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Alejandro Jiménez

12 de abril de 2023 10:00 h

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Una historia de superación, de conflictos bélicos, de oros continentales y de adaptación al medio. La guerra entre Rusia y Ucrania ha tenido miles y miles de afectados, muchos de ellos han buscado refugio en otros países. España ha sido uno de esos lugares donde se han albergado millares de ucranianos, en busca de la tranquilidad de un país que ha abierto sus puertas a los refugiados. El mundo del deporte no ha sido una excepción, y numerosos jugadores ucranianos han recalado en las diferentes categorías del entramado deportivo nacional en busca de seguir practicando sus deportes favoritos y, a la vez, demostrar su nivel en un ámbito tan competitivo como el español.

Natali Mytrofanska (Kirovograd, Ucrania, 1995) es la actual guardameta del Cajasur Deportivo Córdoba de fútbol sala, equipo de la Segunda División. Además de ello, es la portera de la selección ucraniana de fútbol sala que, recientemente, se ha proclamado como subcampeona de Europa, tras caer, precisamente, contra España en la final de la Eurocopa. La medalla de plata, aún así, ha supuesto todo un éxito para su país, que se ha volcado con el combinado nacional ucraniano y, estos, de vuelta, le han insuflado ilusión y alegría a un país necesitado de ello.

Volviendo a sus inicios, Natali es uno de esos casos de descubrimiento tardío. No sería hasta los dieciocho años cuando empezase a practicar fútbol sala de manera asidua. Estaba en la universidad, y su profesora de deporte se encargó de transmitirle que había visto talento en ella, por lo que debía de probar en el equipo femenino. “Empecé poquito a poco, paso a paso, hasta hoy”, recuerda Natali ante los micrófonos de CORDÓPOLIS. Además, también señala que probó otros deportes, como el voleibol o el baloncesto, pero se quedaría con el fútbol sala, en gran parte, gracias a su primer entrenador, Konstantin, ya que “él y el equipo me dieron muchos ánimos con todo, con los primeros ejercicios, primeras paradas... con todo. El apoyo para mí es muy importante, el equipo es como una segunda familia para mí”.

Comenzó a jugar partidos en 2017, en un equipo de la Primera División de Ucrania. “No teníamos otra portera porque se habían lesionado todas”, recuerda, antes de añadir que “ganamos y mantuve la portería a cero, que para una portera es muy importante”. Su andadura por la liga ucraniana fue exitosa, ganando la liga en dos ocasiones y con un tercer lugar en una tercera temporada. Recuerda que en una de estas temporadas, coincidió con un equipo cuyas chicas “tenían más experiencia, y ahí es donde yo cambio y me hago más fuerte. El equipo en sí tenía más preparación en cuanto a estrategia y demás, y todo, en los partidos, era más difícil. Ahí fue cuando me empecé a preocupar como profesional”.

Poco después, pondría rumbo hacia España, por un lado obligada por la guerra abierta entre Rusia y Ucrania, por otro, siguiendo a varias de sus compañeras, y, además, ya que “quería probar la experiencia en España”. La diferencia fue palpable nada más llegar, ya que en España hay muchos más equipos, con catorce clubes en primera división, y cuatro grupos de catorce equipos en Segunda, mientras que en Ucrania solo hay seis combinados en la máxima categoría nacional, y la Segunda División ya está compuesta de equipos de cadetes, escuelas y universidades. “En España, el nivel es más alto, todo es más rápido, más difícil. Para mí, estar aquí es muy importante para mi carrera, ya que he alzando mi nivel más alto”, confiesa.

Todo cambia el 23 de febrero de 2022

Natali se encontraba en Kiev durante el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania. Tras disputar un partido en Lviv, ciudad situada en el oeste de Ucrania, volvió a la capital, donde se encontraba su residencia habitual. Eran las tres de la mañana, y, apenas una hora después, su móvil comenzó a sonar descontroladamente, con mensajes y llamadas de teléfono de gente preguntándole cómo estaba, que si estaba bien y que qué había pasado. “Ese primer día no entiendo nada, ya que vivo en un barrio tranquilo de Kiev. El camino al aeropuerto era muy largo, y no escuche sirenas ni nada. Sin embargo, la noche del 24 al 25, la pasé con unos amigos. Bajamos a su búnker porque era más seguro, ya que mi piso era muy antiguo y peligroso. Esa noche hubo muchos misiles y muchas explosiones, y las escuchábamos desde el búnker”, recuerda. Poco después, Natali y varias compañeras suyas pondrían rumbo hacia la frontera.

Sería un camino verdaderamente complicado. Natali, sin apenas experiencia conduciendo, asumiría el control del coche de su hermana. Los puentes de Kiev fueron destruidos durante ese mismo 25 de febrero, por lo que salir de la capital se antojaba verdaderamente complicado y peligroso. Julia Forsiuk y Ksenia Hrytsenko, también jugadoras de fútbol sala, viajaban con ella. El trayecto, de cinco horas, se demoró por más de dieciocho. “Había muchísimo tráfico, mucha gente. Veíamos pasar en dirección contraria a los tanques, misiles y soldados”, explica. Esas vivencias con ellas le han hecho que, ahora, tanto Julia como Ksenia sean para Natali como su “familia”. “No son de mi sangre, pero como si lo fuesen. Son mis mejores amigas”, explica.

La salida del país tampoco resultaría sencilla. Durante la entrevista, Natali recuerda unas palabras del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en las que afirma que “nuestra vida de antes y de ahora es muy diferente. Ahora, la vida es un día, no sabes qué va a pasar”. Por ello, la guardameta ucraniana no tiene nada claro en su futuro. “Ahora tengo contrato pero, cuando termine, no sé que va a pasar. No sé si tendré que volver a Ucrania. Nuestra vida ahora es una mochila, un pasaporte y yo”, apunta. Sin embargo, con la ayuda de Julia y Ksenia, Natali logró salir de Ucrania y encontrar acomodo en Tenerife, en el Costa Sur Arona.

“No elegí ir allí. Mis amigas, Julia y Ksenia, tenían contrato antes en Kuwait, y luego firmaron el contrato con el Costa Sur. Salí con ellas de Ucrania y, de primeras, yo no pensaba jugar. Solo quería salir de allí y, si podía, solicitar ayuda, piso o lo que fuese”, recuerda. No sabía el estado de su contrato en Ucrania hasta que, finalmente, supo que podía rescindirlo y así acabó firmando por el Costa Sur Arona, equipo tinerfeño de la Segunda División.

Al Deportivo Córdoba, de la mano de Julia y de Juanma Cubero

La experiencia previa de Julia Forsiuk en Leganés y Burela le sirvió para lograr contactos en el mundo del fútbol sala español. A su vuelta a España tras su paso por Kuwait, Julia, junto con Ksenia y Natali, firmaron por la agencia Next Level 360, dirigida por la jugadora del Atlético Navalcarnero, Amelia Romero. Los contactos de Julia, que conocía a entrenadores y deportistas del país, sirvieron para que Natali acabase por ponerse en contacto con Juanma Cubero, que buscaba una portera para el Deportivo Córdoba. “Julia es como mi representante, sabe español y conoce a muchos entrenadores”, comenta Natali entre risas.

Tras unos primeros meses en Tenerife donde Julia era la voz y los oídos de Natali, ya que esta no sabía hablar español, pronto tuvo que poner rumbo hacía Córdoba, lo que suponía “un examen” para Natali. “Estaba sola, viajé sola, si antes no sabía algo, Julia me ayudaba, pero ahora, en Córdoba, necesitaba saber estar sola y hablar más rápido, estudiar español más rápido para entender el día a día, los entrenamientos y todo en general”, explica Mytrofanska.

En lo deportivo, la andadura por el conjunto cordobés no comenzó de la manera esperada, ya que, al principio del campeonato, “tuvimos muchos problemas con las lesiones”, y “las convocatorias eran muy pequeñas, con muchas jóvenes”, por lo que el rendimiento no fue el adecuado. Tras ello, la mala suerte golpeó al Deportivo Córdoba, con “tres o cuatro partidos que perdemos en el último segundo con golazos”. “El deporte es así. Ahora pienso que tenemos la salvación ahí, pero necesitamos ganar cada partido y mucho trabajo. Pienso que podemos”, explica Natali, que no descarta su continuidad en el club, aunque lo primero es acabar la temporada y, “después, hablar. Si el presidente quiere y yo quiero, ¿por qué no?”.

También echa de menos a su país, Ucrania. Explica que, en la actualidad, “las sirenas pueden sonar en un día como seis o siete veces, y a veces duran hasta dos horas”. Sin embargo, “mucha gente ahora no va a los búnkeres porque ya están acostumbrados a las sirenas. Es, más o menos, la vida normal”. Mientras que en el oeste de Ucrania todo es más tranquilo, en la región del Dombás y en el sur de Ucrania, “la situación es muy difícil”, ya que “la región es muy peligrosa”. De esta manera, de su familia, tan solo su hermana permanece en Ucrania, ya que los hombres no pueden salir del país, y el resto de su familia se encuentra en estos momentos en Alemania.

Un subcampeonato de Europa inspirador para todo un país

A su trayectoria en clubes se le suma una inmaculada carrera en la Selección de Ucrania. Tras debutar en 2017 con su equipo, ese mismo año es llamada para competir en el Campeonato de Europa representando a su país. Era el primer Europeo de la historia, y, para ella, “un sueño”. Un sueño difícil de comprender y de asimilar, ya que, en el primer partido, Rusia era el contrincante, y Natali tuvo que salir en penaltis a petición de su entrenador. “No fue muy positivo porque perdimos, y en ese momento ya había guerra en el Dombás con Rusia, pero bueno, en un primer campeonato, todo son recuerdos en la cabeza”, explica.

Pese a ello, logró sacarse una espina cinco años después. Ucrania se ha alzado como subcampeona de Europa durante el torneo disputado en 2023. Una medalla que ha sido “como una fiesta para nuestro país”, que ha “dado mucha alegría a nuestra gente”, y que incluso “batimos récord de audiencia en televisión”. Además de ello, desde el Ministerio del país “escriben noticias, los medios escriben sobre ello. Es una gran felicidad para el país”. En lo personal, esta plata para Natali ha supuesto “un gran sueño cumplido”, aunque tiene claro que su meta máxima es el oro. “Quiero trabajar muchos años. El próximo Campeonato de Europa es en 2025, y necesito mucho trabajo, mejorar, más esfuerzo para, como mínimo, conseguir un bronce o una plata, pero lo máximo sería lograr el oro”, desarrolla la ucraniana.

Y es que cree en ese oro. “Si trabajas mucho, si tienes mucha suerte, y si todas las chicas trabajan, creo y pienso que es posible”, apunta Natali, haciendo un paralelismo con las actuales campeonas, España, recordando que ellas “también son cinco chicas, misma pista, mismas porterías, mismo balón. Es fútbol sala. Es un momento, mucho trabajo, y una victoria” lo que las separa del oro.

En el plano personal, no puede plantearse otros objetivos a cinco años, ya que “ahora, los planes para la gente ucraniana son, como máximo, de un mes”. Su meta, así, es “volver al Campeonato de Europa, pero como jugadora, no como aficionada”. Además de ello, parece ser que la primera Copa del Mundo de fútbol sala tendrá lugar en 2024, por lo que también se plantea como un objetivo a medio plazo. “Quiero jugar y estar con la selección porque, al final, todo deportista juega para estar en el combinado nacional, cada deportista trabajar para su país y para su región, y es muy importante para mí”, finaliza.

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