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No olvidéis sus nombres

Los jugadores del Córdoba lamentan la eliminación | MADERO CUBERO

Paco Merino

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El Córdoba apaga la luz de una temporada en la que ha sido capaz de mantener hasta el final su etiqueta de candidato

Capítulo 44 de la Liga 15-16. Fin de la película. Y la saga continúa. “Esto se valorará cuando pase el tiempo”, dijo Oltra en la sala de prensa. El valenciano parece haber envejecido diez años de golpe tras una temporada extraordinaria en todo: en objetivos y en presión. El resultado final es éste: el Córdoba llegó a las semifinales de los play offs de ascenso y cayó en la prórroga ante un adversario que no era mejor. De hecho, los blanquiverdes le vencieron tres veces en el curso. Y lo tuvieron agarrado del cuello en un Montilivi en llamas durante buena parte del último encuentro.

El asunto es que el Córdoba ya no era el Córdoba. Por más que ni Oltra ni ningún miembro del club lo diga en público, lo cierto es que el conjunto de El Arcángel perdió a su gran referencia -el imponente delantero Florin Andone, el mejor en su posición en una categoría que se le queda corta- y tuvo que rehacerse sobre la marcha. Inevitable no acordarse de la figura del rumano en un partido en el que el Córdoba necesitaba marcar... y no estaba el hombre que le dio 21 tantos en el campeonato de Liga. El Córdoba montó como pudo un puzzle que salió adelante por agallas, voluntad y fe. Nadie podrá reprochar a este equipo que escatimara una gota de esfuerzo.

Si el termómetro para calibrar la valoración de una temporada está en la respuesta de los aficionados, parece claro que la calificación que le puso Oltra en la sala de prensa -no por voluntad propia, sino forzado por los pérfidos periodistas- no dista mucho en ambos casos. “Le daría un notable alto, pero para mí sobresaliente”, indicó el entrenador valenciano. Mientras desgranaba sus sensaciones ante las cámaras, en una esquina de Montilivi aún cantaban los seguidores blanquiverdes. Hubo lágrimas y abrazos. Quienes lo vieron lo saben. Dieron lo que tenían. El Córdoba jugó lo mejor que pudo en las circunstancias que tenía, que eran duras. Los pilares del grupo andaban tiesos físicamente. Y nadie se borró. Cuando se vieron perdidos, algunos hasta estuvieron a punto de perder los papeles. Había rabia. Ellos saben que la temporada pudo terminar mucho mejor, claro que sí. Se merecían que alguien les hubiese ayudado cuando llegaran los momentos duros, los que estaban puestos en el calendario y los que llegaron después porque esto es fútbol: duelen los golpes, los años, la presión por ganar... Pelearon hasta el límite, como los Tercios de Flandes en la Batalla de Rocroix. No era por ganar, sino por la resistencia a ser derrotados. No olvidéis sus nombres.

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