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Rocío Gálvez, de su Córdoba natal al cielo del fútbol mundial

Rocío Gálvez, a la izquierda, durante sus primeros pasos en el Deportivo Córdoba, y a la derecha, celebrando el Mundial.

Cristian López

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De un modo u otro, Córdoba puede presumir de contar, desde este domingo 20 de agosto, con una estrella en lo más alto del fútbol femenino mundial. Y es que Rocío Gálvez Luna (Córdoba, 1997) se ha convertido en la primera persona nacida en la provincia que consigue alzarse con la medalla de oro en un Campeonato del Mundo absoluto de fútbol. Se dice pronto, pero son cientos generaciones las que han tenido que transcurrir para que, al fin, la ciudad califa posea su lugar en la élite. Y es que el combinado nacional, donde la central cordobesa se ha convertido en fija de unos años a esta parte, superó en la final a Inglaterra por un ajustado 1-0, lo que coloca a las de Jorge Vidal en lo más alto del panorama internacional por primera vez en su historia, siendo el segundo país (tras Alemania) que consigue tener un Mundial masculino y femenino, así como el segundo también que logra proclamarse campeón del mundo en las tres categorías femeninas en liza (sub 17, sub 20 y absoluta), algo que previamente tan solo había conseguido Japón.

Y entre todas las heroínas que este domingo hicieron vibrar a todo un país, se encuentra una jugadora forjada a sí misma. Una cordobesa que se empeñó en su día en hacer de su pasión su profesión, pese a que su entorno no dejaba de darle señales de que quizá ese camino iba a ser mucho más duro de lo que pudiera parecer. Pero la propia satisfacción que le suponía ese juego de once contra once, ese contacto de la bota con el balón, hizo que toda vicisitud siempre fuera aplacaba por un empeño a prueba de cualquier obstáculo. Y de lesiones. Y de derrotas. Y sinsabores. Incluso, de tener que jugar con niños. Ese brote futbolístico le llegó por primera vez a Rocío por medio de su progenitora, de la cual salió la idea de apuntarla un día al mítico (y extinto ya) Deportivo Córdoba, por lo que los primeros pasos de Gálvez en el fútbol se dieron en La Asomadilla, enclave donde se ejercitaba la entidad dirigida por Rafael Jaén.

La cuestión es que había una nula tradición de fútbol entre las niñas en ese entonces en la ciudad, por lo que Rocío Gálvez era una verdadera rara avis dentro de la disciplina en la provincia. Por ello no tuvo más remedio que formar equipo con otros niños durante sus primeras etapas formativas, convirtiéndose, casi sin ser consciente, en la primera niña que jugaba liga infantil andaluza. Su talento iba progresando al mismo tiempo que ella cumplía etapas y desde muy pronto llamó la atención de una de las mejores canteras del fútbol español. El Sevilla FC la incorporó para sus categorías inferiores, y ahí comenzó una aventura que la ha llevado por multitud de ciudades.

En Sevilla hizo escala durante unos cuantos años, ya que llegó a debutar en Primera con las sevillistas. No obstante, tras salir del cuadro hispalense se incorporó a la cantera del Betis, donde siguió creciendo hasta alcanzar el primer equipo, con el que se asentó en Segunda División. Entonces, siendo aún menor de edad, llegaron sus primeras internacionalidades, pues fue subcampeona de Europa y del mundo en categoría sub 17. El progreso no cesaba y con tan solo 17 años le llegó la oportunidad de sumarse a uno de los proyectos más potentes del país. En 2014 firmó por el Atlético de Madrid, donde siguió haciendo historia, al conseguir ahora debutar nada menos que en Champions League, siendo la primera cordobesa en lograr estrenarse en esta competición continental.

Una futbolista acostumbrada a abrir caminos desconocidos, pero a la que también le tocó sufrir. Especialmente agridulce fue esa etapa rojiblanca, que duró hasta 2018 y donde saboreó el gran éxito de ser partícipe de la primera Liga Iberdrola de las colchoneras. Eso sí, ella lo tuvo que ver desde la grada, pues sufría de una lesión en su rodilla. En abril del 2016 fue operada de una rotura del ligamento cruzado anterior y del menisco externo, de la cual recayó en noviembre de ese mismo año, lo que le obligó a abandonar la expedición de la selección española sub 20, con la que estaba concentrada.

Una etapa amarga en lo personal, pero de crecimiento extradeportivo y que le permitió tomar impulso para volver a sentirse referente en su regreso al cuadro bético, donde volvió a asentarse como una de las defensas más prometedoras del panorama nacional. Y cumplió un nuevo sueño al estrenarse por primera vez con la selección española absoluta, con la que debutó en la Copa de Chipre en 2018, alcanzando además el trofeo en su primera convocatoria. Del Betis pasaría al Levante, donde, entre otros logros, se hizo con un subcampeonato de la Copa de la Reina, y en 2021 firmaría en el Real Madrid, entidad en la que ha alcanzado una nueva dimensión, siendo ya una firme candidata a todos los títulos y la que le ha permitido asentarse con España, hasta lograr ese citado oro mundial. De las calles de su Córdoba natal, al cielo futbolístico. Una jugadora hecha a sí misma, entre pequeños relatos de gloria y tragedia.

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