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Al Córdoba le escriben la historia con borrones

Juan Carlos desvía un remate de Larrivey | LOF

Paco Merino

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El equipo de Djukic se estrella ante un Celta hambriento en Balaídos| Teixeira Vitienes escamotea un penalti a los blanquiverdes en una decisión esperpéntica

Cuando el Córdoba quiso de verdad ser protagonista del partido se encontró con que hubo otro que le suplantó. Teixeira Vitienes perpetró una de las acciones más esperpénticas en lo que va de temporada. El defensa Planas se abalanzó con los pies por delante sobre Fausto Rossi y sin tocar el balón se llevó por delante al italiano. El linier levantó el banderín y se formó un tumulto impresentable a su alrededor. El árbitro principal se le acercó, consultó y pitó penalti a favor de los visitantes. Instantes después, con todo el remolino aún a su alrededor, se desdijo: señaló falta en contra del Córdoba por juego peligroso de Rossi. Y, para redondear la faena, echó al entrenador local, Berizzo, por invadir el campo. Un sinsentido. Todo esto sucedió en el minuto 81, cuando los blanquiverdes tocaban a rebato para igualar un partido que dominaba el Celta en el juego y el marcador. La reacción se quedó en eso, porque de ahí en adelante sólo hubo una ristra de protestas, pérdidas de tiempo y malas caras por parte de todo el mundo. El Celta quebró su racha negra y al Córdoba le sonó el despertador.

Era el partido del hambre. La del Córdoba por crecer en su imagen y expectativas después de una reacción fantástica con la llegada del invierno. La del Celta por echarse algo a la boca después de diez semanas “canino”, chapoteando entre amagos y pifias. Uno en declive y otro en ascenso. Un cruce de caminos opuestos que desembocó en una pelea emocionante. El cóctel de ilusión y miedo deparó un combate en el que tuvo la voz cantante el Celta, como se podía esperar de un conjunto absolutamente desesperado por su situación. No lo hace nada mal el equipo vigués, que posee talento creativo y futbolistas con desborde y gol. Pero la cuestión es que no le funciona. Pocas situaciones resultan más frustrantes. Berizzo, un entrenador con su rostro dibujado en la diana de los críticos, dispuso a todo su arsenal ofensivo: Santi Mina, Orellana, Nolito y Larrivey.

El Córdoba se plantó bien, con el papel estudiado y una novedad de impacto. Heldon Ramos salió como titular cuando apenas se ha aprendido el nombre de sus compañeros, al igual que sucedió hace unas semanas con Bebé y Edimar. Estos dos parecen ya veteranos en un Córdoba que madura a toda prisa. No fue un partido fácil, pese a que los blanquiverdes andan metidos en una dinámica positiva que les hace actuar con descaro. Eso es lo que tuvo precisamente el debutante Heldon, que en el primer balón que tocó estuvo a punto de marcar con un remate de espuela a centro de Nabil Ghilas. El caboverdiano dijo que era capaz de actuar en cualquier sitio de la punta y Djukic le dio la oportunidad de demostrarlo. El chico hizo lo que pudo, aunque el ataque del Córdoba se dejó ver bien poco en una primera parte que pronto se transformó en una pesadilla para los visitantes.

El Celta tuvo el control de la pelota de un modo apabullante, generando llegadas de manera contínua. A los seis minutos, Nolito lanzó un centro al área al que llegó en carrera Santi Mina, que no pudo darle al remate la colocación adecuada. El canterano volvió a poner en apuros a Juan Carlos a los nueve minutos con un tiro que el meta alcarreño desvió. Acto seguido, un latigazo desde lejos de Krohn-Deli lo rechazó angustiosamente Juan Carlos a córner y, tras el saque desde la esquina, Fontás remató de cabeza alto. Balaídos rugía y el Córdoba se agazapaba, empujado por un adversario crecido.

Un nuevo testimonio de existencia del Córdoba lo firmó Bebé, que se sacó un tiro lejano que despejó Sergio, pero el Celta retomó su gobierno tiránico. En el minuto 37, los celestes reclamaron con vehemencia un penalti en un forcejeo entre Gunino y Nolito. Teixeira estaba delante y miró para otro lado. En el tramo final se multiplicó el acoso del Celta. A los blanquiverdes no les duraba nada el balón en los pies. No perdían el orden, pese a todo. Larrivey tuvo dos ocasiones de lujo para haber desnivelado el partido antes del intermedio. En la primera cazó por el aire un envío de Krohn-Deli y remató en plancha con furia, pero Juan Carlos le detuvo el testarazo en una intervención espectacular. Tanto como la que firmó el meta alcarreño en el tiempo añadido, cuando se encontró de frente con el argentino en plena galopada. Le tapó bien el hueco y el ex del Rayo concluyó su acción con un zurdazo a media altura. Todos los vigueses se echaron las manos a la cabeza. Los cordobesistas resoplaron cuando Teixeira pitó el final. El Córdoba había salvado el pellejo ante un Celta que coleccionó ocasiones. Hizo un fútbol bello, pero incompleto. Hubiera dado lo que fuera por que hubiera sucedido exactamente lo contrario.

Djukic movió el equipo. Sacó del campo a Heldon, algo desorientado y con una tarjeta amarilla, y colocó a Abel Gómez. El veterano jugador sevillano salía con la misión de dar empaque al centro del campo y dar un poco más de criterio a la hora de conservar el control y elaborar algo más las salidas, centradas en arrancadas individuales de Bebé o Ghilas. Florin andaba por allí, esperando algún balón rematable que no llegaba. El Celta siguió a lo suyo y eso significó más sufrimiento para el Córdoba. Un tiro flojo de Orellana tras una buena combinación con Nolito supuso el primer susto para Juan Carlos, que no pudo hacer nada en la acción que rompió la igualdad en el marcador. Santi Mina metió el balón al área, Orellana la dejó pasar desconcertando a la defensa y Nolito, que iba en carrera, le pegó de rosca con la derecha para marcar el 1-0 y convertir Balaídos en una convención de locos.

Intentó el Córdoba reparar el roto, pero la situación no era nada sencilla. Pudo hacerlo Bebé en el 64', pero después de driblar a todo el que se le puso por delante no vio a Florin, que estaba a su lado, ni a Ghilas, que la esperaba solo en una esquina. Al Celta se le terminó la fogosidad y el Córdoba se dispuso a exprimir una baza importante: el miedo de su rival ante el corto marcador. Pudo hacerlo en la jugada del penalti a Rossi, pero todo se fue al traste. El árbitro alargó el partido cinco minutos más, pero el Córdoba no encontró el modo de alterar a un Celta que se dedicó a dejar pasar el tiempo y a sacar la pelota sin miramientos de su área. Incluso Larrivey, tan luchador como desacertado, estuvo a punto en el último suspiro de engordar la diferencia en el marcador. El Córdoba no tuvo su mejor noche en Balaídos. Le faltó remate final y la chapucera decisión de Teixeira le dio una buena excusa.

FICHA TÉCNICA

CELTA, 1: Sergio, Sergi Gómez, Cabral, Fontás, Planas, Krohn-Dehli, Augusto Fernández (Pablo Hernández, 90'), Orellana (Radoja, 78'), Santi Mina (Álex López, 67'), Nolito y Larrivey.

CÓRDOBA, 0: Juan Carlos, Gunino, Pantic, Crespo, Edimar, Deivid (Borja García, 78'), Fausto Rossi, Ghilas, Heldon Ramos (Abel, 46'), Bebé y Florin Andone.

ÁRBITRO: José Antonio Teixeira Vitienes (Comité Cántabro). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Orellana y Santi Mina, y a los cordobesistas Heldon Ramos, Abel y Crespo. Expulsó a Berizzo, entrenador del Celta, en el minuto 85.

GOL: 1-0 (55') Nolito.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésimo primera jornada del campeonato de Liga BBVA, disputado en el estadio de Balaídos ante unos 17.000 espectadores. Los jugadores del Córdoba llevaron un brazalete negro en memoria del cabo Francisco Javier Soria y el ex empleado del club Juan Bogarín.

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