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Los Patios de Córdoba, testigos de la historia
Esplendor omeya siglos después entre las flores de los patios

Los Patios de Córdoba, testigos de la Historia (2001)

Rafael Ávalos

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A un período breve, establecido por un criterio de novedades, le sucedió otro bastante más extenso. De hecho, éste fue el segundo más amplio de todos los desarrollados a lo largo de la historia del certamen. Según la línea marcada en Patios de Córdoba. Centenario del Concurso Municipal, 1921-2021, en 1997 arrancó otro ciclo para éste. Esencialmente porque ese fue el primer año en que hubo dos categorías diferentes. La iniciativa tenía el propósito de permitir la entrada en competición de casas que hasta la fecha no podían hacerlo. Eran aquellas que habían sufrido modificaciones importantes en su conjunto, también en los recintos al aire libre. La propuesta no tuvo respuesta inmediata en cuanto a participación, pero la hubo. Y muy positiva.

El ciclo concluiría esta vez, por cierto, en 2011. Básicamente porque un año después se iba a producir un hecho histórico para el Concurso. Mucho más para la tradición de las emblemáticas viviendas y la costumbre de quienes las habitaban y habitan. Entre medias, en esos tres lustros el certamen de patios alcanzó cotas inimaginables hasta hace alguna década, no muchas. En el nuevo siglo, en el nuevo milenio el evento llegó a su máximo de inscripciones, que se mantendría hasta 2023. Pero más vale no dar pistas de acontecimientos posteriores. En 2002, para ser más concretos, fueron hasta 55 los propietarios o inquilinos que se adhirieron a la cita, que progresivamente se situó como uno de los mayores reclamos turísticos de Córdoba.

Un año antes, el Concurso de Patios gozó también de un sobresaliente guarismo de participación. Además significó el comienzo de una etapa dorada para uno de los recintos más singulares de la ciudad pues obtuvo numerosos premios, entre ellos unos cuantos primeros. En cualquier caso, primero hay que detallar lo sucedido en 1997 para entender el certamen actual. Desde el Ayuntamiento se pensó en abrirlo a otros espacios, hasta entonces sin posibilidad de verse incluidos. Surgió la diferenciación entre patios de arquitectura antigua y los de arquitectura moderna, un hecho que no sólo ofreció nuevas posibilidades a residentes sino a los visitantes. El motivo era y es muy sencillo: se pueden contemplar escenarios muy distintos, unos clásicos y otros más actuales. Mientras tanto, Córdoba tuvo presencia internacional gracias a una exposición irrepetible.

De París a Medina Azahara, pero mejor

En 2001, el Concurso de Patios compartió calendario con un evento de enorme valor. Bajo el auspicio de, entre otros, Bashar Al-Ásad; entonces bien considerado, hoy día visto como un tirano -lo que es-. El presidente de la República Árabe de Siria fue uno de las personalidades que inauguraron una magnífica e imborrable exposición. Con la potente apuesta de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, la ciudad gozó durante unos meses de ‘El esplendor de los omeyas cordobeses’, que meses antes se había celebrado en París. Si bien la muestra en la capital tuvo mayor relevancia si cabe debido a que recogió piezas que no estuvieron en Francia. Y que por primera vez salían de sus museos como el Nacional de Damasco.

Fue el 3 de mayo cuando tuvo lugar la apertura oficial de la exposición, que albergó Medina Azahara. El yacimiento de la antigua ciudad palatina reunió más de 300 obras que se crearon en ella, pero que con la caída del Califato de Córdoba se repartieron por el Mediterráneo. Como si de las joyas egipcias se tratara, los elementos artísticos fueron a otros lugares lejanos. Las piezas que hasta septiembre permanecieron en la ciudad procedieron de hasta 15 puntos. La muestra pretendía recuperar por un tiempo la magnificencia de la dinastía omeya, que dominó gran parte de lo que hoy son España y Portugal. Y que tuvo su punto central, como luz del mundo en las humanidades y ciencias, este rincón junto al río Guadalquivir. Una dinastía que surgió en Siria -de ahí el peso específico del país- y gobernó entre los siglos VIII y XI.

A la inauguración no sólo acudió Al-Ásad, junto a su esposa. También estuvieron los reyes, Juan Carlos I y Sofía. Los jefes de estado estuvieron acompañados de diversas autoridades políticas, como el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chavez, o la propia alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar. De repente, Medina Azahara se erigía en espacio principal para la cultura y el arte, para la historia, a nivel global. Porque era ésta una cita única, por mucho que viniera precedida por otra similar en París. Sólo un día después, a todo esto, arrancó el Concurso de Patios. Quizá fue una advertencia de dos logros que tendría después la ciudad o quizá fue sólo una casualidad que ambos eventos coincidieran antes de. Bastantes años después, la costumbre de las casas y el yacimiento de la urbe palatina se convirtieron en Patrimonio de la Humanidad. Pero ésta es otra historia.

Nuevo formato, nuevo récord

Como se anticipó, el 4 de mayo de 2001 arrancó el Concurso de Patios en una ciudad que tendría que estar preparada para recibir a miles de turistas por la confluencia de éste y ‘El esplendor de los omeyas cordobeses’. Aquella edición se desarrollaba ya con nuevo formato, el mencionado con dos categorías, la de arquitectura antigua y la de arquitectura moderna. Eso sí, en ese momento no se entregaban los premios como toda la vida. No había primero, segundo y tercero sino mención especial para cada uno de los ganadores y otras menciones por diferentes criterios. En cualquier caso, el triunfo se lo llevaron el año de la vuelta del Cervatillo a Medina Azahara el número 84 -actual 11- de San Juan de Palomares y el 2 de Tafures, respectivamente.

Fueron 52 los participantes en esa edición, una gran cifra pero no la mejor del ciclo. Tanto es así que fue la tercera mejor entre 1997 y 2011, ya que un año antes se llegó a las 53 inscripciones. Lo cierto es que en 2002 se produjo un nuevo récord en este sentido, un registro máximo que sólo pudo repetirse en años posteriores y no se vio superado hasta dos décadas después. En esa ocasión participaron 55 propietarios o inquilinos, entre los que destacaron los de San Juan de Palomares, 84, que repitió victoria en arquitectura antigua, y Rey Heredia, 21, que se llevó la citada mención especial en arquitectura moderna. A pesar de los números tan favorables, el Concurso entró después en un fase de decrecimiento pues desde 2004, inclusive, no se alcanzó siquiera la cincuentena de espacios en competición.

De todas formas, el certamen estaba cada vez más cerca de ser uno de los mayores sellos de identidad de Córdoba. Probablemente el segundo tras la Mezquita Catedral. Y vinieron años de incremento de visitantes, hasta el boom actual desde hace unas ediciones. A las masivas afluencias de personas en los tradicionales recintos ayudó a partir de 2012 el nombramiento de la fiesta, o más bien de la costumbre vital, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Era la tercera designación que la Unesco realizaba a la capital, y aún habría una cuarta. No obstante, ésta es otra historia, inevitablemente la siguiente relacionada con el Concurso de Patios…

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