Duartas, 2: el rincón de la memoria
Una vez el visitante cruza el Arco de Caballerizas bien le puede parecer que atraviesa la frontera entre dos poblaciones, que abandona una ciudad para entrar en otra. Es lo que sucede en uno de los escenarios con identidad propia dentro de Córdoba, donde mayo florece impetuoso cada año entre paredes de blanca cal. En el recorrido por esta zona, cuando concluye la calle San Basilio, aparece Puerta Sevilla a un lado y al otro un trazado en el que se adivinan en una fachada un par de tiestos. Un buen número de personas aguarda a las puertas al tiempo que otra sale. En el interior se encuentra uno de los muchos floridos espacios que en estas fechas participan en el Festival de los Patios. En el número 2 de Duartas, las plantas no son sólo un atractivo para los turistas sino también un estilo de vida. La tradición continúa a través de macetas y árboles en pared en lo que es un rincón de la memoria.
Encuadrado en la ruta del Alcázar Viejo, y en la modalidad de arquitectura moderna, el patio de esta vivienda reúne algunos aspectos costumbristas de la fiesta, un hecho que destaca la propietaria de esta residencia. “Esta casa era antigua pero está completamente reformada. Nosotros nacimos y nos criamos en casa-patio y le damos un toque del patio antiguo. Tenemos los arriates, los árboles puestos en espaldera, que es de origen árabe, y luego tenemos lo que llamamos el rincón de aromáticas o andalusí. Tenemos mentol, albahaca, melisa, un poco de todo”, explica Isabel Luque, que añade que lo pretende su familia es “mantener el sello de la tradición”. La dueña de esta casa confiesa además el motivo por el que un día tanto ella como su marido decidieron adquirir una vivienda con patio. Ése no es otro que el haber conocido esa forma de vida desde su infancia.
“Yo he nacido y siempre me he criado en una casa con patio. Cuando decidimos casarnos e irnos a vivir en un piso yo sólo encontraba paredes. Me habría tenido que acostumbrar si hubiéramos ido, pero encontramos esta casa, justo al lado de mi madre también, y nos salía igual que el piso, por lo que decidimos venirnos”, relata Isabel. La propietaria del número 2 de Duartas señala también el especial interés que han tenido en su familia hacia la vida en torno al tradicional espacio habitacional que en mayo es protagonista en Córdoba. “A nosotros nos gusta, porque el patio es una clase de vida que todo el mundo no la tiene. Es relajante y en él se hace vida, una forma más tradicional”, narra antes de asegurar que para ellos “significa mucho poderlo tener y que la gente lo pueda ver”. “Es como cuando tienes un hijo guapo, quieres que lo vean”, bromea la dueña de esta residencia.
Sobre el momento en el que esta casa-patio cobra su actual forma, la propietaria indica que la adquirieron en 1979 y entre 1983 y un año después entraron a vivir. “Hace ocho año que estamos en el concurso. Cuando ya los hijos crecieron y fueron mayores, ellos mismos fueron los que quisieron entrar y quedarse con la esencia de la tradición de los patios”, expone Isabel Luque. Con ese sentido de mantener el aroma de lo añejo, la dueña de la vivienda insiste en la importancia de recuperar algunos de los rasgos que dieron carácter antaño a los patios. “Los árboles en espaldera, que es una cosa que se ha perdido mucho, las flores aromáticas también, y muchas otras, porque vamos sólo a los geranios y las gitanillas porque son las que más flor te dan a la hora del concurso”, comenta antes de aseverar que “destacaría todo, porque el patio es todo el conjunto”. En este caso se convierte además en un rincón de la memoria del Festival.
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