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Los Patios de Córdoba, testigos de la Historia
La hegemonía de Badanas, 15 en la Córdoba del No-Do

Los Patios de Córdoba, testigos de la Historia

Rafael Ávalos

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Es mayo de 1948. La celebración parece, por fin, asentada en el calendario festivo de la ciudad. De hecho, alcanza su mayor registro de participación desde que, de forma intermitente, existe. Pero su éxito es puntual en este caso y la continuidad en el tiempo se convierte, en realidad, en el relato de una difícil pervivencia. Lo cierto es que este año el certamen consigue, de una vez por todas, relevancia en Córdoba. Aunque ésta es relativa. Ocurre dentro de un período que será, hasta el momento, el más extenso para el Concurso de Patios, que había regresado en 1944. Volvió después del intento fallido de recuperar y dar notoriedad al evento en 1939, justo después de terminar la Guerra Civil. En cualquier caso, la cita se desarrollará sin interrupciones hasta 1952 y tiene su punto álgido en la medianía del ciclo.

Más allá del Mayo Festivo, la capital todavía padecía los efectos de la posguerra, con dificultades económicas para la mayoría de sus habitantes. De esta forma, su mes se transformaba en una especie de oasis para la gente. Sobre todo y especialmente para quienes daban vida a las casas-patio. Y el hecho es que 1948 fue un año intenso en emociones para una ciudad marcada por el costumbrismo de la época. Si bien a la vez se abría al resto de España gracias a la innovación tecnológica. Es verdad que todavía no había llegado al país la televisión, lo que sucedería en 1956, pero en este momento sí existía el Noticiario Documental, más conocido como No-Do. Un trabajo audiovisual que se emitía a modo de boletín informativo en las salas de cine como prólogo de la proyección de las películas.

De Córdoba aparecieron, al menos, dos reportajes en las grandes pantallas en 1948. El primero estuvo relacionado con las corridas de toros de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, entonces albergadas por el Coso de los Tejares. La plaza se situaba en la manzana en la que ahora, por ejemplo, se encuentra El Corte Inglés. Mientras, ya en octubre, la ciudad volvió a surgir en los cines con motivo de una visita de Franco. El dictador se desplazó a la capital el 9 de dicho mes para hacer entrega de viviendas en Fray Albino. Las imágenes del No-Do mostraban una marea humana al paso del coche en que el caudillo recorría las calles. Por cierto, el Puente Romano, con una estampa muy diferente a la actual, estaba entonces abierto al tráfico y la comitiva oficial lo cruzó casi a la manera del héroe que entra victorioso en una ciudad. No faltaba, claro está, la propaganda.

Fleming y Negrete, dos visitantes ilustres

La presencia del tirano en la ciudad coincidió con la antigua Feria de Otoño. Era ésta una fiesta impulsada por la Hermandad de Labradores que se desarrollaba, al igual que la Feria de Nuestra Señora de la Salud, en el Paseo de la Victoria. Una avenida por la que también transitó Franco y su cohorte, tal y como recogió el No-Do. Lo que no pudieron ver los españoles en el Noticiario Documental fueron las experiencias en Córdoba de dos visitantes ilustres. En 1948, la capital disfrutó en los escenarios con Concha Piquer o Lola Flores y Manolo Caracol, la pareja por su espectáculo ‘Zambra 1948’. En ese instante se desconocía el sufrimiento de la jerezana en la relación con el otro artista, un maltratador. Meses después fue otra figura de gran notoriedad, y en el panorama internacional también, la que actuó por estos lares.

Fue en septiembre de ese año cuando en el desaparecido teatro Duque de Rivas interpretó sus conocidas rancheras el cantante y actor Jorge Negrete. El mexicano se encontraba en España con motivo del rodaje de la película ‘Jalisco canta en Sevilla’, en la que le acompañaba Carmen Sevilla, lo que aprovechó para realizar una pequeña gira por el país. Pero su parada en Córdoba no consistió únicamente en un concierto sino que el artista quiso conocer todo lo que pudo de la ciudad. Amante de ‘Manolete’, fallecido casi 13 meses antes, se acercó al cementerio a rendirle tributo y también recorrió las calles de su barrio, Santa Marina. También anduvo por San Lorenzo, muy especialmente en Costanillas. Quizá durante los días que pasó en la capital, ya que no fue un viaje exprés, se adentró en alguna de sus casas-patio. Negrete recibió incluso un homenaje institucional en un acto que se celebró en el Campo de la Merced, donde hoy se ubican los Jardines de la Merced.

Por supuesto, la visita del mexicano levantó una gran expectación en una Córdoba en blanco y negro. No porque el color aún no se diera en prensa o cine, más bien porque corrían tiempos complicados. Tampoco fue menos la atención que generó en torno a sí otro turista ilustre. En junio, justo después de finalizar el mes por excelencia de la capital, anduvo por estos lares Alexander Fleming. El científico británico, descubridor de la penicilina, hizo escala en un viaje por España que le mantuvo esencialmente en la vecina Sevilla. Realmente, su paseo por la ciudad era, nada más y nada menos, que el de un premio Nobel: lo recibió, en Medicina, en 1945. El doctor fue tratado con agasajo durante todo el día en que estuvo por estos lares. «Deseo expresar mis más sinceras gracias al pueblo de Córdoba por la forma y entusiasmo con que nos han recibido», dejó dicho en una carta a Diario Córdoba -es sólo un extracto-.

Un Concurso en auge… efímero

Y ese año el Concurso de Patios vivió su mejor momento desde su creación y hasta bastante tiempo después. De repente, entró en auge. Aunque éste fue efímero, tanto como que entre 1944 y 1952 apenas se superaron los diez participantes en cada una de sus ediciones. La excepción a la regla se estableció, precisamente, en 1948. Hasta 26 viviendas intervinieron en el certamen, un notable incremento puntual que se debió, en gran medida, a la inscripción de hasta 12 recintos situados en la Colonia de Santa Teresa, en el Campo de la Verdad. Sea como fuere, ésta fue, sin duda, una entrega del evento de importancia. En ella, el primer premio se lo llevó la casa-patio que en esta etapa se erigió como hegemónica: el 15 de la calle Badanas.

Desde el regreso del Concurso al Mayo Festivo cordobés, todavía distinto al conocido en la actualidad, el espacio en el barrio de San Francisco dominó indiscutiblemente. No en vano, la casa del número 15 de Badanas encadenó cinco triunfos entre 1944 y el año que se narra en estas líneas. Es decir, se impuso siempre. Su dinámica terminó en 1949 debido a que las normas retomaron el punto en que un patio ganador en una o dos ediciones anteriores no podía aspirar a volver hacerlo. Lo cierto es que en ese breve período se hizo con otro galardón, un segundo. Fue antes de obtener su séptimo primer premio -se cuenta también el de 1939-, que recibió en 1951. En esa época, ya comenzaba a destacar, además, otro recinto insigne: el 84 de San Juan de Palomares -hoy por hoy, 11-, en San Lorenzo.

También de aquellos años quedan otras viviendas muy recordadas, éstas junto a la cuna del escultor Juan de Mesa y en la Judería. Son, fueron cabe matizar, el número 2 de la plaza de San Pedro y el 3 de la calle Manríquez. Desde luego, 1948 fue un año intenso para Córdoba y de enorme valor para el certamen, que de una vez por todas gozó de una amplia trayectoria. Al fin, parecía que el evento, cada vez más convertido en una tradición, se hacía con su sitio en la capital. Sin embargo, le restaba aún otra interrupción. La sufrió, de nuevo, en 1953, y hasta 1955, cuando Franco regresó a la ciudad para inaugurar el puente de San Rafael. Además, con otro testimonio visual del No-Do. Ésta es, no obstante, otra historia, a lo mejor la siguiente relacionada con el Concurso de Patios…

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