Garai, héroe y villano (vencido) en las hazañas
El destino es a veces, si no siempre, caprichoso. En ocasiones aparece como un dado sobre el tapete de la vida. No es diferente en el fútbol. El orden se establece no con poca frecuencia de manera aleatoria. Y el azar, como si tuviera personalidad, también se divierte. Que se lo digan al Córdoba, que encara el inicio de una nueva temporada con uno de estos juegos. El conjunto blanquiverde recibe al Numancia, a cuyo frente se encuentra un viejo conocido. Se trata de Aritz López Garai, hombre que lograra un hueco en el relato existencial de la entidad califal un 22 de junio de 2014 y que luego fuera parte de otro capítulo memorable. Este último, apenas unos meses atrás. Quizá el propio destino tuviera planeado desde mucho antes que fuera ante el vasco, como rival, cuando el cuadro cordobesista diera su penúltimo paso hasta la permanencia la pasada campaña. De Las Palmas a Reus, de allí a Soria; con El Arcángel como punto de encuentro.
La de López Garai con el Córdoba no es una relación cualquiera. El de Barakaldo y el club viven desde hace años una particular historia en común, salpicada por instantes más o menos intensos pero imborrables. El centrocampista comenzó su vinculación con el conjunto blanquiverde en verano de 2011, el mismo en que arrancaba la era González en El Arcángel. Llegó de la mano de Juan Luna Eslava para ser pieza clave de Paco Jémez. Probablemente sin imaginarlo, se embarcó en un proyecto llamado al éxito. Poco a poco obtuvo galones en el equipo, así como el respeto de la afición, para vivir en primera persona una campaña marcada por la ilusión. El cuadro califal luchó por el ascenso a Primera casi cuatro décadas después de hacerlo por última vez -en la 1974-75 de infausto recuerdo-. El Valladolid destrozó el sueño.
Después de un primer curso pleno de emoción, a López Garai también le tocó asistir a una paulatina descomposición del conjunto blanquiverde. Fue la padecida la siguiente temporada, con un Rafa Berges presionado por las comparativas y un plantel privado de algunos de sus actores principales. Javi Hervás, Charles, Borja García o, mediada ya la campaña, Fernández salieron. Carlos González no resistió todo el campeonato y destituyó al técnico para llamar a Esnáider, con quien el equipo se desfondó sin más remedio. Entre tanto, el vasco marcó seis goles y consiguió el mejor registro anotador de su trayectoria -tras su retirada se mantiene-. Sin embargo, la falta de estabilidad generada por la propiedad del club le llevó a cambiar de rumbo: se marchó al Sporting con Alberto García como acompañante de viaje.
A sus 33 años tenía una cuenta pendiente: jugar en Primera. En Gijón consideró que le sería más factible cumplir ese deseo. Pero no le fue posible. Al cuadro asturiano lo dirigía Sandoval, ahora al frente del Córdoba y el sábado su rival. La confianza del madrileño en el centrocampista no era demasiada, lo cual propició un giro inesperado de los acontecimientos. López Garai retornó a El Arcángel en el mercado invernal de aquella campaña 2013-14. Volvió sólo unos meses después de marchar, y con tiempo de vivir otra destitución. Pablo Villa, siempre extremadamente discutido, dijo adiós y su lugar lo ocupó Albert Ferrer. El cuadro califal parecía abocado al sufrimiento por evitar el descenso, pero… se coló en el play off, pasó la primera eliminatoria y el 22 de junio de 2014 alcanzó su anhelo. Fue, ya lo saben propios y extraños, en Las Palmas. Con un movido final de partido y un gol inolvidable, el de Uli Dávila. Un once histórico y una fotografía vacunada contra el descoloramiento de los años. El de Barakaldo era parte de la alineación y está presente en esa imagen.
Con el Córdoba por tanto pudo escalar Aritz López Garai hasta donde siempre había querido. Su debut en la élite fue de blanquiverde. Y en el Santiago Bernabéu ni más ni menos. El Real Madrid recibía al cuadro califal en Primera 42 años después de su última comparecencia entre los grandes. Aquel duelo acabó con derrota (2-0) pero con sensaciones notables y una afición entregada, hasta el punto de ser la encargada de dar color y sonido al estadio madrileño. Después todo se tornó negro, a excepción de un puñado de semanas, tanto para el equipo como para López Garai, que sólo disputó seis encuentros en la máxima categoría. En verano de 2015 la relación se rompió para siempre, no en lo emocional, y el vasco, sueño cumplido, firmó con el Reus. De la cima al pozo, pues el conjunto tarraconense militaba en Segunda B. Fue por poco tiempo: con los rojinegros celebró un histórico ascenso a Segunda A, donde volvió a jugar el mediocentro en la campaña 2016-17. Ésta fue su última guerra en el campo. Aunque le abrió el camino a la siguiente, la primera en el banquillo.
Tras colgar las botas, López Garai asumió la dirección de los que hasta poco tiempo antes habían sido sus compañeros. Era su estreno como entrenador, que cubrió de forma notable. Ocurrió la pasada campaña, cuando los catalanes mantuvieron su rol de equipo de Segunda A sin el más mínimo apuro. Sin embargo, al vasco le deslució el debut su antiguo club, un Córdoba que le impuso un doloroso 5-0 en pleno proceso de cambio -la goleada llegó horas después del acuerdo de compraventa entre Carlos González y Jesús León- y le superó in extremis por 1-2 en su propio campo. El último partido fue el de la liberación del conjunto blanquiverde, que tenía en el triunfo casi su única posibilidad de salvación. Empatar o perder entonces le habría significado llegar a la última jornada con la extremaunción dada.
La Liga finalizó para los califales ante el Sporting, la entidad en que Sandoval, técnico del Córdoba entonces como ahora, y el de Barakaldo coincidieron. Fue esa mágica noche cuando concluyó la colosal e histórica remontada de los blanquiverdes. Aunque el salto a la vida lo dieron en Reus, donde tras adelantarse se vieron igualados y más cerca de perder que de ganar. Kieszek y Aythami cambiaron el guion, y vasco asumió la derrota como pudo. Era una vez más protagonista directo de una gesta cordobesista. Si bien en esta ocasión la vivió de modo diferente. López Garai, modificó el papel para pasar de héroe a villano (vencido) en las hazañas del club de El Arcángel. Y a ese estadio regresa el sábado para volver a resarcirse al frente del Numancia en un comienzo de curso turbulento para su antiguo equipo, el penúltimo con el que vistió de corto y aquel con el que conoció la élite. Caprichos del destino.
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