que se ha experimentado sobre que ha habido menos movilización. Cuando nosotros convocamos una huelga la convocamos para los que están trabajando. Es decir, la huelga la hacen quienes tienen un puesto de trabajo. Si las personas que tienen un puesto de trabajo lo tienen en precario y lo ven en riesgo de poder perderlo si protestan, lógicamente no participan. Esto es así. Muchas veces se nos ha dicho: hay que inventarse nuevas fórmulas de movilización. Yo pregunto: dadme ideas, dadme ideas. Claro, concentrarnos nos hemos concentrado miles de veces, manifestarnos nos manifestamos cada dos por tres, encierros hemos tenido también multitud, repartir información... Hemos hecho hasta huelgas a la japonesa.

El 96% de las empresas de la provincia tienen menos de diez trabajadores. Con lo cual, que el sindicato llegue a esos miles y miles de trabajadores es prácticamente imposible

P. De trabajar más.

R. De trabajar más. Es decir, se pueden hacer más cosas. Creo que tenemos un problema en el tejido productivo. En la provincia es muy significativo, ya que es un tejido productivo muy atomizado. Son pequeñas empresas... el 96% de las empresas de la provincia tienen menos de diez trabajadores. Con lo cual, que el sindicato llegue a esos miles y miles de trabajadores es prácticamente imposible. Llevar la actividad sindical a esas empresas es muy costoso, se necesitan muchos recursos y es muy difícil hacerlo. Entonces, esto no es fácil. En ese sentido, lo vamos a plantear en este congreso: el sindicato tiene que hacer un esfuerzo por llegar al mayor número de trabajadores allí donde están. Pero también queremos llegar a la gente que todavía no está incorporada al mercado de trabajo, a la gente joven, que tiene que saber con lo que se va a encontrar y que tiene que saber qué es un sindicato y para qué sirve.

Nos hemos corporativizado

Ahí también nos tenemos que hacer una autocrítica: el sindicato tiene unos orígenes muy industriales, de hecho yo empiezo en una fábrica, muy en centros donde la actividad sindical tiene fuerza, y hoy eso ha desaparecido. Hoy existen empresas multiservicios que se dedican a hacer de todo, desde un call center hasta arreglar la fontanería o la seguridad, en las que las compañías intentan hacer convenios para actividades muy diversas y nosotros no queremos que sea así. Cada actividad tiene sus características concretas. Pero ahí nos cuesta mucho trabajo llegar. Y es más fácil llegar a los grandes centros de trabajo que a la pequeña empresa. Luego hay otra autocrítica que no descubro nada nuevo diciéndolo porque lo expongo en los informes a los órganos de dirección que periódicamente envío al sindicato: nos hemos corporativizado. Es decir, nos hemos impregnado del sálvese quien pueda. Cada sector, cada empresa, cada delegado, ha estado más intentando proteger el ámbito concreto, pequeñito, en el que está que de tener una visión mucho más amplia de empresas donde no hay representación sindical y tenemos que echarle una mano... Estamos más pendientes de nuestro pequeño chiringuito que de esa visión, que está en el ADN de CCOO, de solidaridad con los que no pueden defenderse. Ahí creo que también el sindicato ha derivado, quizás impulsado por las circunstancias. No hemos sabido cortar esa deriva que ha hecho que no lleguemos a los sitios en los que la gente nos necesitaba.

Nos hemos impregnado del sálvese quien pueda

P. ¿Por qué se abandonaron las huelgas? El cabreo sigue estando en la calle. Esta es una teoría propia, pero no sé si con la irrupción de Podemos mucha gente pensó que ya no hacía falta movilizarse, que habría un partido que cambiaría las cosas, y no necesitaba otros interlocutores sociales en la calle.

R. No se ha renunciado a la huelga ni mucho menos. De hecho ha habido una polémica estos días con una empresa a la que le suministran unos productos y la empresa suministradora se pone en huelga y le pide a otra compañía, y no se sabe si se está haciendo esquirolaje o no... No hemos renunciado a la huelga, pero hay dos cuestiones distintas. Cuando nosotros vamos a convocar una movilización, tenemos en cuenta dos elementos: uno, el objetivo. ¿Hay objetivamente cabreo o elementos que nos lleven a convocar la huelga? Es decir, nos rebajan el salario, nos suben la jornada, nos quitan vacaciones. ¿Hay elementos objetivos para la movilización? ¿Sí o no? Bien. ¿Hay elementos subjetivos para poderla convocar? Es decir, ¿las personas a las que vamos a convocar tienen clarito que tienen que movilizarse? Claro, convocar una movilización para generar más frustración no lo vamos a hacer. Si convocamos una huelga y a las personas a las que llamamos no están convencidas... pues no tiene sentido. Lo que tratamos antes de convocar ninguna movilización es pulsar, saber lo que la gente opina antes. Por ejemplo, un convenio colectivo. Estamos negociando el convenio, hay que presionar a la patronal porque quiere retroceder en derechos laborales y ¿qué hacemos? Pues hacemos asambleas con la gente y pulsamos cuál es el ambiente. No solo lo que se dice en los bares. Lo que se dice en los bares es una cosa y otra es cuando llegamos al centro de trabajo y decimos: Oye, que hay que parar. Que hay que parar.

La gente tiene miedo. Si no vemos las condiciones subjetivas para convocar la movilización nos estamos quietos

La gente tiene miedo. Si no vemos las condiciones subjetivas para convocar la movilización nos estamos quietos. Y la gente del sindicato está en las empresas todos los días. Aquí nos sentamos en una mesa, y viene la gente de los comités de empresa o juntas de personal y te dice: Oye, en mi centro está la cosa muy fría. En mi centro está la cosa que tira para adelante. En función de eso se convocan o no.

El tema de Podemos y tal... ahí hubo un experimento que fue Somos, que se pretendía como alternativa al sindicalismo de clase clásico, al de la casta... En fin, se nos han dado muchos nombres. Pero el trabajo sindical no es el mismo que el político. Yo puedo ir a la televisión y dar el mensaje que a mí me dé la gana, pero el centro de trabajo equis, por no dar nombres, cuando se convocan elecciones sindicales la gente conoce a la persona a la que va a a votar. No a Rafael Rodríguez que ha salido en la tele. Conoce a la persona, a su compañero, y sabe si esa persona es guay, si se moja, si da la cara, tiene empuje o si lo que es es un sinvergüenza...

P. O quiere protegerse convirtiéndose en delegado sindical.

R. Eso es. Entonces, eso es muy distinto a las elecciones políticas. En los centros de trabajo la gente conoce a quién va a votar. Aquí no tenemos centros de trabajo de más de 5.000 personas. La gente no vota a una cara que sale en la televisión. Llegar a muchas empresas no es salir en la televisión, es ir al centro privado. Si no, no salen. CCOO no se ha confiado nunca. Ha habido personas que confiaban en que desde ahí se podía hacer todo, pero desde ahí no se puede hacer todo.

Yo gano 1.400 euros al mes. Y llevo trabajando en la sanidad pública desde 1984

P. Muchas veces, creo que también por miedo del trabajador por cuenta ajena del sector privado, las grandes movilizaciones son las de los trabajadores públicos que no tienen nada que perder, porque tienen su puesto de trabajo garantizado. Entonces, surge un conflicto con los de la empresa privada. Muchos les acusan de defender, entiéndeme lo que voy a decir, privilegios, mientras que los privados dicen que defienden sus derechos.

R. Se ha querido presentar esa imagen. Ahora hay un conflicto en la enseñanza, que si la concertada o la pública. CCOO defiende también a los trabajadores que están en la enseñanza privada y en la concertada. Pero creemos que la educación que debe de darse desde las instituciones debe garantizarse al conjunto de la población. Quien quiera la educación privada y tenga recursos, pues ahí. Pero nosotros también vamos a defender a los trabajadores de la privada. Sin ninguna duda, eh. Con respecto al servicio público, en él antes no quería trabajar nadie porque se cobraba mucho menos que en el privado, las condiciones no eran las mismas...

Ahora es cuando el sector público se está movilizando más, pero el sector público nunca se ha movilizado. Nunca

P. Y el que no sabía qué hacer se sacaba unas oposiciones.

R. (Risas). Hoy eso ha cambiado. Las condiciones de trabajo de las personas que están en los servicios públicos, más allá de la estabilidad que pueden tener, no son para tirar cohetes. Voy a poner mi ejemplo: yo gano 1.400 euros al mes. Y llevo trabajando en la sanidad pública desde 1984. Llevo 33 años y tengo algo de antigüedad, y gano 1.400 euros al mes. Hay quien gana 300 o 400, pero es un sueldo normalito, para llevar una vida normal. Hay gente que esto no lo sabe y piensa que en el sector público se gana el oro y el moro. Pero además nosotros vamos un poco más allá. Nosotros queremos que los trabajadores públicos tengan buenas condiciones de trabajo porque queremos que se preste un buen servicio público al conjunto de la población. Queremos que las enfermeras, que los médicos, que los maestros, tengan buenas condiciones, para que el servicio que se preste se haga en las mejores condiciones. Una persona que esté trabajando en el sector público y en el privado si no está en buenas condiciones rinde poco. Aquí todo el mundo sabe hacer trampa si conoce su trabajo.

P. Volviendo a la reflexión anterior, en el sector público que debería tener menos miedo a la movilización, hay algo que está diezmando a los trabajadores, que es la famosa tasa de reposición del 10%. Yo no entiendo cómo el sector público no se ha plantado y ha dicho que no, que si se jubila mi compañero yo no puedo asumir su trabajo, sino que la administración tiene que contratar a otra persona.

R. Sí, sí. Hay veces que también se nos suben los demonios a la cabeza cuando vemos que a la gente no le hierve la sangre. Eso nos pasa a todos. Ahora es cuando el sector público se está movilizando más, pero el sector público nunca se ha movilizado. Nunca. ¿Por qué? Como no había problemas, podíamos pelear por un porcentaje arriba o abajo del salario, de la jornada, los cuadrantes, las vacaciones... pero en general era muy difícil de movilizar. Después de que hayan ido sucediéndose estos años de falta de reposición, de bajas vegetativas o de sustituciones en las bajas temporales que se han ido produciendo la gente ha ido tensionándose más. Pero no hay cultura de movilización. Por ejemplo, cuando agreden a una persona que está en un servicio público, un maestro o un administrativo o un enfermero, la gente se rebela en ese momento. Creo que el papel que tenemos que jugar ahí los sindicatos no es solo movilizar para ese momento sino trabajar junto a las administraciones para que esas situaciones no se den, y para que el trabajo de los profesionales se dé en las mejores condiciones para que el servicio público se preste en las mejores condiciones.

Por ejemplo, nosotros estamos en los consejos de administración de muchas empresas públicas. Ahí no estamos defendiendo a los trabajadores de la empresa. Nosotros estamos defendiendo los derechos del conjunto de trabajadores que van a recibir el servicio público. Muchas veces los intereses entre unos y otros pueden ser contradictorios. Voy a poner un ejemplo que todo el mundo puede entender: podemos pedir el incremento del salario de los trabajadores de Sadeco, Aucorsa o Emacsa, pero eso repercute sobre la tasa o el bono del autobús. En el consejo de administración tenemos que pensar que quienes van a pagar la tasa son otros trabajadores y que tienen que tener posibilidad de hacerlo. Mientras para el representante de los trabajadores de la empresa su objetivo es mejorar las condiciones de los empleados, en el consejo de administración tenemos otro papel que jugar. No tanto el de la movilización como que el servicio público sea de calidad y que las personas que lo prestan también estén en las mejores condiciones. Ahí no vamos a disputar la plusvalía. Ahí estamos trabajando con el dinero del conjunto de la ciudadanía. En la empresa privada estamos disputando la plusvalía que se genera con nuestro trabajo, pero en el sector público no estamos haciendo eso, estamos haciendo otra cosa diferente.

CCOO es un mastodonte. Movernos nos cuesta mucho trabajo

P. El mundo está cambiando que es una barbaridad. Va todo muy rápido y también la comunicación. Volviendo a la reflexión sobre los lugares de trabajo a los que no llega el sindicato, ¿puede ser que el sindicalismo no se esté adaptando a las nuevas formas de comunicación del siglo XXI?

R. Sí. CCOO es un mastodonte. Movernos nos cuesta mucho trabajo. Sí que estamos intentando utilizar los nuevos medios que tenemos a nuestro alcance. Es decir, el correo electrónico, el whatsapp, el Telegram, las redes sociales, las páginas webs... Tenemos un problema que creo más grave: muchas veces saturamos de información a nuestra gente y lo que hacemos es saturarlos.

¿Los profesionales que trabajan en su casa con un ordenador son trabajadores por cuenta ajena o son autónomos dependientes aunque no aparezcan como tal? Son realidades a las que el sindicato se tiene que enfrentar

P. No se criban los mensajes.

R. Eso, eso. Y lo que hacemos es desinformarlos. Claro, a mí me llega una información que creo que es relevante y la mando a toda la gente de mi ámbito. Pero esa misma información la han mandado ya otros también a esas mismas personas. Cuando tú tienes híperinformación lo que tienes es desinformación. Al final no lees nada y dices: yo ya estoy harto de correos y mensajes y cuando lo veo lo que hago es darle a suprimir. Eso es un tema que vamos a discutir también en este congreso. O protocolizamos de alguna manera cuales son los canales de información que cada uno debe utilizar, o el que cada ámbito de la organización tiene que distribuir, o al final estamos generando más problema del que queremos resolver. Nos hemos querido incorporar tan rápido, todo el mundo manda lo que le llega...

P. ... no hay una estrategia.

R. No, no, no. Es verdad que la estructura de CCOO es muy autónoma. Cada órgano toma sus propias decisiones. En cada ámbito hay una autonomía importante a la hora de desarrollar sus propias decisiones. Eso algunas veces genera problemas de este tipo con la comunicación. Todos tenemos nuestra página de Facebook, nuestro Twitter y todos ponemos lo mismo (risas).

P. CCOO nace de donde nace: la industria pesada. Ahora tenemos que afrontar un reto laboral nuevo, como son los robots. No sé si ante este reto está el sindicato preparado o no.

R. Se está discutiendo dentro del sindicato, sí, porque además están surgiendo nuevas profesiones. Es decir, ¿los profesionales que trabajan en su casa con un ordenador son trabajadores por cuenta ajena o son autónomos dependientes aunque no aparezcan como tal? Son realidades a las que el sindicato se tiene que enfrentar. Esto lo contemplamos también en los documentos que llevamos al undécimo congreso federal. Es que yo no puedo entrar en la casa de nadie... Es muy difícil. Tenemos que ver cuáles son las mejores soluciones para abordar esas nuevas realidades.

Hay que procurar es que con las plusvalías que se generan con el trabajo de los robots se paguen impuestos al conjunto de la ciudadanía

Respecto al tema de los robots, esto ya es una opinión personal. Yo creo que las máquinas no son las que tienen que pagar impuestos. Son los empresarios los que tienen que pagar impuestos en función del beneficio y la productividad que se obtenga de ellas. Si no hay empleos, si no hay cobertura social, nosotros hemos presentado en la mesa del Parlamento una iniciativa legislativa popular para aquellas personas que no tengan ningún tipo de de ingresos con el objetivo de incorporarlas al mercado laboral lo antes posible. Por tanto, lo que hay que procurar es que con las plusvalías que se generan con el trabajo de los robots se paguen impuestos al conjunto de la ciudadanía.

No nos vamos a oponer al avance tecnológico, pero sí que vamos a exigir que el trabajo que se dé sea digno

P. Se plantea un gran reto para el mercado laboral. Puede que dentro de pocos años entre al mercado un ejército de robots que sustituya a una gran masa de trabajadores que se quedará sin empleo.

R. El otro día escuché a alguien decir que cuando se inventó la imprenta los copistas desaparecieron, pero aparecieron los impresores. También en esto se van generando nuevos empleos. Hoy en la Universidad se les dice a los alumnos que quizás los empleos en los que trabajarán en el futuro todavía no existen. Es decir, se generarán nuevas actividades económicas, porque los robots los fabricarán otros robots pero habrá personas que de alguna manera tendrán que intervenir en el proceso, por ejemplo en el diseño. También pongo el ejemplo del campo. Hoy, para recoger la cosecha de aceituna no hacen falta tantas personas como antes, que se recogía todo a mano. Hoy están los vibros, están los lienzos, están las máquinas que mueven el árbol entero, están las plantaciones en seto, que ya es la máquina la que cosecha la aceituna... Esto está cambiando. Nosotros no vamos a pedir que sigan los trabajadores del campo como me contaba mi madre, que tenía que agacharse en invierno, de rodillas, con las manos congeladas recogiendo las aceitunas. Yo no voy a pedir eso, que los trabajadores sigan con la vara si hay tecnología. Bueno, pues hoy hay trabajadores que van con los tractores, con las cosechadoras, que antes no iban. Es verdad que son menos, pero también hay trabajadores que fabrican esa maquinaria. Yo creo que esto va evolucionando y en esa línea tengo esperanza de que habrá un intervalo de tensión social, que siempre ha existido, como con las textiles en Cataluña que se le metía fuego a las máquinas.

Es posible que trabajemos tres o cuatro horas al día con los sueldos actuales

P. Sí, los llamados ludistas. Cuando estudiábamos Historia al principio de la revolución industrial siempre nos hablaban de los que destruían las máquinas que quitaban empleos tradicionales.

R. Claro. Hoy nosotros no nos vamos a oponer al avance tecnológico, pero sí que vamos a exigir que el trabajo que se dé sea digno. De esto se lleva tiempo hablando: es posible que trabajemos tres o cuatro horas al día con los sueldos actuales. Si esto es posible hoy, con más máquinas, pues más posible.

O hacemos un planeta sostenible o no tendremos planeta, entonces ni habrá industria ni habrá nada

P. Al hilo de la presencia de los sindicatos en los consejos de administración, ahora mismo hay un debate en la ciudad sobre qué debe estar antes: el trabajo o el interés general. Hablo del caso de la cementera Cosmos, por ponerle nombre. Los vecinos piden que la empresa no incinere al considerar que se contamine el aire y el medio ambiente, pero los sindicatos están con los trabajadores.

R. Hay veces que efectivamente que nos movemos en una contradicción. No es el caso de Cosmos. Nos ha costado años, y todavía tenemos que seguir avanzando, en entender que el desarrollo de la actividad económica tiene que ser compatible con la sostenibilidad medioambiental. De hecho CCOO tiene una fundación que hace muchos estudios en torno al medio ambiente y la salud laboral en general. Lo decimos porque estamos convencidos de que o hacemos un planeta sostenible o no tendremos planeta, entonces ni habrá industria ni habrá nada. Si no podemos respirar, no viviremos y punto. Esto que nos ha costado años entenderlo lo tenemos claro. CCOO nunca admitiría que se pusiera una petroquímica en las Tendillas por más empleos que dé o por más miles de parados que tengamos en la provincia. En el caso de Cosmos, los estudios que tenemos en cuanto a que las emisiones que se puedan generar con la incineración de residuos no peligrosos o la biomasa, que no genera contaminación ninguna, no produce más contaminación medioambiental que la de los combustibles fósiles, que es lo que se está quemando ahora mismo. Hemos dicho que no se puede poner a la población frente a la industria con la amenaza del riesgo para la salud. Otra cosa será que el Ayuntamiento tenga una visión del desarrollo de la ciudad en la que la industria no esté dentro del casco urbano. Pero eso no es la primera vez que ocurre: ahí tenemos un chimeneón en Ollerías de lo que era la industria cordobesa en su tiempo. O teníamos los depósitos de Campsa que se trasladaron. Ahora, hay que buscar para que manteniendo la industria se mantenga también el empleo, y sobre todo la salud. Es que si la salud de los vecinos está en riesgo, las de los trabajadores de la fábrica más todavía. De hecho, en las reuniones que hubo de la comisión que se creó para este tema pedimos que se hiciera un estudio de las corrientes del aire para hacia donde podían ir las emisiones, y un estudio epidemiológico por parte del SAS para ver si había más casos en las zonas que pudieran estar afectadas que en otras de la ciudad. Lo que hemos visto es que la estación de medición de Renfe es la que dispara todas las alarmas.

En Cosmos si la salud de los vecinos está en riesgo, las de los trabajadores de la fábrica más todavía

P. El tráfico.

R. Claro, no es la industria. Es que la que hay tanto en Lepanto como en la Asomadilla tienen unos niveles dentro de la normativa. Otra cosa es que discutamos la normativa. Por tanto, nosotros queremos mantener el empleo, la industria, la salud y el medio ambiente.

P. Por concluir la entrevista, ¿cuándo te incorporas al hospital?

R. Después del congreso de CCOO de Andalucía.

P. ¿Ahí vas a optar a algún cargo?

R. A mí no me han puesto nada en lo alto de la mesa. Yo no tengo pretensiones de llegar a más. Pero siempre estoy a disposición del sindicato y lo que considere. Pero yo le he pedido a los responsables de mi federación, además de por dar el relevo a la nueva dirección con tranquilidad, participar en el congreso de CCOO Andalucía para que me mantengan la liberación hasta final de mayo. Así que después me volveré a mi hospital que es quien me paga y aquí paz y después gloria.

Etiquetas
stats