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Y todos contentos

Falcón, Abel y Markovic, con la afición | MADERO CUBERO

Paco Merino

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El Córdoba se clasifica para el 'play off' de ascenso a Primera tras un empate a uno que sirvió al Almería para mantener la categoría | El Girona será el adversario de los blanquiverdes

La vida sigue para el Córdoba, que despachó uno de esos partidos extraños y maravillosos que jalonan su historia. Ya está en play off. Le costó un esfuerzo enorme. Durante buena parte de una intensa tarde, ese más de noventa por ciento de opciones matemáticas que manejaba en las vísperas se convirtió en humo. Esto es fútbol. Los números bailan con su propia música y el Córdoba tenía perdida su partitura. Raúl de Tomás, un futbolista con un rol secundario durante el curso, se erigió en protagonista con un gol que sirvió de llave para las eliminatorias que conducen de nuevo a Primera División. El primer escollo será el Girona. El cuadro catalán venció en Ponferrada, condenó al descenso a los bercianos y salvó al Almería. Cuando los dos equipos se dieron cuenta de que la igualada les servía para cumplir sus propósitos, se dejaron llevar de esa manera que solo quienes han vivido este deporte desde dentro entienden. El pacto de no agresión desembocó en un abrazo colectivo y en un hermanamiento entre aficiones. Los que antes se querían matar se besuqueaban sin tapujos. Como ante el Celta en 2012 y el Mallorca en 2014, el Córdoba celebró un empate que le da la oportunidad de colarse donde el Alavés y el Leganés ya están: en Primera. El jueves, en El Arcángel, y el domingo, en Montilivi, se reanuda la batalla. En el otro cruce, Nástic-Osasuna. Sólo uno subirá.

Ya no había nada que esconder. A Oltra le faltaban Razak, Cisma y Florin; recurrió a Falcón, Abel y Raúl de Tomás. En un partido más de vísceras que de pizarra, el técnico apeló a la ley del último esfuerzo, ésa que retuerce la fibra sensible de los jugadores para darles a entender que todo lo que sucedió en los meses anteriores, lo bueno y lo malo, cobra todo su sentido en noventa minutos sin vuelta atrás. El Almería llegaba agobiadísimo. Con Soriano, su quinto entrenador del curso -era futbolista hasta hace un mes-, había logrado engarzar tres semanas sin perder. Animado por un millar de seguidores, el cuadro rojiblanco tenía la necesidad de transformar su angustia en fútbol. O, mejor, en un resultado que le valiera para evitar el desplome en la categoría. El método, a estas alturas, ya es lo de menos. En situaciones críticas, el concepto de lo bello se transforma en sinónimo de lo útil. Un vistazo al once de Soriano hacía que más de uno se preguntara cómo demonios ha terminado esta gente en una situación así. Esto es la Segunda División, qué les vamos a contar.

El Almería se atrevió a merodear el área del Falcón en un arranque muy tenso, con los equipos obsesionados por mantener la posición. A los ocho minutos asumió el protagonismo Míchel Macedo, quizá espoleado por el recuerdo de la última vez que visitó El Arcángel, el escenario en el que ha marcado dos tercios de toda la producción goleadora de su carrera en España: dos tantos sobre tres. El carrilero brasileño lanzó un disparo que tras tocar en un rival se fue a córner. Lo botó Sebastián Dubarbier, antiguo ídolo del cordobesismo, y tal y como le venía la volvió a empalar Míchel. El balón se estrelló en el lateral de la red. El Córdoba se mantenía a la expectativa.

Arriba, Raúl de Tomás hacía de Florin. El madrileño se esforzaba en la presión y ponía cara de malo ante la defensa rojiblanca, plagada de ex cordobesistas. Además de Duba estaban Ximo Navarro y Morcillo. Esa retaguardia dejó ver sus costurones al cuarto de hora, cuando se produjo la primera gran ocasión del Córdoba. Fidel gambeteó por su banda y tras burlar a los defensas le dejó la pelota en el corazón del área a Pedro Ríos, que venía en carrera. El jerezano no llegó a conectar la puntera. Acto seguido, otra vez Míchel lo intentó en un remate de tacón que pegó en el pecho de Falcón, que se le había echado encima a toda prisa para evitar que se diera la vuelta y le soltara un lanzamiento más certero.

El Córdoba tenía que demostrar que seguía siendo el Córdoba a pesar de la ausencia de un dúo ofensivo de calibre extraordinario: Xisco y Florin. Sin el balear ni el rumano, los especialistas del gol, Oltra colocó como hombres más adelantados a Sasa Markovic y a Raúl de Tomás, en un experimento obligado para sacar adelante una cita de lo más delicado. El serbio estuvo desubicado, con más ganas que acierto. Un cabezazo suyo hizo que los almerienses tragaran saliva, pero se le vio poco más.

No le faltó trabajo a Falcón. El portero gaditano del Córdoba tapó eficazmente la portería en un disparo a bocajarro de Quique tras un centro de Dubarbier, que había galopado por su banda tras un perfecto envío largo de Kalu Uche. El Almería dejaba ver su necesidad con un estilo más agresivo y punzante. El Córdoba, que sufría especialmente por las bandas, jugaba con el ímpetu del adversario a la espera de que esa fogosidad provocara alguna desaplicación. A los blanquiverdes les bastaba el empate y no parecían demasiado interesados en arriesgarse de manera gratuita. Y aunque todos dicen y juran que no les interesa lo que sucede en otros campos, la verdad es que es mentira. Todo lo que sucedía en el césped de El Arcángel estaba condicionado por los movimientos de la jornada, que en cualquier instante podían alterar el decorado.

El Almería volvió a asustar al Córdoba en una entrada de Dubarbier, alma del Almería. El argentino colocó un centro que remató Deivid hacia su propia portería, en su desesperado intento de evitar el remate de un adversario. La pelota se fue alta para alivio de Falcón, que estaba vendido en esa acción. Y el golpe llegó en el 35'. Un balón largo llegó al borde del área, le dio en la espalda a Abel Moreno, que quizá cegado por el sol no lo vio llegar. Lo controló Quique, nadie se le echó encima de manera decidida y el jugador del cuadro almeriense pudo armar un trallazo colocado junto al palo que dejó sin opción a Falcón. El 0-1 enloqueció a los seguidores del Almería y los cordobesistas echaron un vistazo al panel de resultados: aún con la momentánea derrota, los de Oltra seguían agarrados a un puesto de play off. Lo peor del asunto es que el Almería empezaba a jugar mucho mejor que el Córdoba. Más cómodo, con más empaque y, sobre todo, con ocasiones casi siempre llevadas por un excepcional Dubarbier. Otra incursión del argentino finalizó con un trallazo de Lolo Reyes que Falcón despejó como pudo. En El Arcángel se respiraba el aroma del miedo. Los blanquiverdes estaban muy planos, escasos de inventiva. Y ese papel reactivo, que podría estar justificado con un marcador a favor, empezaba a resultar chirriante ante el curso de la jornada.

El Córdoba no tenía gol, pero sacó a relucir el oficio y el otro fútbol. Después de una falta de Ximo a Pedro Ríos, el jerezano fue rápidamente a coger la pelota. Lolo Reyes trató de impedírselo y le soltó dos veces el brazo en un gesto incomprensible. Ríos cayó al suelo retorciéndose y Arcediano Monescillo se dirigió al chileno con la tarjeta roja en la mano. El jugador, en su camino a los vestuarios, se encaró con su entrenador, Soriano, en una acción lamentable. El partido cobraba una nueva dimensión. Los equipos se fueron a los vestuarios con mala cara, aunque ambos estaban cerca de su objetivo: los blanquiverdes, empatados con cuatro equipos más para tres plazas de  play off; los rojiblancos, salvados. Pero ambos por los pelos, con más dudas que certezas.

Tras el intermedio, el Almería salió con otro talante. Juntó líneas, amontonó personal en su campo y dejó arriba a Kalu Uche. La pelota fue del Córdoba, pero era evidente que los blanquiverdes andaban espesos a la hora de tomar decisiones que no fueran las habituales en la temporada. Los automatismos no funcionaban porque faltaban piezas clave. Los centros se perdían en el limbo y la intención de Pedro Ríos se quedaba en eso. Con los aficionados más pendientes de la pantalla de sus móviles que de lo que pasaba en el césped, el ambiente iba decayendo. El Córdoba no estaba cumpliendo las tareas como otros. Oltra retiró del campo a un perdido Markovic para dar un sitio a Jean Paul Pineda. Un gol volvía a meter al Córdoba de lleno, ya que el Zaragoza estaba siendo destrozado por el descendido Llagostera.

Las súplicas del graderío, reflejadas en sus desesperados cánticos de ánimo, terminaron encontrando respuesta en una alianza entre dos proscritos. Jean Paul Pineda colocó un buen pase a Raúl de Tomás, que sacó un latigazo eléctrico para batir a Casto y desatar la locura en El Arcángel. El punto metía al Córdoba en el vagón del play off y dejaba al Almería con la soga al cuello. Con un futbolista más y un resultado favorable, el cuadro de Oltra conseguía reparar el desaguisado. A falta de un cuarto de hora empezaron a producirse sustituciones precedidas de lesiones que tuvieron toda su parafernalia, con salida de médicos, asistencias, camilla y diálogos varios. Así se fueron Abel Moreno y Kalu Uche de manera simultánea, lo que provocó un parón de juego de casi cuatro minutos. La opción de prolongar el tiempo para conocer los desenlaces en otros campos se dejaba ver en ambos contendientes, a los que les venía bien el empate. A falta de cuatro minutos, en la grada se cantó un gol del Girona en El Toralín ante la Ponferradina. La coincidencia de intereses convirtió el tramo final en un simulacro ante los vítores del graderío. El derbi de la sangre terminó siendo el de la hermandad.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Falcón, Stankevicius, Héctor Rodas, Deivid, Abel Moreno (Albert Dalmau, 75'), Luso, Caballero, Pedro Ríos (Nando, 88'), Fidel, Markovic (Jean Paul Pineda, 55') y Raúl de Tomás.

ALMERÍA, 1: Casto, Ximo Navarro, Saveljich, Morcillo, Dubarbier, Fran Vélez, Lolo Reyes, Míchel, Azeez (José Ángel, 75'), Quique y Uche (Chuli, 88').

GOLES: 0-1 (35') Quique.

1-1 (66') Raúl de Tomás.

ÁRBITRO: Dámaso Arcediano Monescillo (Comité Castellano-Manchego). Amonestó con tarjeta amarilla al visitante Saveljich. Expulsó con roja directa a Lolo Reyes en el minuto 44.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la  jornada 42 del campeonato nacional de Liga Adelante disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 18.508 espectadores. Se colgó en taquilla el cartel de “localidades agotadas”. Un millar de seguidores del Almería en las gradas.

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