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Cómo llegar al cielo huyendo del infierno

Dani Espejo y Bernardo en un entrenamiento con el primer equipo FOTO: MADERO

Rafael Ávalos

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Una brigada de jóvenes del filial ayuda al primer equipo en su lucha por el ascenso a Primera mientras pelea por no descender a Tercera

No tienen un papel protagonista, pero tampoco son intérpretes prescindibles. Actúan en un segundo plano y sin embargo aparecen bien ante la cámara. La película de la temporada para el Córdoba ha provocado que aparezcan en escena de manera casi continua y en ocasiones con mayor presencia. El guión ha deparado más problemas de la cuenta para Villa, que ha tenido que tirar de jugadores del filial para solventarlos. Así las cosas, cuando todavía no se ha cumplido la primera vuelta del campeonato en Segunda A ya son hasta cinco los futbolistas del B que han participado en algún duelo de plata. A ellos se han de sumar Campabadal, que también ha alternado el primer y el segundo equipo, y Sebas, que ha estado convocado un par de jornadas por el preparador alcorconero. La trama gana en interés si se tiene en cuenta el cambio de metas al que se enfrentan con cada actuación con uno u otro conjunto.

Participan de una complicada pugna por evitar un descenso a Tercera y casi a la vez luchan con la aspiración de quien desea escalar hasta Primera. Siempre tienen el mismo objetivo, que no es otro que la victoria, pero el reto final es diferente. De una semana a la siguiente, incluso de un día para otro, se modifica el panorama en que se encuentran. Y sin embargo dan la cara como si nada se modificara en torno a ellos. Es la historia de los futbolistas que piden paso en un Córdoba lleno de ambición, en ocasiones convertida en exigencia, desde un filial que vive en el agobio de la última plaza de la clasificación. Los primeros en aparecer ante las cámaras fueron Bernardo y Rafa Gálvez. Ambos debutaron ante el Numancia y después contaron con alguna que otra oportunidad más. No sólo eso en el caso del central, que además logró participar como titular junto a su hermano Fran.

La lesión de Raúl Bravo en Éibar y la posterior sanción de Samuel de los Reyes en Jaén abrió las puertas del primer equipo ante el Girona a Dani Espejo. Jugó de titular, todo el partido y dejó detalles que gustaron. Fue el tercer jugador al que encomendaba Villa el alivio de una de sus posiciones dañadas por las continuas bajas. No regresó, pero ofreció una clara muestra de que está para cuando se le necesite. Quien no pudo concluir el camino seguido por estos tres fue Sebas, que a pesar de estar convocado para dos encuentros por Villa no probó el sabor del debut. Sí lo hizo Juan Guerra, con la mala fortuna de que le quedó el regusto amargo de la derrota. Al sevillano le tocó luchar en Anduva, donde el Córdoba comenzó por delante en el marcador y acabó con derrota. Éste no es el único jugador del filial con un acento que no sea el cordobés que ha participado en Segunda A.

Después del estreno de Juan Guerra llegó el de Mendi. Villa hubo de contar con él para suplir la doble baja de Xisco y Strahman. Quizá vuelva a hacerlo en la última jornada de 2013. El asturiano disfrutó de la suerte del gol, pero terminó con mal sabor de boca, al igual que Juan Guerra, pues el Córdoba cedió ante el Barcelona B. Una semana después repitió en Zaragoza, donde fue expulsado por doble amonestación. Y en La Romareda se completó el círculo con un jugador que a pesar de ser contratado para formar parte de la primera plantilla actuó antes con el segundo equipo. El catalán Campabadal debutó en Liga en tierras aragonesas y en la actualidad parece que se mantendrá en el lateral derecho. Todos ellos forman parte de una interesante película en la que los actores igual aspiran a todo que pelean por no ser nada.

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