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Una tarta agridulce y una empanada amarga

Grada blanquiverde en el Córdoba CF - CD Lugo | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Oltra cumple su partido 500 en los banquillos con un empate que sabe a poco pero a mucho a la vez | Pedraza recibe el apoyo de vecinos de San Sebastián de los Ballesteros y silbidos de la grada

Es noche de viernes. Habitualmente corresponde un plan diferente. Hay quien opta por ir al cine, a pesar de los precios. Está el que sale a cenar con la familia o los amigos. Luego, aquel al que le gusta la fiesta, vivir intensamente el albor del fin de semana con un vaso de refresco ligado y música a todo trapo. Y no falta el que apuesta por una cita consigo mismo al calor, ahora más que nunca, del hogar: película, aperitivos… Ninguno de ellos, o quizá sólo los que gustan de la opción más movida, tuvo ocasión de satisfacer su gusto para un día como éste. De viernes. Aunque todos acudieron con agrado a El Arcángel, donde había tres puntos en juego, una ilusión imborrable, una tarta de por medio e incluso una empanada. Gallega, por supuesto. Aunque con sabor cordobés. Cosas del fútbol moderno, que también se juega antes de que llegue el sábado. O después del domingo.

La noche comenzó de buena manera. Un gol por aquí, unas cuantas oportunidades por allí y a soñar. Pero no, no era una noche de viernes más. Por instantes se tornó en película de terror, como aquella del… Un día 13. Al Córdoba no le funcionó el plan y a punto estuvo de perder con el Lugo. Otro empate in extremis, apurado y con fatigas obtuvo el conjunto blanquiverde. Igual que ante el UCAM Murcia, pero esta vez en El Arcángel. Y en un partido que bien pudo ganar antes del descanso. La ilusión se desvaneció en un momento dado y los tres puntos se quedaron en uno para cada contendiente. Vaya inicio de fin de semana. La tarta, encima, supo peor de lo que cualquiera hubiera querido. Muy grande era, ya que debía albergar cinco centenares de velas, que Campillo, Joselu -otra vez eso de la maldición de los ex- y Miquel soplaron antes de tiempo. La celebración, de repente, parecía convertirse en fiesta aguada.

Para José Luis Oltra el choque con el Lugo era especial. Aunque lo viviera como uno más. De hecho, el técnico quiso el jueves restar importancia al hecho en cuestión. Cumplía 500 partidos, nada más y nada menos, en los banquillos. Lógicamente, deseaba el triunfo. Como en cualquier otro encuentro de todos cuantos dirigió desde la banda y de los que dirigirá. Sin embargo, este viernes le esperaba una tarta que quería saborear con agrado. Al final, cortó una porción y repartió entre los demás. Los que estuvieron sobre el campo y los que ocuparon sus asientos en la grada. Pero resultó tener un gusto agridulce. El chocolate y la nata perdieron consistencia y el paladar lo gozó menos. El quinto centenario del valenciano en un banco terminó de aquella manera, con la felicidad en caliente pero la desazón llegado el frío. Juli evitó el pastel desde el punto de penalti.

La tarta estaba preparada desde antes del encuentro, pero no se cató hasta el final del mismo. Fue el postre a una empanada que se indigestó a quien la quiso compartir. Era gallega, por supuesto, aunque elaborada en San Sebastián de los Ballesteros. Con el Lugo venía un cordobés campeón de Europa con España -sub 19- y cuyo nombre, con su apellido, sonó para el Córdoba. Sólo fue eso, ya que no hubo ni oferta. Venía de marcar en los dos anteriores partidos y traía la compañía de muchos vecinos de su localidad natal. No pocas camisetas se vieron en El Arcángel de rojo y blanco con su dorsal. Alfonso Pedraza hizo cuanto estuvo en su mano para aguar la fiesta de Oltra, y por ende de la hinchada blanquiverde. Algo por otro lado normal, si se tiene en cuenta que cada cual se debe a su empresa. En los instantes finales del choque, su técnico decidió darle salida y la grada respondió con un leve concierto de pito. La empanada no fue de atún, ni de carne. Más bien de granos de café, tal cuales. Eso sí, cierto es que el extremo no aligeró el paso cuando debía acudir a la banda. Después sonó el himno a fuerza de música de discoteca. Era noche de viernes.

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