La sorpresa anunciada
Ya lo advirtió Oltra. El filial del Sevilla iba a sorprender. Lo hizo y el Córdoba sufrió las consecuencias. Fue un partido raro, en el que los anfitriones estuvieron inconstantes y loscachorros de Nervión se estimularon por el ambiente. La magnitud del escenario no asustó a los visitantes, que terminaron llevándose los tres puntos en un final delirante. Todo podía suceder. El Córdoba hizo todo lo que pudo hacer dadas sus circunstancias. Si hay que decir que se echó de menos a Rodri, pues se dice y no pasa nada. Piovaccari las tuvo, pero no marcó. Tampoco ninguno de sus compañeros. El Córdoba vio rota su línea positiva en una tarde que tuvo un marcador más feo que el fútbol que se practicó.
Arrancó la tarde calentita, con un grupo de Biris expulsados de la zona baja de Preferencia en los prolegómenos del choque y un intercambio de cánticos hirientes entre los hinchas que elevó el tono de lo que tenía todo el aspecto de un derbi. Había mucha gente, mucha animación y muchas ganas que hincarle el diente a un adversario al que por razones que serían tan largas de explicar como difíciles de entender se le tiene una especial inquina en El Arcángel. La coctelera emocional tenía un ingrediente de lo más peculiar: el Sevilla traía a un icono de la afición blanquiverde, el central Bernardo Cruz. Y encima con el brazalete de capitán. Una salva de aplausos marcó el indulto popular a Bernardo cuando la megafonia anunciaba las alineaciones. Al abrirse el partido se aparcaron los sentimentalismos.
Al Córdoba le costó meterse en situación. El partido arrancó con más de un minuto de rondito sevilllista. Toda una declaración de intenciones. La formación hispalense va sobrada de calidad técnica y desde el toque de balón trataron de armar sus argumentos. Los anfitriones parecía que se quedaban a verlas venir, pero ese talante hubiera resultado muy feo para El Arcángel y pronto empezaron a hacer lo que mejor saben: abrir a las bandas -en especial por la de Guille Donoso, que se atreve con todo- y, en esta ocasión, enviar balones en condiciones a Piovaccari. Ausente Rodri, mucho más creativo y autosuficiente, el italiano se ofreció. Es un finalizador. Por lo tanto, necesita que algo empiece para que él lo acabe. Y lo de la construcción de juego no fue precisamente un asunto en el que los cordobesistas tuvieran inspiración ni fluidez. Con todo, la primera ocasión fue para Piovaccari. Se fue por velocidad de un par de rivales y entró en el área, pero quizá cansado o con poca claridad de ideas para resolver, se dejó caer ante el tibio contacto de Diego. Pidió penalti. No hubo nada.
Un centro de Guille Donoso dejó en evidencia a José Antonio Caro, cuya cantada fue el prolegómeno de un concierto de gallos en la primera parte. Los seguidores locales hurgaron en la moral del meta sevillista con coros de mofa. El Córdoba trató de aprovechar esas indecisiones con alguna andanada, pero sin continuidad. Juli, Alfaro y Guille lo intentaron con lanzamientos lejanos. No pasó nada. Los de Oltra se movían con incomodidad frente a un filial sevillista bien colocado y con mucha movilidad en sus hombres de arriba, algo que causó estragos especialmente en el tramo final del primer tiempo. En el último cuarto de hora los rojos coleccionaron oportunidades, algunas de ellas muy claras. La primera estuvo en la cabeza de Bernardo Cruz, que remató muy bien un córner y obligó a Pawel Kieszek a estirarse para sacar el balón a córner. Apenas un minuto después, Curro tocó al borde del área con habilidad y la pelota fue escupida por la cruceta mientras el portero polaco del Córdoba, totalmente sorprendido, seguía la acción con la vista. Aún tuvo que intervenir una vez más de modo decisivo en un trallazo de Ivi que mandó a córner. En medio, una acción en la que Matos burló dentro del área a Héctor Rodas y cayó ante la entrada del levantino. La exageración en el gesto del sevillista quizá impidió que Medié González señalara lo que parecía un penalti. El Arcángel se congeló en ese momento. El intermedio le vino mejor a un Córdoba irregular y con el guión alborotado.
Todo siguió más o menos por los mismos cauces después del descanso. Los sevillistas tenían más la pelota y al Córdoba le costaba la vida salir desde atrás. Algún arreón por aquí, una aventura solitaria de Guille o de Juli, un trallazo a las nubes con más furia que intención… Pero se metió en su papel y logró cierto control de la situación. En el 60, Samu De los Reyes y Juli tuvieron que ser atendidos por los servicios médicos tras chocar sus cabezas en el área del Sevilla. Trataban de rematar un balón suelto y salieron malparados. Oltra sacó del campo a Carlos Caballero para introducir a Bergdich, dejando a Juli en una posición más centrada.
Piovaccari la tuvo en el 65, pero su disparo de zurda lo detuvo Caro. Lo inquietante del marcador y los gritos desde la grada -de ánimo mayormente, pero también de los otros- se combinaron con el buen desempeño sevillista para crear en el equipo blanquiverde una sensación de urgencia cuyo desenlace era imprevisible. Parecía evidente que el Córdoba necesitaba acelerar la marcha, arriesgar más, pero la amenaza del filial era una realidad. Con todos esos condicionantes, el Córdoba hizo lo que debía. En el 69, un cabezazo de Luso al saque de un córner se estrelló en el poste. Un minuto después estuvo cerca Piovaccari. Luego Juli probó a Caro desde lejos. El pleito estaba en plena efervescencia. Había que jugar con fuego sin más remedio.
En el 75 llegó una de oro en una contra. Salió en tropel Piovaccari y puso el punto de mira en la meta de Caro. Al entrar en el área y ver al meta sevillano abalanzarse sobre él pensó que era mejor enviar la pelota a Bergdich, que corría por el corazón del área, pero la trayectoria la cortó David Carmona lanzándose a ras de césped. El lateral internacional sub 19, natural de Palma del Río, estuvo providencial para los intereses de su equipo, que en esos instantes trataba de sacudirse del mejor modo posible el asedio de un Córdoba que ya contaba con el refresco de Pedro Ríos, recién salido por un extenuado Guille.
Y entonces sucedió: a cinco minutos del final, Borja Lasso resolvió una jugada embarullada en el área cordobesista, donde hubo descontrol generalizado. Kieszek despejó un disparo de Ivi y el balón le cayó a Borja, que envió al fondo de la red ante la mirada atónita de los jugadores. El Arcángel se quedó en estado de shock. Al final del partido ni siquiera hubo protestas. Los biris se dejaron la garganta con sus cánticos más duros y el personal enfiló la salida haciéndose preguntas. Sorprendidos, seguramente.
FICHA TÉCNICA
CÓRDOBA CF, 0: Kieszek, Caro, Bijimine, Héctor Rodas, Samu De los Reyes, Luso, Caballero (Bergdich, 63′), Guille Donoso (Pedro Ríos, 74′), Juli, Piovaccari y Alfaro (Borja Domínguez, 86′).
SEVILLA ATLÉTICO, 1: Caro, David Carmona, Matos, Diego González, Bernardo Cruz, Borja Lasso, Ivi, Fede (Schetino, 77′), Curro, Carrillo (Pozo, 74′) y Yan Eteki (González, 81′).
ÁRBITRO: Medié González (Comité Catalán). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Samu De los Reyes, Caro y Héctor Rodas y a los visitantes Curro y Diego González.
GOL: 0-1 (85′) Borja Lasso.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la décima jornada del Campeonato Nacional de Liga 123, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 15.192 espectadores.
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