¿Qué quedará de esto?
¿A qué va a jugar el Córdoba CF a partir de ahora? Obviamente, a ganar. No le queda otra. Jorge Romero tiene tres días para montar un once que sea capaz de salir airoso del partido más trascendente en lo que va de temporada. No es una cita cuyo desenlace tenga un carácter irreversible en lo deportivo, aunque en lo emocional resulta de trascendencia absoluta. Se prevé un Arcángel repleto con veinte mil almas y llega el rival más directo en este momento, el equipo que marca la distancia con la permanencia: el FC Barcelona B. Todos los focos están puestos en lo que pueda hacer un Córdoba que está reconstruyéndose en el hotel Barceló Montecastillo. Táctica y terapia se mezclan en una miniconcentración organizada para que la nueva plantilla se conozca, los antiguos liberen su mente y todo el personal se coja de las manos, se mire a los ojos y se convenza de que es posible. El domingo, a partir de las ocho, comienza el espectáculo.
¿Jugará Reyes el segundo partido de su vida en Segunda División -el anterior fue con el Sevilla en 2000-? ¿Será Aythami el jefe de la defensa? ¿Qué hay de los laterales? ¿En qué posición irá Juanjo Narváez? ¿Qué rol tienen reservado los nuevos? Las preguntas se agolpan en el cordobesismo, que aguarda con expectación la salida de un equipo que será, obligatoriamente, distinto del que han venido siguiendo a lo largo del curso. En los dos últimos partidos en casa, ante el Reus (5-0) y el Albacete (1-0) jugaron como titulares hombres que ya no están en nomina, como el capitán Carlos Caballero -ahora en el Fuenlabrada-, el central portugués Joao Afonso -devuelto al Vitoria de Guimaraes-, el carismático Sasa Markovic -en Chipre con el Apollon Limasol-, el lateral zurdo Pinillos -con el Barnsley inglés-, el extremo Jaime Romero -goleando en el Lugo- o el delantero Jona -en busca de redención en el Cádiz-.
Se fueron hombres de peso -en el caché económico- pero poca trascendencia en el campo. Ahora llega una brigada de salvación en la que hay de todo: desde estrellas consagradas hasta meritorios, desde cedidos a profesionales que se juegan el contrato del año que viene. De la suma de intereses debe surgir el beneficio para un Córdoba que, por encima de cualquier otra cosa, precisa eficacia y rentabilidad en el campo. Este mes tiene tres de sus cuatro partidos en casa. No hace falta decir mucho más.
El principal hándicap de los jugadores que se incorporaron al Córdoba es que no acumulan muchos minutos de competición esta temporada. Algunos, ninguno. Y llegan a un equipo que necesita efecto inmediato. Todos, sin excepción, desde Reyes -el más mediático de todos los fichajes del mercado invernal en Segunda- hasta Álex Quintanilla, dijeron en su presentación oficial ante los medios que estaban dispuestos a salir a jugar “si el míster lo considera oportuno”, esa coletilla que mezcla cortesía con la ambición de quien llega a un lugar con la misión de sacar al equipo de apuros.
Ante el Barcelona B no estará Fernández, que cumplirá un partido de sanción por la quinta tarjeta amarilla que vio en Zaragoza. El lateral es uno de los jugadores que ha contado con más minutos, al igual que Javi Galán, Edu Ramos o Sergi Guardiola. El delantero, principal referencia goleadora, es un fijo. Se espera mucho de su asociación con Juanjo Narváez. El recuperado Alberto Quiles y el vasco Eneko Jauregi llegan con más bagaje de competición, aunque en la Segunda B. De Araujo se espera creatividad y pase, mientras que el uruguayo Montelongo y el camerunés Bambock siguen a la espera de poder ser inscritos para poder optar a meterse en la lista del domingo.
Pero las incógnitas siguen atrás. Aythami apenas ha intervenido esta temporada con la UD Las Palmas. Tampoco ha tenido protagonismo Jesús Valentín en el Zaragoza. Uno o los dos podrían estar ante el filial azulgrana. De la vieja guardia está Caro, que igual sirve para roto que un descosido, y un Josema que desapareció de las alineaciones en las últimas semanas y cuya posible salida fue algo más que un rumor. Como las de Loureiro y Javi Noblejas, que permanecen en el grupo. El segundo aún no debutó en Liga como lateral izquierdo, un puesto en el que estuvo Pinillos y que últimamente ocuparon Galán y hasta Fernández a banda cambiada. La opción de Víctor Mena, recuperado, cobra fuerza.
A Jorge Romero le aguarda una tarea que si alguien le cuenta hace unos meses le hubiera resultado inconcebible. Han puesto en sus manos una plantilla reconstruida para ascender -seguramente no hay otro modo de mirarlo- a un Córdoba que lleva un puñado de meses con el billete a Segunda B en trámites. La salvación es matemáticamente posible, pero ese no es el principal aliciente de un Córdoba que sabe que los números los construye uno semana a semana por los campos de juego. Se trata de hacerlo futbolísticamente probable, al menos. Ya hay un equipo nuevo. Ahora, consciente de que sufrirá hasta el final, el Córdoba tratará de cumplir un sueño: depender de sí mismo. En ello está. El Córdoba ha pasado por ser un equipo de toque, con un delantero inspirado y una defensa vulnerable. Su salto adelante debe llegar con más ayuda a Guardiola -al que someten a marcajes brutales- y una reparación urgente de la hemorragia atrás. Y para eso ya dio una receta el central Aythami: “Que defienda todo el equipo”.
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